España ya está aquí. Suelo o cielo. Bufones o leyendas. No se esperaba término medio y no lo hubo. Igualmente preparados para morder el polvo y para aspirar a derrocar a los gigantes en apenas el primer día de competición. Los pupilos de Luis de la Fuente firmaron un arranque de ensueño que ya ha prendido la mecha de la ilusión en la parroquia, los medios e incluso los más escépticos. Morata, Fabián y Carvajal dieron la puntilla (3-0) a la siempre aguerrida Croacia de Luka Modric, que encajó y cayó a plomo cuando mejor estaba. Todo funcionó. Incluso los errores, pues fue uno de esos días en los que las cosas salen bien, casi sin querer, sin merecerlo ni esperarlo. A España le tocaba brillar y devolver la esperanza a un país que solo necesita eso, un poquito, para fantasear. Así somos.
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¡España se adelanta con el primer gol de Morata en esta #Euro2024! pic.twitter.com/MynrbFDV7y
— Teledeporte (@teledeporte) June 15, 2024
Fabián pudo con Modrić; España pudo con Croacia
El rival predilecto de España en las Eurocopas. No hay EURO sin España-Croacia y esta tampoco sería una excepción. Otra vez, Modrić al frente de un grupo de competidores expertos que matan y mueren a las órdenes de su ’10’. Siguen a Luka hasta la extenuación y cumplen con las obligaciones pertinentes para satisfacer al mariscal. Un tipo que pasó de jugador a leyenda y de leyenda a deidad. Sus acólitos, en el campo y las gradas. Su legado, eterno. ¿Su rival? Ingenuo.
Porque España, que ya conoce el percal, también tiene entre sus filas a unos cuantos que apenas caminaban cuando Modrić llegó al Tottenham o no habían tocado un balón cuando ya sumaba decenas de capitanías con Croacia. Por eso, fruto del respeto de aquellos que le conocen, y fruto de la lejanía de los que no han vivido sus milagros, España pudo arrancar contestona, dominante, vigorosa, joven y risueña… hasta que la veteranía balcánica redujo pulsaciones y equilibró el tablero. Ahí, justo en ese momento, los croatas se despistaron la cantidad de segundos exacta que hace falta para que un país entero pueda ilusionarse con levantar su cuarta Eurocopa.
Fabián recogió el desajuste ajedrezado, cuyas piezas se salieron del tablero, en el centro del campo, filtró un balón tenso, exacto y preciso a un Morata que, en un control y un toque posterior que no había encontrado red hasta hoy, se deshizo de los males, los traumas, las angustias y las ansiedades. Es el capitán de España, es su líder y es uno de los jugadores por los que pasan las opciones nacionales de volver a tocar el cielo.
Morata, el máximo goleador español en las Eurocopas, el tercero que más ha anotado en el torneo de selecciones por excelencia del Viejo Continente, el mismo que se posiciona en cuarto lugar en la tabla de goleadores históricos, abrió la lata, cambió el partido y puso la pista de despeje a una ilusión que, en los siguientes minutos, cogió suficiente fuerza como para alimentar la maquinaria de un país durante las próximas semanas.
En ventaja, España volvió a entregarle el balón a Lamine, que hizo lo propio con Pedri. El extremo 16 años (sí, el más joven en todo) bordó todo lo que necesitaba su equipo y lo replicó una y otra vez a las mil maravillas. Recibir, esquivar, atraer y soltar. Cerca, el mejor receptor, en forma para convertir el equipo de España en un potencial contendiente. Pedri por dentro volvió a detener el tiempo y trasladarle el balón a Fabián, que culminó el partido cierrabocas con un golazo, reverso sobre Luka incluido.
Más de lo mismo ocurrió con Cucurella, que se reivindicó con un ejercicio defensivo mayúsculo, jugando a imitar la presencia e intensidad de su homólogo Carvajal en la banda derecha. Con mucho ruido a su alrededor, el lateral del Chelsea estuvo discutido desde el mismo momento de la convocatoria. Por supuesto, también cuando se anunció su titularidad. Y nada, el tipo lo bordó. Pura concentración, clave en un equipo que necesita de los duelos y que presiona de manera tan valiente y agresiva.
De hecho, España se permitió perder la posesión de balón en un partido (46%-54%) por primera vez en los últimos… ¡¡¡16 años!!! El último rival que le ganó la posesión a España fue Alemania, en la final de la Eurocopa de 2008 ante Alemania (46%). Finaliza así una racha de 136 duelos con mayor posesión que puede ser el presagio de algo más grande. El cambio de estilo definitivo. No hace falta balón, solo eficacia, velocidad. Extremos y presión.
Volviendo al sector derecho, donde Carvajal cumplió como el mejor del planeta en su puesto, Lamine, esta vez, en lugar de devolver el balón dentro, lo colocó en el punto de penalti. Zona de especialistas, de atacantes y de centrocampistas llegadores, pero por allí apareció Dani Carvajal para cerrar un partido que no tuvo más historia. Un poquito de emoción, a modo de preparación para lo que pueda venir, obra de Unai Simón, que montó el taco y lo resolvió sin inmutarse, y a casa. O al hotel, porque queda España para rato.