El Real Madrid y el mercado de invierno de este enero parecen estar destinados a entenderse. Al menos para conseguir levantar una situación que no es ni mucho menos la mejor. Ya no solo por el momento que atraviesa Carlo Ancelotti, cada vez más fuera del cuadro blanco, sino porque el Real Madrid necesita con urgencia la llegada de nuevos nombres que alivien y solucionen el panorama deportivo.
Un panorama que, con la derrota consumada ante el Athletic, los pinchazos en Champions y la difícil vista de cara al gol con un negado Mbappé, los de Florentino Pérez están abocados a reforzarse durante el mercado invernal. Mucho se ha hablado de jugadores como Alexander-Arnold, aunque también de incorporar a futbolistas desde la cantera. Pero no va a ser fácil. En las últimas ocasiones de este hecho, el negocio de los madridistas ha sido bastante ruinoso.
El Real Madrid no es el mejor amigo del mercado de invierno
Durante el mercado de invierno, contra todo pronóstico, se ha hecho una cantidad más que considerable de incorporaciones. Algunas de estas llegando a convertirse en leyendas del club más importante de la historia. Sobre todo nombres importantes como Brahim Díaz, Higuaín, o leyendas como Marcelo.
Ellos son solo algunos futbolistas que han pasado por el Real Madrid a partir del mercado invernal y que sí han salido bien. Pero, por el lado contrario, sabemos decir que las malas incorporaciones han sido muchas más. De ahí que Florentino Pérez no haya acudido a esta ventana desde hace varios años.
Faubert, una de las mayores pifias del Real Madrid
Faubert llegó del West Ham en enero de 2008. Y poco más. Eso es todo lo bueno que se puede decir del francés en su paso por el Real Madrid, entonces a las órdenes de Juande Ramos. Los blancos se hicieron con el jugador, pero al poco de su llegada todos vieron que no era un futbolista acorde con el club.
Nunca estuvo al nivel, siquiera, de lo peor que tenía el Real Madrid en aquel equipo. De hecho, por aquel entonces, algunos jugadres mantuvieron que «bastante tenía con devolvernos el balón», apiadándose de un déficit de calidad galopante a todos los niveles. Su cesión costó un millón y medio de euros y apenas disfrutó de seis meses en el Bernabéu: jugó dos encuentros, y los dos como suplente. Regresó nuevamente al West Ham.
Thomas Gravesen
En la temporada 2004-2005, el Real Madrid atravesaba un difícil momento. El FC Barcelona de Ronaldinho, Deco, Giuly, Deco, Eto’o y un jovencísimo Leo Messi les habían comido la tostada, y los culés se presntaban realmente como los mejores del momento. Los blancos, con Vanderlei Luxemburgo al frente, no encontraban su sitio. Algunos culpaban a un centro del campo (Beckham, Figo, Zidane, Raúl…) poco solidario y por ello buscaron en el mercado de invierno un nuevo músculo.
Lo encontró en Thomas Gravesen, medio danés del Everton por el que el se pagó 3,4 millones de euros. Su aspecto fuerte, su forma de jugar al límite del reglamento y su temperamento le habían granjeado varios sobrenombres: El Ogro, Shrek…
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Le dio cierto empaque al equipo blanco, pero el salto de calidad que había entre él y Zidane, su compañero de posición, era demasiado evidente. Para el recuerdo quedó La Gravesinha, su famoso regate aprovechando su caída ante el Sevilla. Estuvo en el Bernabéu una temporada y media, jugó 49 partidos y marcó un gol.
Antonio Cassano
Antonio Cassano llegó en el mercado invernal de la temporada 2005-2006, con López Caro de entrenador. Delantero italiano de grandes cualidades pero nulo compromiso con el equipo y consigo mismo. En la capital de España le llamaban el ‘zampabollos’, por su amor a la repostería. Con siete kilos de más llegó a la entidad blanca.
Su campaña y media en el Real fue anecdótica. El propio futbolista, pasados los años, la definió así: «En Madrid se vivía muy bien. Muchas chicas guapas y mucha comida. Me gustaba que me acompañaran, pasáramos un rato juntos y después me subieran un bollo a la habitación. Mi día perfecto está formado por sexo y comida», decía años después. Pagaron casi 6 millones de euros a la Roma.
Lucas Silva
En 2015, el Real Madrid firmó a Lucas Silva, centrocampista brasileño procedente de Cruzeiro. Los 13 millones de euros supusieron una losa desde el principio y la presión terminó por ahogar a un jugador de cuya técnica exquisita hablaba todo el mundo.
No pudo ser y, tras varias cesiones, acabó abandonando el club para buscar mejor suerte. Pasó por varios clubes, incluso se quedó sin equipo en 2020 antes de llegar al Gremio. Actualmente, a sus 31 años, milita en el Cruzeiro, su entidad de origen. Fue uno de los últimos ejemplos de que no todos los jugadores pueden aguantar la responsabilidad de jugar en el Real Madrid.
100 millones de las antiguas pesetas fue lo que pagó el Real Madrid al Estrella Roja de Belgrado por los servicios de Dejan Petkovic, conocido también como Rambo. Formó parte del Real Madrid de los Mijatovic, Suker, Roberto Carlos, Panucci y compañía.
Fue el primer fichaje de Lorenzo Sanz como presidente blanco. Llegó en la temporada 1995-1996 como una futura estrella del fútbol y se fue dos años y medios después estrellado. Acabaría jugando sólo 5 partidos de liga en el Real Madrid.
Ante ello, y aún de no cuajar en el Santiago Bernabéu, probó suerte en el Sevilla y Racing, donde se marchó cedido, pero tampoco tuvo ningún protagonismo. «Petkovic no tiene calidad suficiente para jugar en el Madrid y se lo he dicho», ejecutaba públicamente Capello. Las broncas que le echaba en la vieja Ciudad Deportiva eran conocidas por todos.
Perica Ognjenovic
Estaba entre él y un joven Eto’o, y Lorenzo Sanz apostó por el balcánico en enero del 1999. El átomo, como era conocido, llegó para sustituir a Mijatovic, pero por lesiones, tan sólo jugó un partido. Luego alcanzó a disputar 18 en la temporada siguiente, con un gol anotado. Y en enero del 2001 se marchó al Kaiserlauten.
El Real Madrid pagó por él 400 millones de pesetas en aquel mercado de fichajes de invierno. Por entonces, Perica Ognjenovic había llegado como una joven promesa y un fichaje ilusionante, pero acabó denunciando al club que apostó por él. El Real Madrid no le había inscrito y el serbio se acogió al Decreto 1.006, que permite al jugador marcharse en libertad a pesar de tener contrato. Finalmente, se fue el 6 de agosto de 2001 sin despedirse de nadie.