FEYENOORD 1-3 ATLÉTICO
⚽ Atlético de Madrid

El Feyenoord se dispara en el pie ante un Atlético de octavos

El Atlético de Madrid es de octavos de final de la Champions League 2023/2024. Esta vez, el héroe no vestía de rojiblanco. O sí, pero no era colchonero, pues los de Simeone vencieron al Feyenoord (1-3) en un partido en el que los locales marcaron dos goles en su propia portería. La Lazio, su rival por el primer puesto, ya espera en la última jornada de la fase de grupos para disputarse el primer puesto.

 

❄️ El Atlético de Madrid enfrió De Kuip

El Feyenoord comenzó apretando. Su supervivencia en la Champions League pasaba por ganar al Atlético de Madrid, y el ambiente era de noche grande en Rotterdam. Por ello, era de esperar que saliese ese cuadro colchonero que tan visto tenemos con Simeone. Tocaba sufrir para ganar. El problema (o ventaja, depende del bando) es que en este Atlético nada es lo que parece. Los rojiblancos llevan casi un año en medio de una metamorfosis a un fútbol más ofensivo, liderados por un magnánimo Griezmann. Avisaron una vez, por medio de un mano a mano que erró Morata. No perdonarían la siguiente, y eso acongojó al Feyenoord. Tal era su miedo que, por evitar que rematase Witsel un balón llovido en el área, Lutsharel Geertruida se marcó en propia. El infierno de De Kuip ya no quemaba tanto.

Con ese 0-1, el Atlético de Madrid era equipo de los octavos de final de la Champions League. Había que defenderlo como fuese. Por mucho que esta reinterpretación futbolística de Simeone les permita construir más y mejor, no dejan de ser obreros que se levantan a las 6 de la mañana. Siguen sufriendo, pero ahora lo disfrutan más. El Feyenoord consiguió hundir a un Atlético que se encontraba cómodo cerca de su área. Los de Arne Slot se chocaban continuamente contra un muro, y seguían haciéndolo con temor. Cada fallo suyo provocaba una contra liderada por Rodrigo Riquelme, por lo que la mejor noticia para ellos era que el tiempo no se paraba. Quedaba menos para reorganizarse en el descanso.

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📉​ Los jugadores del Feyenoord, delanteros colchoneros

El paso por vestuarios se saldó con un cambio del Feyenoord. Salía Igor Paixão, extremo, por un delantero más clásico como Ueda. Las intenciones de Slot estaban claras, pues la sirena antiaérea ya sonaba en De Kuip. El Atlético de Madrid tenía que sobrevivir al bombardeo que estaba a la vuelta de la esquina. Una vez más, los neerlandeses salieron con el cuchillo entre los dientes y rondaron el gol. Y, de nuevo, volvieron a pecar de ingenuos. Oscilando en esa fina línea entre el centro y el chut, Mario Hermoso sorprendió a Biljow con un tanto antológico. Este segundo gol, sumado a la entrada de Pablo Barrios para ganar control del partido, silenció los tambores de guerra locales. Su infierno se había vuelto rojiblanco, pero con firma madrileña y no neerlandesa.

Mario Hermoso Gol Atlético de Madrid

Mario Hermoso fue el único goleador del Atlético de Madrid en una noche marcada por los tantos en propia meta.

Ni Santiago Giménez ni Calvin Stengs, los llamados a liderar la machada del Feyenoord, aparecieron. Los locales intentaban revolverse, como si no aceptasen el final que ya estaba escrito. Solo la arbitrariedad del gol les separaba de la esperanza de cambiar su destino. El Atlético, así como en la primera mitad, parecía sufrir con comodidad. Sarna con gusto no pica, que diría aquel. Daban más sensación de fragilidad que en la primera mitad —aspecto que desesperaba a Simeone en la banda—, pero el gol del Feyenoord seguía sin llegar. La cosa esa que, si el hecho de anotar ya era arbitrario para los neerlandeses, también lo era para el Atlético. En un córner, la relajación de tener los deberes (casi) hechos le puso el tanto en bandeja a Wieffer. Lo de estar cómodos cerca de su área ya no sonaba tan bien.

A la tercera debía ir la vencida para el Feyenoord. Una vez más, De Kuip se transformó en un infierno. Tenía que ser esta. Entonces, el Atlético cogió aire con una falta que lograron en un contragolpe. Podían subir las líneas, dejar respirar a Oblak, y, por qué no, buscar el remate. Molina, el encargado de botar el balón, echo un vistazo al área para encontrar socios. La puso directa al corazón de la misma, y ahí encontró a un aliado inusual. Esta vez no fue Geertruida, sino Giménez, el que se marcó en propia. El que debía haber ganado el partido para el Feyenoord, mandaba al Atlético de Madrid a octavos de final. Tras la eliminación en fase de grupos en la pasada campaña, Simeone solo puede agradecer este disparo en el pie de sus rivales. Entre tanto infierno, ellos fueron los únicos que se quemaron.

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