El principal patrocinador de la Liga Argentina ha rescindido unilateralmente el contrato de cinco años —y de importe total, según se dice, de 35 millones de euros— que le vinculaba al organizador de la competición, la Asociación de Fútbol Argentino (AFA). Y lo ha hecho después de sólo 18 meses de vida en común.
Bueno, los conflictos entre patrocinador y patrocinado son cosas que pasan: ni esta vez es la primera, ni será la última.
Sin embargo, en este caso, el conflicto tiene un interés suplementario, porque el patrocinador es (era) Binance, la plataforma de intercambio de criptomonedas con mayor volumen de actividad comercial del mundo, cuya sede está en China (o en las Islas Caimán, o en las Seychelles, según se mire).
Un interés que se deriva de que cada vez es más habitual que empresas relacionadas con las criptomonedas o con las casas de apuestas —si, por supuesto, son cosas diferentes, pero tienen algún rasgo en común en lo que se refiere a las estrategias de patrocinio— irrumpan en el mundo del fútbol con riesgos y consecuencias desfavorables que los clubes y demás instituciones del balompié no saben o no quieren tomar en consideración.
Duplicidad de acuerdos
Binance anunció su ruptura con la AFA a través de un simple comunicado en Twitter en el que señalaba que «evaluamos periódicamente los resultados de nuestras relaciones en todo el mundo y, lamentablemente, AFA no ha cumplido plenamente con sus obligaciones contractuales, a pesar de haberle ofrecido tiempo y oportunidades para hacerlo».
El incumplimiento de contrato resultaría de que el acuerdo entre la empresa de criptomonedas y la organización del fútbol argentino implicaba que la primera lanzaría un token para los aficionados del país (que el lector, si está familiarizado con el mundo del bitcoin y demás cuestiones relativas al blockchain, perdone la rudimentaria explicación: un token se diferencia de una criptomoneda en que el primero no tiene un valor intrínseco ni puede intercambiarse de manera universal, sino sólo con productos y servicios muy acotados, mientras que la segunda, al menos en teoría, sí).
Sin embargo, dejando aparte las sutilezas del mundo monetario digital, el problema de raíz entre Binance y AFA procede de que, antes de su acuerdo con la primera, la asociación del fútbol argentino ya había puesto en marcha su propio token de hinchas, en colaboración con Socios.com.
Esta es una empresa que desarrolla diversas iniciativas para que las organizaciones deportivas y de entretenimiento puedan monetizar sus bases de fans; por ejemplo, emitiendo tokens que pueden ser cambiados por artículos, servicios, e incluso etc. de esas entidades. Una de las cuales, por cierto, es el Barça, en el marco de la venta del 25% de Barça Estudios que el club traspasó a Socios.com hace casi un año como parte de las famosas “operaciones palanca” que puso en marcha para esquivar sus graves problemas de “fair play” financiero.
En suma, que la duplicidad de acuerdos sobre tokens, más o menos sobrevenida, que la AFA había generado al negociar con Socios.com y Binance terminó en los juzgados; y el correspondiente tribunal comercial argentino dictaminó que la AFA estaba obligada a respetar los contratos iniciales suscritos con Socios.com, reconociendo a esta derechos exclusivos en cuanto a la emisión de tokens para los aficionados argentinos.
El contrataque de la AFA, más bien de manual, ha sido anunciar que apelará la sentencia, alegando que Socios.com incumplió los pagos previstos y no promocionó adecuadamente el token en Argentina, cosa que la empresa niega tajantemente tanto en un aspecto como en el otro.
Un problema con mucha más trastienda
En todo caso, el asunto va más lejos de los supuestos incumplimientos de acuerdos que hayan podido cometer las tres partes implicadas.
Ante todo, hay que tener encuentra el contexto económico en el que se produce el conflicto. Binance está expandiendo notablemente sus servicios en Argentina porque permite a sus ciudadanos comprar criptomonedas con la moneda local —el peso—, algo tan arriesgado como atractivo, en tanto que “valores refugio”, en un país cuya inflación ha superado el 115% en los últimos doce meses (hágase el lector una idea aproximada del problema: la inflación en España es del 2% y, aun así, constituye uno de los principales problemas de nuestra economía, porque el incremento en los precios de los alimentos y bebidas se halla en el entorno del 10%; es decir, casi 12 veces menos que el aumento del IPC argentino).
Pero es que, además, Binance no está como tirar cohetes. Si algo caracteriza al mundo de las criptomonedas es su extraordinaria volatilidad. Hace poco más de año y medio, el valor teórico del bitcoin estaba en casi 70.000 dólares; ahora no llega a los 30.000. Una abrupta y dramática caída que los economistas, tan amigos de tratar de exorcizar los problemas reales con neologismos formales, han calificado como el “criptoinvierno”.
Eso sí, quienes más han notado los efectos del “criptoinvierno” no ha sido Binance como tal, que sigue ahí, sino los más de 1.000 empleados de la compañía que han sido despedidos en las últimas semanas a causa de esa “ola de frío” financiero.
¿Más aún? Sí, lo hay. El pasado mes de marzo, la Comisión de Negociación de Futuros de Productos Básicos (CFTC), una agencia independiente creada en Estados Unidos para luchar contra el fraude, la manipulación y las prácticas abusivas en los mercados de futuros y opciones, presentó una demanda contra Binance. Y la Securities Exchange Commission (SEC) del mismo país —el equivalente a nuestra Comisión Nacional de Mercados y Valores— hizo lo propio hace poco más de un mes. Entre otras, las acusaciones contra Binance eran operar como una bolsa de valores no registrada y cometer fraudes mediante el desvío de fondos de sus clientes.
Días después, a instancias de un juez, SEC y Binance han llegado a un acuerdo urgente según el cual esta corregirá su “modus operandi” para evitar la congelación de sus activos financieros en Estados Unidos. No obstante, seguirán en pie los cargos adicionales a los que se enfrentan Binance y su consejero delegado, Changpeng Zhao, por el supuesto desvío de fondos.
Así pues, da la impresión de que las razones del divorcio de Binance con la AFA son de mucho mayor calado que por un “quítame allá esos tokens”. Y hunden sus raíces en los contantes problemas financieros y regulatorios que afectan a un mercado tan incierto, inseguro, especulativo y, en el fondo, paradójicamente opaco como es el de las criptomonedas.
La moraleja obvia es que las instituciones y clubes del mundo del fútbol deberían estudiar con más cuidado e inteligencia en manos de quienes ponen sus acuerdos de patrocinio. Sin embargo, es poco previsible que la estrategia suicida de “toma el dinero y corre” a la que se apunta la mayor parte de sus dirigentes les deje hacerlo.