Es oficial: el Madrid está en crisis. Es el segundo empate del curso tras el que sufrió ante el Mallorca en el debut, con el que el equipo blanco ya se queda a 4 puntos de distancia del Barcelona, que ha firmado un pleno con 9/9 de puntos, acaecido en Gran Canaria ante una fantástica Unión Deportiva Las Palmas (1-1). Marcó Alberto Moleiro para los canarios, en un día en el que los dos mejores atacantes del partido vestían de amarillo, Sandro Ramírez y Oliver McBurnie, y ambos se fueron sin el premio de la red, pero sí con la recompensa del trabajo bien hecho ante Mendy, Rüdiger y Militão. Empató, de milagro Vinícius Jr. al apropiarse un lanzamiento de penalti que en ningún caso debe servir para camuflar los gravísimos problemas que generó a su equipo. Estos primeros pinchazos podrían ser una anécdota de no ser porque entroncan directamente con las sensaciones y el nivel de juego, pésimo, de un equipo claramente desacompasado en el que la sensación es que no hay plan, rumbo ni dirección.
Vinícius, principio y final de los problemas del Madrid
Lo que debía ser un trámite para los de Ancelotti se convirtió en una pesadilla táctica que terminó por poner en entredicho el liderazgo del técnico italiano y la complementariedad de sus estrellas. Incluso su nivel o idoneidad, particularmente en Vinícius, porque por más que ningún otro merengue estuviese especialmente acertado, el ‘7’ jugó partido sangrante que lastró al equipo.
Apenas se habían acomodado los espectadores en sus asientos y los jugadores sobre el espeso césped del Estadio de Gran Canario cuando la joya canaria Alberto Moleiro hizo de las suyas. Primera llegada, primera estocada. La respuesta del Real Madrid fue un caos táctico que evidenció la falta de ideas de Carlo Ancelotti. El técnico italiano, casualidades de la vida, de repente, pareció haber perdido ese algo indescifrable por el que todo parecía funcionar mágicamente. Sus decisiones desde el banquillo, incomprensibles e incoherentes. Brahim, que salió de inicio junto a Modrić, por la ausencia de Bellingham y el descanso de Rodrygo, fue un lastre, aunque el principal problema vino derivado del lado opuesto, allí donde vive Vinícius, que contaminó todo a su alrededor.
Vinícius simboliza este amago de crisis. En este arranque de curso es una sombra de sí mismo. Su actuación en Las Palmas fue un compendio de decisiones equivocadas, controles defectuosos y una alarmante falta de chispa. Sobre todo, de tensión, de concentración y de acierto en casi cada acción, a excepción del penalti. Que Vinícius cope el sector izquierdo mueve a Mbappé y a Rodrygo de su zona favorita. Y si, además de adueñarse de la banda, no la aprovecha, el Madrid tiene un problema. Y Ancelotti, otro. Su niño mimado, con quien se le vio notablemente frustrado, es el foco de los conflictos. A pesar de que, por sus decisiones, es intocable, el técnico italiano se ha visto obligado a relegarle al banquillo con el partido sin resolver. Imagínense.
Endrick, en sus cinco minutitos de rigor, pudo resolver el encuentro en los dos balones que tocó… de la misma forma que el Madrid pudo pifiarla, más todavía. El gol anulado a Viti Rozada en los minutos finales por un ajustado fuera de juego fue un espejismo de la suerte que aún acompaña a los blancos. Este empate es un golpe directo a la moral de un equipo que parece empeñado en demostrar que apenas ha empezado a carburar y que si no lo hace pronto, tal vez ya no tenga tiempo para hacerlo.
