tori penso
🚩 Sala VAR

La designación de Tori Penso para la final del Mundial: una “mala buena idea”

No influyó en el resultado del partido ni tomó decisiones espectacularmente cuestionables. Sin embargo, hay un amplio consenso sobre el hecho de que la labor de Tori Penso, árbitra principal de la final del reciente Mundial femenino ganado por España, fue manifiestamente mejorable.

El asunto tiene su relevancia, porque su designación para la final fue calificada como “inesperada”. Y no por cualquiera, sino por el propio responsable del sistema de arbitraje de la FIFA, Pierluigi Collina.

No quedó ahí la cosa. Además de que resultara, como mínimo, extravagante que la máxima cabeza visible del arbitraje mundial describiera así su designación, Collina remató su propia asistencia declarando que “estamos completamente convencidos que los mejores tienen que arbitrar la final y ella fue la mejor”.

O sea, que en menos palabras que lo que dan dos líneas, el ex árbitro italiano (des)calificó de manera chocante la elección de Tori Penso y, al mismo tiempo, elevó unilateralmente a esta colegiada a la cumbre del arbitraje femenino mundial en detrimento de un amplio grupo de excelentes árbitras que habían hecho un gran trabajo antes y durante el torneo.

Una decisión que no parece tener precedentes

Los excesos verbales de Collina parecieron la reacción desmedida a una decisión también desmedida. Tori Penso ya había arbitrado una de las dos semifinales del Mundial: la que enfrentó a Inglaterra con Australia, con victoria de las primeras. Y no es fácil encontrar antecedentes de que un mismo colegiado o colegiada hayan arbitrado de manera consecutiva una semifinal y la final de un gran torneo internacional. Seguramente, porque no los hay.

Por todo lo dicho, es obligado ver en la designación de Penso algo más que una ocurrencia “inesperada”. Sobre todo, cuando se produce en un organismo tan dado a frecuentes gestos “políticos” de dudosa finura como es la FIFA.

¿Qué quería conseguir su presidente, Gianni Infantino, con su elección (pues no cabe imaginar que fuera ajeno a decisión tan relevante)? Si era tratar de generar una especie de “star system” del arbitraje femenino en cuya cima estaría Penso, la operación, amén de injusta, no podía ser más torpe. Mucho más inteligente (y, sobre todo, más justo) habría sido evitar esa selección “inesperada” y designar para la final a alguna de las colegiadas que ya habían dado prueba de excelente sentido de la profesionalidad antes y durante el torneo. No faltan: la francesa Stéphanie Frappart, la galesa Cheryl Foster, la suiza Esther Staubli…

Más verosímil —aunque no por ello menos torpe e injusto— parece ser que la (doble) designación de Penso se tratara de un intento por dar una especie de “premio de consolación” a la Federación de Fútbol de los Estados Unidos (U. S. Soccer), cuya selección nacional fue apeada del torneo por Suecia en los octavos de final.

La calificación de Penso como “la mejor” habría sido así un melifluo intento para rebajar la frustración de un país que no solo había ganado cuatro de los nueves Mundiales femeninos celebrados hasta ahora, sino que es incuestionablemente el que cuenta con un mayor desarrollo del fútbol femenino en todo el mundo.

“Política” en el peor sentido del término

En todo caso, la decisión habría sido “política”, torpe e injusta fuere cual hubiere sido el resultado de la labor de Tori Penso. Que, por cierto, tampoco fue especialmente destacable ni por lo bueno ni por lo malo.

Por más que aficionadas y aficionados ingleses hayan volcado su frustración en las redes sociales (quejándose amargamente de que Salma Paralluelo no recibiera una segunda tarjeta amarilla por pérdida de tiempo y asegurando que la colegiada llevaba la elástica de la “Roja” debajo de su camiseta de árbitra, cual jugadora número 12 de nuestra selección), lo cierto es que medios ingleses y la propia entrenadora del país, la holandesa Sarina Wiegman, han reconocido con elegancia que España fue ligeramente mejor.

Por su parte, periodistas españoles lamentaron durante el partido la permisividad de Penso con las brusquedades y el escaso “fair play” de algunas jugadoras británicas, su tendencia a seguir el juego desde lejos o su empeño por compensar decisiones erróneas en un lado con decisiones erróneas sen el otro.

Así pues, seis de uno y media docena de otro… A pesar de sus errores, el arbitraje de Penso no influyó en el resultado, acertó en la jugada más importante (el penalti contra Inglaterra), no supuso una mancha indeleble en la trayectoria —por otro lado, más que estimable— de la colegiada ni constituyó ningún caso excepcional en la historia del fútbol mundial. No resultó bueno, pero fue sólo uno de tantos arbitrajes que no lo son.

Cosa diferente es lo que quedará en el “debe” de Infantino, Collina y demás mentes privilegiadas de la FIFA.

Califican los franceses como una “mauvaise bonne idée” esas ocurrencias que tienen la apariencia de ser como muy ingeniosas, muy brillantes y muy maquiavélicas…, pero que al final no son más que estupideces, es decir, operaciones que causan el mal ajeno sin proporcionar beneficio a nadie. La decisión de los responsables de la FIFA ha sido un buen ejemplo.

Ir al contenido