La primera jornada siempre es un nuevo comienzo. Lo del pasado da igual, pues solo importa lo que va a suceder. Así, es el momento perfecto para empezar una columna de opinión después de cada jornada. Es el caso, claro, de esto que estáis leyendo. Aunque también hay que decir que este arranque de temporada también puede servir para lo contrario. Volver a empezar implica en más ocasiones de las esperadas ver que no ha cambiado nada. Y si hemos puesto un ejemplo del cambio y los nuevos comienzos, toca poner otro de lo contrario. La celebración de Bellingham en San Mamés demostró que no hemos cambiado absolutamente nada.
🔙 Lo de Bellingham ya lo habíamos visto
Para el que se lo haya perdido, el inglés cuajó un partido espléndido en San Mamés para abrir boca en el arranque liguero. Ahí tenemos otro ejemplo de un comienzo positivo. El problema, paradójicamente, llegó con el mejor momento del fútbol: el gol. Se señaló el escudo, corrió hacia el fondo en el que había marcado e hizo su celebración de toda la vida. No hemos cambiado tanto, ¿eh? Pues esto, extrañamente, encabronó a la (en su mayoría) señora grada de San Mamés. Cierto es que era el fondo de animación del Athletic, donde la media de edad se acerca más a la de Bellingham que al que lleva 50 años de socio… pero la reacción es injustificable. Por desgracia, lo de Vinícius a lo largo del año pasado tampoco ha cambiado nada. Si celebrar durante el mejor momento de este juego es provocación, apaga y vámonos.
Y es que la celebración de Bellingham es más una mirada al tendido, una muestra de su superioridad. Ni baila ni hace volteretas, solo mira a la grada, consciente de su grandeza. Está tocado por una varita. Él lo sabe, nosotros lo sabemos y los chavales de la grada de animación también lo sabían, porque lo sufrían. No podemos hacer nada al respecto, solo aplaudir. Ojo, esto no es solamente en contra de lo que hizo ese sector de la afición del Athletic. Ha pasado mil veces y seguirá pasando. Da rabia que metan gol en tu cara y en la celebración se recreen en su condición de semidioses. A todos se nos ha ido la cabeza en el campo. Y a quién no, que tire la primera piedra. La reacción de Muniain al recriminar al inglés, sin ir más lejos, es tan humana como reprobable. El primer paso, como todo, es asimilarlo.
❌ Sin celebraciones no hay fútbol
Luego, para escapar del chaparrón, he llegado a leer el argumento de «no teníamos por qué saber que Bellingham celebra así». Permitidme dudar que, en la era del FIFA (lo siento, EA, lo voy a seguir llamando así, como seguiré llamando Twitter a X) y del fútbol ultraprocesado y consumido por TikTok, nadie conociese la forma de celebrar de uno de los jugadores más hypeados del mundo. Llamadme malpensado, pero si yo me sé la bandera de todos los países de África por el Ultimate Team, ellos saben como celebra Bellingham.
Toca asimilar el problema que hay en España, porque estas cosas solo pasan aquí. No se hizo con lo de Vinícius, así que mejor hacerlo cuanto antes; mejor hoy que en la siguiente ocasión. Ha habido muchas buenas palabras y pocas acciones, por lo que toca trabajar para hacer de los campos lugares mejores. No consiste en señalar a nadie, sino en pensar sobre por qué nos comportamos así en algo que objetivamente nos divierte y hace felices.
Demasiados problemas hay como para mosquearse por la celebración de un gol. Es cortarnos las alas en un momento de liberación e intercambiar la adrenalina por frustración. Y es que, además, hablamos de fútbol, ese deporte que siempre permite una revancha. Si celebran en tu cara, ya podrás marcar tú y hacer lo propio. El resto son polémicas ridículas. No podemos quitarle ese picante al fútbol, pues es uno de los ingredientes que hace que el gol sepa tan bien y que la maquinaria siga funcionando. Mientras no se pasen ciertas líneas de sentido común (quizás la vara está demasiado alta), todo debería estar bien. Si podemos terminar provocando la censura del gol, ¿qué nos queda? Plantearnos salir mejores del curso que ahora arranca sería un comienzo inmejorable, casi tan bueno como el de Bellingham en el fútbol español.