Mendilibar vuelve a reinar. Lo imposible volvió a suceder. El milagro de la humildad esta vez sembró la alegría (y todo lo demás) en Grecia para entregar al Olimpo de El Pireo el primer título europeo de su historia. Todo un drama griego, repleto de giros, héroes, vencedores y vencidos. De mitos que se alzan entre humanos, como nuestro ‘Mendi’, y humanos que se convierten en mitos, como El Kaabi, que selló su gloriosa temporada con el tanto definitivo que coronó a Olympiacos y hundió a la Fiorentina, tal como le ocurrió el curso pasado.
🇬🇷 OLYMPIACOS HAVE WON THE EUROPA CONFERENCE LEAGUE! 🏆#UECLfinal pic.twitter.com/eHRfWJ2kqI
— UEFA Europa Conference League (@europacnfleague) May 29, 2024
Mendilibar entra en el Olimpo griego de Olympiacos
Mendilibar lo hizo. Es decir, Mendilibar lo volvió a hacer. Si el hito del año del pasado, cuando terminó levantando la Europa League sin haber entrenado jamás en Europa, recogiendo a un Sevilla en ascuas de sus cenizas para batirse con el Manchester United, y terminar coronando un triunfo surrealista, lo vivido en el OPAP Arena de Atenas, casa del AEK, rival del Olympiacos, un año después, roza lo imposible.
Después de tocar el cielo con el Sevilla en un giro inesperado pero maravilloso de los acontecimientos, que parecía el premio divino a una vida de trabajo, esfuerzo, dedicación, humildad, nobleza y honestidad, José Luis Mendilibar se convierte en el segundo entrenador de la historia del fútbol que consigue ganar dos títulos europeos consecutivos con dos clubes diferentes tras Rafa Benítez, que ganó la UEFA en 2004 con el Valencia y la Champions en 2005 con el Liverpool. ‘Mendi’ hizo honor al legado europeo hispalense e hizo propia la mística del equipo andaluz en Europa para vivir un sueño que, incluso con el metal en la mano, le sonaba ajeno, impropio.
En su dilatada carrera, Mendilibar jamás había dirigido en Europa y ahora, con dos títulos en su haber, apenas lo ha hecho una decena de partidos, no se piense usted. En el primero de los casos, sin restarle mérito alguno al técnico de Zaldibar, que rescató a un Sevilla hundido moralmente y descompuesto tácticamente, todo sonaba común y la hegemonía que el club hispalense ha instalado en la Europa League podría generar una inercia de por sí ganadora-
Bien, ¿y ahora? Mendilibar salió de Sevilla y aterrizó en un Olympiacos que, además de tener problemas mundanos, tiene también conflictos extraterrenales, divinos y mitológicos. Cosas de griegos. Y nada, más de lo mismo. Otro run por Europa, esta vez por la Conference, tan o más improbable que el anterior, con remontadas históricas, goleadas apabullantes y cascadas de emociones que enfervorizaron a las masas de El Pireo. ‘Mendi’ tocó el cielo con los pies en el suelo y el mundo no tuvo más remedio que bajar al suelo para rendirse a sus pies.
El Kaabi, cosa de dioses
En un año en el que Olympiacos ha coronado la UEFA Youth League y ha rozado el título de Euroliga de baloncesto, cualquiera diría que los griegos (fue Panathinaikos quién batió al Real Madrid en las canastas, por lo que todo queda en casa) se han puesto las pilas para honrar el mayor título deportivo de la historia de la nación: este verano se cumplirán 20 años desde que la Grecia de Charisteas y Karagounis venciera a la Portugal de un tal Cristiano Ronaldo, allá por 2004.
Y como si de una cuestión personal se tratará, esta historia, además de ‘Mendi’, tiene un héroe: Ayoub El Kaabi. Goleador en la final, goleador en la competición y, en general, goleador. El marroquí, de hecho, firmó su peor actuación en el momento más determinante, anulado por Milenković y Martínez Quarta. Desaparecido, lejos del área, endeble en los duelos y muy impreciso en los contactos. No pintaba a noche consagratoria para el bueno de Ayoub, pero a quién le importa lo que pintara.
Mendilibar necesitaba cómplices en su fantabuloso cuento de hadas y El Kaabi vivió su propio sueño. Con este contexto de desolación, en el que el jugador más decisivo de la competición no aparece y se va apagando a medida que pasan los minutos, el desenlace solo podía ser uno: minuto 116 de la prórroga, gol de El Kaabi. De hecho, el tanto del marroquí, es el más tardío en una final europea desde el que anotó Diego Forlán ante el Fulham en 2010.
Además de valer un título y suponer un canto de reivindicación que se suma al grito iniciado por Lookman en la final de Europa League, el gol de El Kaabi le sitúa en la élite estadística de los goleadores europeos, pues alcanzó los 11 goles en las rondas del KO y superó la marca histórica de 10 de Benzema (2022), Cristiano (2017) y Falcao (2011).
La otra cara de la moneda, claro, porque estas historias parecen repletas de azar y siempre hay otro lado, es tan dramático como cualquiera se podría imaginar. La Fiorentina cayó cruelmente, casi sin merecerlo, tras contener al mejor goleador de la competición durante 115 minutos. En la prórroga, sin esperarlo. Pero claro, este dolor no era suficiente por sí solo. Había que añadir el drama italiano y recordar que la Fiorentina ya perdió sobre la bocina esta misma competición hace exactamente un año frente al West Ham. Y entonces sí, ya estaríamos todos… excepto el Torino, al que la derrota de ‘la Viola’ dejó sin clasificación para Europa. Así, solo habrá ocho equipos italianos en el ‘Viejo Continente’ el curso que viene, con sus respectivas posibilidades de avivar el drama y fomentar la fantasía.
Enhorabuena, Mendilibar por tu segundo título europeo. Enhorabuena, Olympiacos, por el primero.