Si la noche del martes fue aciaga para el fútbol español tras las goleadas que recibieron Girona y Real Madrid, la del miércoles fue todo lo contrario. El Barcelona demostró de nuevo su facilidad anotadora para sumar un triunfo frente al Estrella Roja, mientras que Ángel Correa le dio el triunfo a última hora al Atlético de Madrid sobre el PSG.
Nadie frena al Barcelona
El Barcelona continúa dominando en Europa. Tras un segundo tiempo relajado en el derbi catalán del pasado fin de semana, el equipo blaugrana aplastó 2-5 al Estrella Roja en el Pequeño Maracaná de Belgrado. A pesar del ambiente intimidante, el equipo serbio terminó rindiéndose ante un Barça imparable, que en una segunda mitad arrolladora impuso su ley con una alineación compuesta casi en su totalidad por jugadores formados en La Masía, incluido Pau Víctor, quien también sumó en el marcador. Con este resultado, el Barcelona asciende al sexto lugar en la Champions.
Hansi Flick afrontó el encuentro en Belgrado con tres cambios respecto al partido contra el Espanyol. Koundé regresó a la titularidad, mientras que el técnico optó por darle un respiro a Balde, sustituyéndolo por Gerard Martín, y repitió la fórmula de probar con Hèctor Fort, como lo hizo el fin de semana. En el mediocampo, Flick eligió a De Jong para acompañar a Pedri y Casadó, dejando a Olmo en el banquillo para que Pedri pudiera jugar más cerca del área rival. El Barça apostaba por el control total del partido, con tres centrocampistas puros y sin un mediapunta, buscando mantener a raya a un Estrella Roja que, alentado por su afición, podía salir a por todas.
Desde el inicio, el plan funcionó a la perfección. El Barcelona dominaba tanto en ataque como en defensa y, apenas cuatro minutos después del pitido inicial, Elsnick sintió la presión de marcar al Barça, aunque su gol fue anulado por fuera de juego. Sin embargo, la defensa adelantada con Gerard Martín dejó algunas dudas que luego pasarían factura.
Antes de que se cumpliera el primer cuarto de hora, una falta ejecutada por Raphinha fue aprovechada por Iñigo Martínez, quien rompió la línea de fuera de juego del equipo serbio y anotó el 0-1. El Barcelona tenía el control total. Raphinha, con mucha confianza, envió un córner directo al palo y minutos después falló una ocasión mano a mano con el portero local tras una brillante asistencia de Lamine.
Sin embargo, los desajustes defensivos por la izquierda resultaron costosos. De Jong, algo temeroso en los balones divididos, y la falta de coordinación de Gerard Martín en el fuera de juego permitieron que el Estrella Roja empatara a los 27 minutos. Con el público serbio empujando a su equipo en busca de la remontada, el Barça recuperó la compostura a través de Casadó, Lamine, Pedri y Raphinha. Una jugada entre ellos culminó en un disparo al poste de Raphinha, que Lewandowski, oportuno, cazó para poner el 1-2 justo antes del descanso.
El segundo tiempo fue un despliegue total de poderío blaugrana. En apenas 15 minutos, el Barça selló el encuentro de manera contundente. Lewandowski falló una clara ocasión para el tercer gol tras un pase de Pedri, pero tres minutos después, tras una jugada brillante iniciada por Lamine Yamal y finalizada con una asistencia de Koundé, Lewandowski solo tuvo que empujar el balón para el 1-3. Poco después, Koundé, inspirado, asistió a Raphinha, quien marcó ajustado al palo desde la frontal del área, colocando el 1-4. Con el partido controlado, Flick introdujo a Olmo y Fermín en sustitución de Raphinha y Pedri, y luego a Sergi Domínguez por Cubarsí, quien sufrió un fuerte golpe en el rostro tras un encontronazo con Spajic. El Barcelona no se detuvo, y Koundé, en estado de gracia, ofreció su tercera asistencia de la noche a Fermín, quien marcó el quinto gol.
Con un equipo compuesto casi en su totalidad por jugadores formados en el club (solo Koundé e Iñigo Martínez no provenían de La Masía), el Barça selló una gran victoria en Belgrado, donde a pesar del gol de Milson en el tramo final, el conjunto catalán dejó claro que sigue siendo una fuerza temible en Europa.
