España sigue manteniendo hoy en día un legado histórico y arquitectónico envidiable. De hecho, es el tercer país con más Patrimonios de la Humanidad, solo por detrás de Italia y China. Dentro de esos tesoros repartidos por todo el país, brilla con luz propia una catedral que es considerada la más bonita de entre las románicas, góticas, renacentistas o barrocas. Las hay de todos los estilos, épocas y gustos.
En España hay un total de 93 catedrales entre las que todavía son sedes obispales y las que conservan la consideración histórica. Entre todas ellas, el portal de viajes SkyScanner ha señalado una que es, posiblemente la más famosa de todas, pero también la más bella: la de Burgos.
La Catedral de Burgos, la más bonita de España
Hablamos, claro, de la Catedral de Burgos, situada al norte de Castilla y León, que es uno de los mejores ejemplos del arte gótico español. Una obra arquitectura que destaca por la elegancia y la armonía de sus líneas, siendo la única catedral de España que está declarada en sí misma Patrimonio Mundial por la UNESCO.
El pueblo bonito de Burgos con calles empedradas y comida de lujo
Ejemplo de ello es su fachada principal, donde las agujas que se elevan hacia el cielo y las vidrieras multicolores son elementos que capturan la atención de quienes la visitan. En su interior, el Papamoscas, un curioso autómata que marca las horas, añade un toque de singularidad.
Una obra del arte gótico español
La catedral empezó a construirse en 1221, se dice que el primer arquitecto fue de origen francés, ya que el gótico clásico aún no era muy conocido en España. Se dio por terminada casi cuarenta años después, aun así, a lo largo de los siguientes años ha sido remodelada y ampliada hasta 1765.
Cabe destacar que la Catedral de Burgos experimentó diversas modificaciones, sobre todo en los siglos XV y XVI. Entre ellas encontramos el cimborrio del crucero e, incluso, las agujas de la fachada principal. Las últimas obras, del siglo XVIII, corresponden a la capilla de Santa Tecla y, por supuesto, la sacristía.
En definitiva, sintetiza mediante sus diversas capillas, vidrieras, sepulcros, retablos y bienes muebles las innovaciones artísticas de la Edad Media y el primer Renacimiento, que se contempla con ejemplos destacados de la época barroca.
Burgos, una ciudad monumental
Al mismo tiempo, y más allá de la propia catedral, considerada la más bonita de toda España, Burgos es mucho más. Y con varios monumentos a su alrededor que merece también mucho la pena visitar. Por ejemplo, el Arco de Santamaría, una de las 12 entradas que existían en la antigua ciudad amurallada. Tiene aspecto de castillo y en sus hornacinas alberga las figuras de Carlos V y El Cid.
También es una ciudad que permite hacer exploraciones por la zona verde favorita de Burgos, como es el Paseo del Espolón, una de las zonas verdes urbanas más destacadas que visitar. Este paseo se ubica junto al río Alarzón y va desde el Arco de Santa María hasta el Teatro Principal.
Además, la provincia cuenta con otros monumentos y lugares de interés, como la localidad de Frías, el Monasterio de Santo Domingo de Silos, Atapuerca o el Camino de Santiago, que la atraviesa.
Deporte y gastronomía
Junto a todos estos lugares de interés, la ciudad (y sus alrededores) alberga también un espacio idóneo para los deportistas. Es más; su provincia constituye uno de los territorios con más personalidad y belleza de la península. Su heterogeneidad paisajística y climática convierten a nuestra tierra en el lugar ideal para practicar actividades como el rafting o el puenting, pero también para hacer rutas de senderismo y espeología.
En cuanto a su gastronomía, en Burgos podemos degustar de una cocina más típica. Sólo hay que echar un ojo a la olla podrida (aún de lo raro de su nombre es un guiso tradicional con carne, alubias, verduras y garbanzos), la morcilla de Burgos, famosa en el mundo entero, o la olla ferroviaria, potente donde las haya, pero deliciosa en su conjunto.