La semana pasada estuvo marcada por el «madridismo sociológico» de Laporta y la inherente rueda de estupidez que perpetuamos entre todos. Especialmente, claro, en este gran país que es España. La cosa es que, para esta misma semana, toca sacar a palestra otra cosa que también es muy nuestra: hacer el ridículo cuando todos nos miran. Antes del Clásico, fruto de una maniobra de marketing que podía ir muy bien o increíblemente mal, los Rolling Stones hicieron acto de presencia. Aproximadamente dos horas después, conseguimos avergonzar a dos rockstars que han visto cosas que harían vomitar a una cabra. Jugamos en otra liga… y eso merece un ‘Dieguenazo’.
El ‘Dieguenazo’: hablemos del «madridismo sociológico» de Laporta
😢 Los Rolling Stones y el Clásico, un matrimonio extraño
A toro pasado todos sabemos torear, pero era evidente que lo de los Rolling Stones podía acabar mal. En vista de cómo llegaba Jude Bellingham y sabiendo lo ligado que está a The Beatles, podría suponer un nuevo y humillante golpe a la banda de Mick Jagger en su batalla contra los de Liverpool. Pero, al mismo tiempo, podría ser al revés. Si en el Bernabéu se canta ‘Hey Jude‘, en Montjuic apuestan por ‘Start me up‘ para celebrar una victoria contra el máximo rival en el clásico. Era perfecto, aun con el riesgo que conllevaba. Por ello hubo tanta parafernalia, con tifo y aparición en el palco de Mick Jagger y Ron Wood incluidos. Tenían que ver ganar a aquellos que se adueñaron de los Beatles, y de paso visitaban Barcelona. No podía salir mal.
El tempranero gol de Gündogan hizo que se tirasen las campanas al vuelo. No había rastro de los Beatles, y la juerga que se iban a pegar los Rolling Stones iba a ser legendaria. Entonces, ya sabemos todos lo que pasó. Bellingham quitó la sonrisa de su rostro con dos zarpazos. Los Beatles habían remontado en el clásico y en su eterna batalla con los londinenses, todo ello gracias a un chico de Birmingham. Como no podía ser de otra manera, Jagger y Wood agacharon la cabeza. Se había liado la de Dios para que estuviesen en el Clásico, en el partido que más miradas atrae internacionalmente, y habían terminado cabizbajos. España lo había vuelto a conseguir.
Tengo la teoría de que todas las situaciones incómodas y cómicas de la historia ya han sucedido aquí. Lo que para los anglosajones es material para una buena sitcom, para nosotros es un día más. Y esto, irremediablemente, me recuerda a una de mis asignaturas favoritas de la carrera. En Historia de la Propaganda tenía un profesor de esos que te llenan el alma, ya que era un tipo muy viajado y leído. Entendía a la perfección como funcionábamos según nuestra cultura. Y siempre nos decía lo mismo: los españoles tenemos un sentido del ridículo distinto. En mayor o menor medida, pero distinto. Unos años después y en un clásico, me he dado cuenta de que es totalmente cierto, siendo esta faceta lo que nos hace crear tantas situaciones que serían legendarias si hubiese risas enlatadas de por medio.
Esta situación ridícula no era por los Rolling Stones presentes en el Clásico, sino que solamente eran los que pagaron el pato. Todo llegó por esa impresionante virtud de hacer mundano un buen capítulo de ‘The Office’. Solamente nos faltan las confesiones a cámara de los protagonistas para tocar el cielo. Una vez más, la realidad de la sociedad española confabuló para reírse de otros. Esta vez fueron Jagger y Wood en el Clásico, aunque también es un aviso a navegantes para Spotify. Mejor no hacer más promociones en este tipo de partidos, no vaya a ser. O, si las hacen, que sean menos estridentes. Así, al menos evitan a dos rockstars de la tercera edad deprimidos en la noche de Barcelona.