Correa, (otra vez) el ángel del Atlético
Oblak extendió el brazo y lanzó el balón hacia Griezmann en un último intento del Atlético de cambiar el destino del partido. Era la última acción, y el equipo rojiblanco estaba listo para transformar su defensa en ataque. El francés, cerca del área, asistió a Correa, quien controló, giró y remató, dejando a un PSG que, a pesar de haber disparado 22 veces, se iba con las manos vacías. Simeone había usado su fórmula ganadora una vez más: San Jan bajo los palos y un Ángel en el ataque. Anoche, en París, el Atleti contaba con un aliado divino, como en aquellas míticas noches de Múnich y Anfield.
Y eso que el planteamiento inicial fue precavido. El Atleti salió sin Koke en otro duelo crucial, como si Simeone ya hubiera iniciado el cambio generacional, confiando en Barrios en lugar del capitán. Luis Enrique, por su parte, apostaba por su característico 4-3-3 con Donnarumma y extremos veloces como Barcola, Dembélé y Achraf. Apenas habían pasado dos minutos cuando Gallagher perdió un balón en defensa, regalando la primera ocasión a Achraf. El Cholo armó a su equipo en un 4-4-2 para protegerse, pero sin Le Normand ni Josema, la defensa tenía más de fino velo que de muralla. Aunque no llovía, la intensidad del PSG hacía que el traje de Simeone ya estuviera empapado desde el principio. El asedio del equipo parisino era imparable.
Antes de llegar al minuto cinco, Dembélé hizo tambalear al Atleti, rozando el travesaño con un potente disparo. El PSG presionaba sin descanso, rodeando al Atlético y dejándole apenas espacio para respirar. El dominio era absoluto, y el equipo de Simeone sufría con constantes pérdidas en su propio campo, como cuando Barrios entregó un balón en medio del campo que Dembélé casi convierte en gol. Finalmente, Oblak no pudo detener un error de Lenglet en el área, quien regaló el esférico a Dembélé para que Zaïre-Emery anotara el 1-0 con un remate preciso sobre Oblak. El lema «Paris est magique» resonaba en el Parque de los Príncipes, transformando el partido en una pesadilla para los rojiblancos.
Pero cuando parecía que el Atlético estaba superado, Giuliano asumió el papel de líder al estilo Simeone, cargado de garra y determinación. Tomó la pelota, avanzó hacia el área del PSG como si marchara al combate, y disparó. Tras un rebote, la jugada se volvió a armar con Nahuel y Julián, y el rechace le quedó a Nahuel, quien definió de zurda y sin cometer mano, según ratificó el VAR. Ese gol fue un renacer para Nahuel y para el Atleti, que, aunque acosado por Dembélé, Barcola y Achraf, mantuvo su fortaleza y aguantó la presión. Al descanso, el equipo contaba con apenas un 28% de posesión, pero mantenía el marcador.
El PSG, agresivo en ataque, dejaba también espacio para las contras. En el segundo tiempo, el Atlético avisó con un centro raso de Nahuel buscando a Julián, mientras Giuliano luchaba cada balón y el PSG volvía a encender su ataque. Asensio, desapercibido, intentó y falló; lo mismo hizo Achraf, y otra vez Oblak; Dembélé probó su suerte, y Barcola también, pero Jan respondió en cada ocasión. Simeone entonces movió el banquillo, dando entrada a Koke, Roro y Reinildo, y el capitán aportó algo de orden al juego, aunque los errores en la salida seguían permitiendo ataques del PSG. Oblak, en una de esas noches heroicas, detuvo disparos a una mano y con la pierna, frustrando al PSG.
Con la entrada de Kang-in Lee, Fabián y Kolo Muani, Luis Enrique buscaba aún más velocidad, mientras que Roro desperdiciaba una contra al perder un pase clave hacia Julián en un dos contra uno. La amenaza sobrevolaba la portería de Oblak, pero el arquero se mantuvo firme, y el PSG no logró romper el empate. Hasta que, en la última jugada del partido, Oblak extendió el brazo y lanzó el balón a la carrera de Griezmann… completando un milagro que parecía imposible.