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Un Real Madrid acertado frena la racha del Atalanta

El Real Madrid todavía puede colarse entre los ocho mejores, aunque Ancelotti, en la rueda de prensa previa al duelo contra el Atalanta, lo diera casi por imposible. Con el conjunto blanco nunca se sabe, como difícil era de predecir que justo llegara su mejor versión contra el líder de la Serie A, que no acumulaba 14 duelos sin perder (9 victorias consecutivas). Mbappé, que se marchó lesionado, Vinícius y Bellingham anotaron para los merengues. Charles De Ketelaere, de penalti, y Lookman pusieron las cosas difíciles (2-3).

Por fin un buen arranque del Real Madrid

Con apenas minuto y medio de juego, Brahim irrumpió por la derecha, habilitó a Mbappé, y Carnesecchi desbarató la acción con una mano providencial tras un disparo sin ángulo. No fue solo una ocasión, sino un aviso: el Real Madrid parecía dispuesto a desatascar el juego y apostarlo todo en su habitual estilo extremo. Diez minutos después, la historia se repitió: Brahim filtró un pase interior hacia el francés, quien, con un control orientado magistral, remató raso y letal para el 0-1. Era Mbappé en su mejor versión, después de liberarse emocionalmente en Canal+. Brahim, como en Girona, inició la ofensiva, y el Madrid campeón dio destellos de su pasado glorioso… aunque solo por quince minutos. Luego, se alternaron frío y calor.

Los traumas del Real Madrid en el mercado de invierno

Ancelotti no pudo resistirse a incluir al convaleciente Vinicius, ese soldado universal que actúa como un ejército en sí mismo. A pesar de estar al 50%, fue alineado en un once de máxima seguridad: Tchouameni ocupó el lugar de Asensio, mostrando preferencia por la experiencia sobre la promesa; Ceballos reemplazó a Modric para imprimir velocidad, y Brahim superó a Rodrygo gracias a su mayor sacrificio defensivo. El esquema, un 4-2-3-1, tuvo a Bellingham como un agente doble: mediapunta en ataque e interior izquierdo en defensa, una asimetría necesaria para aprovechar a Vinicius, un jugador de un solo sentido.

Por su parte, Gasperini, un valiente empedernido, no modificó su plan pese a la jerarquía del rival. Su presión individual, que comienza desde el área rival, busca que el partido se desarrolle en campo contrario, el único lugar donde su equipo está a salvo. Este enfoque, audaz incluso para un técnico italiano, le ha transformado de excéntrico a referente, llevando a un equipo vendedor con la cuarta plantilla más modesta de la Serie A a competir de tú a tú. En esta ocasión, dejó a su goleador Retegui en el banquillo, optando por Lookman, más rápido y menos estático, para un duelo que prometía espectáculo: ritmo para el Atalanta, espacios para las gacelas del Madrid, y oportunidades para el deleite de los aficionados.

El Madrid comenzó fuerte en este duelo alpino, tanto por el entorno como por el rival. No solo fue el gol inicial, sino el plan de juego: balones largos para un Mbappé imparable y un Vinicius discreto, buscando desarmar a un Atalanta cuya debilidad es la defensa. Ese primer cuarto de hora modélico dio paso a una reacción italiana. Superado el impacto inicial, el Atalanta cambió el ritmo y acumuló ocasiones, con De Ketelaere como protagonista neutralizado por Rüdiger, la fortaleza defensiva del Madrid esta temporada.

Un error… y empate a uno

El cambio de tendencia quedó claro: el Madrid retrocedió, perdió la iniciativa, y Brahim y Mbappé desaparecieron, mientras Rüdiger se agigantaba. En este contexto llegaron dos golpes: Mbappé se lesionó, dejando dudas sobre su carga física, y Tchouameni cometió un penalti innecesario sobre Kolasinac en el descuento del primer tiempo. De Ketelaere no perdonó: 1-1.

Dos zarpazos sentenciaron el duelo

Rodrygo entró en el segundo tiempo, pero su fría reaparición tras la lesión se notó. El Madrid, sin la chispa inicial, se hundió en un laberinto hasta que un golpe de suerte lo rescató: un despeje defectuoso de Djimsiti rebotó en De Roon, dejando a Vinicius solo ante Carnesecchi. El brasileño, casi ausente hasta entonces, resolvió con un disparo raso. Apenas tuvo tiempo el Atalanta para reaccionar antes de que Tchouameni, jugando como central, enviara un balón largo a Bellingham. El inglés, líder absoluto, superó a De Roon con un movimiento de cadera y anotó el tercero.

El partido se transformó en un duelo abierto. Lookman recortó distancias con una acción similar a la de Bellingham, y los últimos 30 minutos se jugaron sin tregua. Rodrygo y Brahim desperdiciaron ocasiones que habrían evitado el asedio final del Atalanta, que, con piernas frescas, arrinconó a un Madrid fatigado. Ancelotti tardó en mover el banquillo, introduciendo a Asensio y Modric solo en los últimos siete minutos, cuando el equipo ya estaba contra las cuerdas. El pitido final llegó como un alivio. El Madrid, tambaleante pero eficaz, se llevó la victoria y aseguró su clasificación, aliviando sus números rojos.

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