España es tierra de deportistas, más aún en año olímpico. Lejos del fútbol y sin importar la disciplina, vivimos en un país admirable. Lidia Valentín, Saúl Craviotto, Sandra Sánchez… Hay mil ejemplos. Sin embargo, hay otros tantos deportes que yacen a la sombra. En estos, vivir de lo que se genera es una quimera. Es un sueño lejano e inalcanzable, por el que casi no tiene sentido ni luchar por su lejanía. Y, al contrario de lo que podría parecer, no sucede en disciplinas de nicho. El voleibol femenino es uno de los que más sufren esta realidad: sobrevive por la pasión, no por su rentabilidad.
Por esta situación pasa el Korpus Clinic Coslada. El conjunto madrileño es de los más destacados de la 1ª División Femenina, el tercer escalón del voleibol en España. Ellas tienen que viajar por todo el país para competir, pero apenas tienen financiación. De hecho, se tienen que pagar los desplazamientos de su propio bolsillo. Esto, sumado a la situación económica mundial en general y la de nuestro país en particular, lo hace prácticamente insostenible. «Tenemos que pagarnos casi todo», se lamenta Marta Abadín, una de las jugadoras del club del Corredor del Henares. ¿Cómo funciona el deporte en España lejos de lo más alto?

Marta Abadín realiza un saque durante un partido del Korpus Clínic Coslada.
🗣️ «Los patrocinios apenas nos cubren los gastos en las camisetas»
Así como la gran mayoría de los clubes que pertenecen a la 1ª División Femenina, el Korpus Clínic Coslada tiene el nombre patrocinado. Sobra con una búsqueda rápida para ver que es una empresa de estética del mismo municipio. Si se revisan al resto de patrocinadores, el patrón se repite: son negocios de los vecinos. Y es que, dentro de la localidad, el equipo de voleibol femenino es de los que mejor posicionados están. Es por ello que el ayuntamiento de Coslada ha contactado con ellas en más de una ocasión. «Nos dan alguna subvención y nos dijeron que nos ayudarían a conseguir más patrocinios, pero no es suficiente para cubrir nuestras necesidades», explica Abadín. Los patrocinios locales solo sirven para costear las equipaciones y poco más.
El gran problema está en los viajes. En 1º División Femenina de voleibol femenino hay equipos de Canarias y del norte de España, por lo que ni son desplazamientos cómodos ni baratos. Siempre que es posible, tratan de limitar las noches de hotel y de ir con sus propios coches. Es lo más económico, pero da lugar a escenas incompatibles con la competición, como el terminar un encuentro y regresar a Madrid de madrugada. «Una compañera nos comentó que limitásemos al máximo estos gastos, ya que le iba a costar mucho hacerles frente. Yo soy estudiante, y tengo la suerte de que mi familia puede ayudarme a afrontar estos gastos», añade Abadín. Económicamente, el buen nivel del Korpus Clínic Coslada se ha convertido en un inconveniente para sus jugadoras.
Si siguen juntas, es por su pasión. Ni más ni menos. «Somos un grupo muy unido que lleva mucho tiempo junto», comenta la jugadora de voleibol. A base de esa química que hay en el vestuario, las de Coslada se han establecido en la zona noble de la 1ª División Femenina. Y es que, con la poca ayuda exterior de la que disponen, es para estar orgullosas. El único problema es que el ascenso siempre se les está resistiendo al final. «El resto de equipos tienen más presupuesto y pueden hacer algún fichaje. Nos falta ese empujón para lograrlo, nos quedamos siempre a las puertas», señala.

Las jugadoras de Korpus Clínic Coslada han conseguido establecerse en la zona noble de la tabla de 1ª División Femenina.
🔜 ¿Cuál es el futuro del voleibol en España?
«Actualmente, no se puede vivir del voleibol en España. Los mejores se van fuera. A Italia, a Francia, con una beca universitaria a Estados Unidos…», se apena Marta Abadín. Pese a los esfuerzos para que haya equidad en el deporte español, las ayudas no acaban de ser eficaces en el voleibol. Es un deporte conocido, pero deficitario al mismo tiempo. Queda un largo camino para que deje de ser deficitario en su estructura. O que, al menos, sea lo suficientemente rentable como para no hacer un roto en la economía de las jugadoras.
Esa senda a recorrer en el voleibol pinta que no solo será extensa, sino que también será tortuosa. La disciplina, según Abadín, «apenas tiene visibilidad». «No se le da voz a un deporte así. No lo televisan en abierto, de hecho. Tienes que pagar para ver los campeonatos de renombre. El voleibol está en otra categoría diferente», contextualiza. Desde dentro, hace tiempo que ya ha llegado al punto de que su estructura sobrevive por la pasión. El caso del Korpus Clínic Coslada solo es uno de los muchos que habrá en España. Por mucho que hable del espíritu de sus jugadoras, no es algo óptimo de cara a su continuidad en el largo plazo. Y es que, a falta de un milagro económico, solo de amor por el deporte no se puede vivir.