Osasuna Barcelona J8 245 1
⚽ Barcelona

Osasuna enseña que con la cantera no siempre es suficiente

En una noche mágica en El Sadar, Osasuna demostró por qué su estadio es uno de los más temidos de LaLiga. El Barcelona, líder invicto hasta la fecha, sucumbió ante la intensidad y el juego vertical de los ‘rojillos’ en un partido que quedará grabado en la memoria de los aficionados navarros.

Desde el pitido inicial, se palpaba en el ambiente que no iba a ser una noche más. El equipo de Vicente Moreno salió sin complejos, dispuesto a plantar cara al gigante catalán dirigido por Hansi Flick. La ausencia de Lamine Yamal y Raphinha en el once inicial del Barça, descansando ambos en el banquillo, parecía una invitación para los locales. Las múltiples rotaciones que el técnico alemán introdujo para afrontar su próximo compromiso de Champions con un once de garantías, heredadas de la derrota en Mónaco, nublaron a los azulgranas.

🫶 Una primera parte de ensueño

El primer acto del drama se escribió cuando Bryan Zaragoza, convertido en pesadilla para la defensa azulgrana, dejó atrás a Koundé y sirvió un centro medido. Ante la mirada atónita de Cubarsí, Budimir se elevó como un ave rapaz para cabecear a la red. El estadio rugió, presintiendo que la noche podía ser histórica.

Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. En una jugada que bien podría figurar en las antologías del fútbol, Bryan Zaragoza recibió un pase en profundidad y, con una picardía digna de los mejores regateadores como Neymar o Ronaldinho, dejó sentado a Iñaki Peña con un control orientado de fantasía pura. El 2-0 era una realidad y El Sadar se vino abajo.

Osasuna

El Barcelona, aturdido y sin ideas, buscaba desesperadamente encontrar su juego. Pese a ello, los canteranos blaugranas no pudieron plasmar el estilo y control de sus mayores. La presión asfixiante de Osasuna ahogaba cualquier intento de reacción. Hansi Flick, desde la banda, gesticulaba buscando soluciones que no llegaban.

🔴 Osasuna no tiembla y termina la faena

Tras el descanso, el conjunto culé pareció despertar de su letargo. Un error garrafal de Sergio Herrera permitió a Pau Víctor acortar distancias, insuflando algo de esperanza en las filas catalanas. Sin embargo, el sueño de la remontada se desvaneció tan rápido como había surgido.

Budimir, el héroe de la noche, no perdonó desde los once metros tras una clara falta de Sergi Domínguez. El 3-1 fue un mazazo para las aspiraciones barcelonistas. Y cuando Abel Bretrones firmó una obra de arte desde fuera del área para el 4-1, la sentencia parecía definitiva.

Un destello de calidad de Lamine Yamal, que había ingresado en la segunda mitad, puso el 4-2 en el marcador. Pero era demasiado tarde. Ni siquiera el remate de Ferran Torres al palo en el tiempo añadido pudo cambiar el desenlace de una noche mágica en Pamplona.

El pitido final desató la locura en las gradas. Osasuna había conseguido lo que parecía imposible: frenar en seco la racha de siete victorias consecutivas del Barcelona y extender su propia imbatibilidad en casa a siete partidos.

Esta derrota pone fin a la imbatibilidad del Barça en liga y plantea dudas sobre la capacidad del equipo para mantenerse a flote cuando los puntales ofensivos tengan que descansar, por prudencia y obligación, en una temporada que se presupone muy, muy larga.

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