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El penúltimo baile de Luka Modrić en el Real Madrid

Tras Wembley, pase lo que pase, se abrirá una nueva era en el Real Madrid. Será el último partido de Toni Kroos con el Real Madrid, por lo que poco más se puede añadir después de todo lo que se ha escrito sobre el alemán. Su retirada implica la proximidad del final de los jerarcas de la Champions, aquellos sobre los que se edificaron las cinco Copas de Europa en una década. Al menos, para fortuna del madridismo, quedará un pequeño reducto en el centro del campo. Todo apunta a que Luka Modrić seguirá y que tendrá minutos en la final. Su penúltimo baile como madridista no ha hecho más que empezar.

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El Real Madrid lleva un tiempo preparando lo que será su futuro sin Kroos. Todo apunta a que Fede Valverde será el heredero de semejante trascendencia en la circulación de balón. Pese a ello, que el trasvase llegase este año no estaba dentro de la transición dulce que estaba planeada en la Castellana. Necesitan un nexo, un nuevo mentor que guie al uruguayo en los últimos pasos de su formación. Ahí ha aparecido Luka Modrić. Sin ser igual que el alemán, Carlo Ancelotti le ha usado como su sustituto cuando no le llegaba el físico. Y es que, pese a no estar para jugar todo el partido, el croata se ha erigido como un excepcional revulsivo.

Su relevancia desde la segunda línea se observa en las eliminatorias de Champions de esta temporada. Salvo en el partido de ida de los octavos, ha tenido minutos en todos los choques. Curiosamente, su entrada siempre se dio en momentos decisivos de los partidos. Es el sexto hombre del baloncesto, pero en un equipo de fútbol. Ya buscase cerrar el resultado (como contra el Leipzig) o remontar (como contra los demás), Modrić siempre ha sido la solución de Ancelotti. Pese a no ser un revulsivo más lógico como es Brahim Díaz, le ofrece a los suyos otro tipo de aspectos que también ayudan a cambiar el rumbo del encuentro. Apuesta por el control y no por la anarquía, lo que ayuda a ser el necesario contrapeso del equipo cuando el balón quema.

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Luka Modrić ya no es tan relevante en la primera unidad, pero sigue siendo de un valor incalculable.

El tema de los cambios en Champions no se queda ahí. Además de entrar siempre en minutos importantes, siempre lo ha hecho para darle descanso a Kroos. No han coincidido en el campo durante las eliminatorias de esta temporada. Ancelotti, tras caer estrepitosamente con ellos en 2023, decidió racionar sus minutos. Comprendió que ya no podía ganar con ambos en el campo, que lo del 2022 fue un viaje al pasado irrepetible. Si comenzaba uno, el otro esperaba en el banquillo. Fue doloroso el romper semejante pareja de interiores, pero sobre sus beneficios se ha edificado el éxito de esta temporada. Modrić, al aceptar su cambio de rol, ha sido el motor en la sombra.

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Con semejante historial, se prevé que en Wembley sea el relevo de Kroos. Su entrada, paradójicamente, marcará el final de la carrera del alemán en el Real Madrid. Cosas de la vida. No obstante, su labor no será de organizar un comité de despedida a su compañero. Ante el Borussia Dortmund y su más que previsible bloque bajo, la energía de Modrić se antoja tremendamente necesaria. Ya sea para defenderse con el balón, buscar un mayor ritmo en la circulación de balón o ir a por la remontada, saldrá a ganar en lo que será su penúltimo baile en el Real Madrid.

No deja de ser extraño que Luka Modrić no vaya a ser titular en una final del conjunto blanco, pero no deja de ser fruto de los tiempos que corren. Su carrera es un auténtico hito de la longevidad en el fútbol de élite, y ni con esas puede aguantar el ritmo de un partido entero. Así, entre unas cosas y otras, se ha visto obligado a aceptar un rol secundario. Las últimas informaciones apuntan a que es una aceptación plena, tal y como sucedió con Marcelo hace un par de años. Sabe que ha pasado de ser el cerebro del equipo al corazón del vestuario.

Lo de Wembley será su penúltimo servicio para el Real Madrid, pues el último será el que comience el curso que viene. Será el mentor de la generación que viene. Modrić cogerá el testigo de Kroos para dirigir a Valverde y al resto. Ganen o pierdan en Wembley, de su mentoría saldrán el resto de finales que alcancen. Funcionará como un nexo de unión entre lo que se ha conseguido y lo que se conseguirá en la Castellana. Como en su carrera, dará un pase para que otro continúe la jugada. Ese envío, al igual que cuando va vestido de corto, dejará a su compañero con ventaja y en una posición inmejorable. Así lo hizo desde su primer servicio, y así lo hará en su dos últimos bailes con el Real Madrid.

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