Ya está aquí. El Santiago Bernabéu hizo de pila bautismal. Kylian Mbappé ha nacido como jugador blanco y su era solo acaba de empezar. El Real Madrid se impuso al Betis por 2-0 con un doblete del astro francés que disipó las dudas que se cernían sobre su figura, sobre su fichaje, sobre su relación con Vinícius, que esta vez le cedió el penalti, no como ante Las Palmas, o con la pizarra de Ancelotti, que seguramente fue quien respiró más aliviado.
🐢 Primero Mbappé; luego, el resto
El protagonista es Mbappé y todo lo que sea desviar el foco sería engañarse. Pero empecemos por el principio. El encuentro arrancó con un Madrid errático, incapaz de encontrar fluidez en su juego. Sorpresa. Los primeros 45 minutos fueron un ejercicio de frustración para la afición local, que vio a su equipo atascado en un juego previsible y falto de chispa, y para los propios jugadores, ofuscados, incapaces de encontrar soluciones y de comprender qué fallaba. El Betis, bien plantado, aunque sin necesidad de alardes, resistió sin demasiados sobresaltos los tímidos embates madridistas, siempre torpes y atropellados en el sector izquierdo.
Vinicius Jr. volvió a representar mejor que nadie los problemas, graves y reincidentes, porque en el Bernabéu cuatro partidos computan por cuatro meses. La falta de acierto, de clarividencia y de temple del ‘7’ fue un reflejo del funcionamiento general del equipo. Silbidos leves y una primera parte para el olvido.
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— Legal Sport (@LegalSport_net) September 1, 2024
La segunda mitad trajo consigo un cambio de guion. Vinicius amagó con despertar de su obnubilación, si bien el quid de la cuestión estuvo en la forma de hacer ancho el campo por la derecha, más si cabe con la entrada de Brahim Díaz.
Así, fue Mbappé quien finalmente rompió el cerrojo verdiblanco y el maleficio que pesaba sobre él, como cabeza visible del nuevo proyecto. En una otra jugada que empezó en Vinícius, esta vez no terminó y llegó a la derecha, al malagueño, que se la cedió a Rodrygo en la antesala de una genialidad de Fede Valverde. El taconazo sublime del todoterreno uruguayo habilitó al francés para que, con un zurdazo preciso, todo empezara a fluir.
El gol cambió la dinámica del partido y el ánimo del jurado merengue. El Betis se vio obligado a arriesgar, y el Madrid encontró los espacios que tanto había anhelado. Vinicius, en otra jugada en la que solo participó para finalizar, forzó un penalti que anticipaba una nueva guerra civil. Pero nada más lejos de la realidad. ‘Vini’, tras la enorme polémica generada días atrás, no dudó en cedérselo a Mbappé.
Kylian, con la confianza por las nubes, no dudó en asumir la responsabilidad desde los once metros y su disparo selló su doblete y la victoria madridista. Ni el Barça ni el Atleti se alejaban tanto. Ahora sí. Las cosas ya salían. El resultado final, en el que Endrick pudo poner su guinda, maquilló un partido que volvió a dejar más interrogantes que certezas, pero arrojó luz sobre la más importante de todas: la confianza de Mbappé y, por consiguiente, la de todo el madridismo. De llegar al parón 6 puntos por debajo del Barça y con el equipo de Kylian sin arrancar, el ruido podría haber sido insoportable.
La tormenta Mbappé ha comenzado, pero harán falta mucho más que rayos y centellas para aspirar a cotas mayores.