El autocuidado emocional es fundamental. El decálogo que vamos a presentar, recogido por Afforhealt, puede ayudarnos a favorecer la confianza en nosotros mismos y nuestra capacidad para tomar decisiones. Y, en consecuencia, también a reducir nuestro nivel de estrés y a fortalecer nuestra autoestima.
Claves para el autocuidado emocional
— Identifica los síntomas. En primer lugar sería conveniente que identificases cuáles son los síntomas que te acompañan cuando te sientes en tensión o cuando estás estresado.
— Apunta las características que comparten aquellas situaciones que te generan malestar. Es importante conocer y aplicar algunas técnicas encaminadas a lograr reducir la intensidad de las emociones en momentos puntuales.
— Aplica técnicas para reducir la intensidad de las emociones en momentos puntuales. Algunas de las estrategias más frecuentes son, por ejemplo, la aceptación emocional o las autoinstrucciones.
— Toma conciencia de tus rasgos de personalidad. Tomar conciencia sobre tus rasgos de personalidad y sobre el patrón de conducta que sueles llevar a cabo en estas situaciones te ayudará a conocerte mejor.
— ¿Cuáles son los resultados de tus acciones? Una vez trabajados los puntos previos, debes, con la mayor objetividad posible, plantearte cuáles son los resultados de tus acciones.
— Practica la proactividad. La proactividad hace posible que ante una situación definamos una meta y que posteriormente elaboremos una respuesta. Esto implica que seamos capaces de determinar qué porcentaje de esa situación depende de uno mismo. Esto sería lo mismo que responder: ¿qué puedo hacer yo para resolver el problema?
— Concreta tu campo de actuación. Tomar esta estrategia como un hábito te ayudará a concretar tu campo de actuación, a dosificar tu energía y, por tanto, a disminuir tu malestar
— Incorpora hábitos saludables a tu vida. La práctica de hábitos saludables genera numerosos beneficios. Llevar una dieta sana, evitar el consumo de tabaco, drogas y alcohol, además de hacer ejercicio diario, favorece a nuestro organismo. Por otro lado, el ejercicio físico ayuda a liberar endorfinas que son las encargadas de facilitarnos sensaciones agradables. Al mismo tiempo trabajamos nuestra autoestima y manejamos nuestros niveles de estrés.
— Permítete disfrutar. Del mismo modo, y en una línea similar, no podemos olvidarnos que disfrutar es un factor de protección, y por tanto, es salud. Observemos qué actividades placenteras y agradables que solíamos disfrutar hemos dejado atrás, cuáles mantenemos y nos gustaría hacer más a menudo y cuáles nos gustaría incorporar a nuestra vida. Llévalas a cabo con el interés y la motivación con el que llevas a cabo el resto de los hábitos de tu vida.
— Utilizar técnicas de relajación. Por último, y no por ello menos importante, las técnicas de relajación generan enormes beneficios. Entre los efectos positivos que conlleva la práctica de algunas de ellas se encuentra el tener un mayor control de nuestra respiración, reduciendo el ritmo y siendo cada vez más profunda. Por otro lado, se reduce nuestra presión arterial y la tensión muscular. Además, se potencia la sensación de bienestar. Disminuir tu nivel de ansiedad mejorará tus capacidades cognitivas como la atención y la concentración.