El Real Madrid ha alcanzado la plenitud que su plantilla sugería desde el inicio de la temporada. Después de meses de trabajo y sacrificio, el equipo ha encontrado su mejor versión y, ante el anterior campeón de Europa, ofreció una actuación de autoridad absoluta. Nunca antes un equipo dirigido por Guardiola había sido sometido con tanta contundencia. Por precisión, intensidad, instinto y ambición, el conjunto blanco firmó una de sus noches más brillantes, con un Kylian Mbappé estelar que dejó claro por qué ha llegado al Santiago Bernabéu.
Un gol tempranero de Mbappé
La superioridad madridista quedó patente desde el arranque. Hace menos de un año, una genialidad de Bernardo Silva desmontó los planes blancos. Esta vez, fue Raúl Asencio quien sorprendió con un pase milimétrico al espacio entre Rúben Dias y Stones, permitiendo a Mbappé aprovechar la duda del central portugués para picar el balón ante la salida de Ederson. Apenas habían transcurrido cuatro minutos y el Madrid ya doblaba la ventaja obtenida en Manchester.
Guardiola, fiel a su estilo, innovó en su planteamiento. Si en la ida dejó fuera a sus nuevos fichajes, en la vuelta apostó por los tres más caros: Khusanov en el lateral, Nico en el eje defensivo y Marmoush en punta, cubriendo la baja de Haaland. El City intentó controlar el balón y aumentar la presión, pero se topó con un Madrid eléctrico en ataque y solidario en defensa. Ceballos volvió a brillar en la distribución del juego, mientras que Tchouaméni ofreció una lección táctica cortando líneas de pase. Ancelotti confía en él como equilibrio en un equipo repleto de talento ofensivo. Incluso el francés se animó a participar en ataque, sirviendo un pase al espacio a Mbappé, cuyo disparo fue despejado por Ederson.
El compromiso de Bellingham y Rodrygo en la presión fue clave para sostener el bloque. Entendieron que recuperar la pelota es el primer paso para desatar su potencial ofensivo. Pasada la media hora, el Madrid ejecutó una jugada coral de manual: presión en el medio, Bellingham filtró un pase a Valverde, Vinicius recibió en la banda y cedió a Rodrygo, quien encontró a Mbappé en el área. Con la frialdad de los elegidos, el francés amagó y definió con precisión para firmar el 2-0. El Bernabéu enloqueció.
El City sintió el golpe y perdió además a Stones, un jugador clave en la salida de balón. Guardiola intentó reaccionar con ajustes tácticos, liberando a Foden y moviendo a Savinho a la izquierda. Durante unos minutos, el City presionó más arriba, obligando a Courtois a jugar en largo, pero el Madrid, cuando lograba salir, imponía su calidad. Valverde, imponente en su banda, sirvió un centro medido para Mbappé, pero Ederson volvió a responder con una gran intervención.
Uno, dos… y tres tantos de Mbappé
La sentencia era cuestión de tiempo. El Madrid manejaba la posesión con autoridad, y cuando aceleró, liquidó el partido. Valverde dio un pase al primer toque, Mbappé recibió en la derecha, fintó con una bicicleta y definió con un disparo ajustado al palo. 3-0 y partido cerrado. En la media hora restante, el equipo bajó el ritmo, aunque Vinicius intentó sumarse a la fiesta con un par de intentos bien detenidos por Ederson. Desde la grada, se escucharon cánticos irónicos dirigidos a Guardiola, primero con un tono inapropiado y luego con un más amigable «Guardiola, quédate».
Pep movió el banquillo buscando dosificar esfuerzos, aunque Foden, que tuvo la mejor ocasión del City en el minuto 76, no pareció entenderlo. Ancelotti también hizo cambios para que el Bernabéu ovacionara a sus mediocampistas, Ceballos y Tchouaméni, y rindiera pleitesía a un Mbappé imperial. Con una plantilla en estado de gracia, el Madrid demuestra que no piensa ceder su trono en Europa.
