Desde su creación en 2001, el programa de jóvenes pilotos de Red Bull ha sido una de las iniciativas más ambiciosas en la búsqueda de talento dentro del automovilismo. Con el objetivo de formar a los futuros campeones de la Fórmula 1, la escudería austríaca ha ido dando oportunidades a estos pilotos con el paso del tiempo, tanto en su equipo filial, como en Red Bull. La sensación, camuflada por el éxito casi constante del equipo, es positiva. La realidad, en cambio, muestra un paradigma diferente: la mayoría de sus apuestas se han perdido por el camino.
El programa de Red Bull: más fracasos que éxitos
El Red Bull Junior Team ha impulsado las carreras de múltiples pilotos a lo largo de los años, pero pocos han conseguido grandes logros en la Fórmula 1. De los más de 20 pilotos que han pasado por el programa, solo uno ha conseguido un título mundial: Sebastian Vettel. El piloto alemán, quien estuvo en la academia desde sus primeras etapas, logró cuatro campeonatos consecutivos entre 2010 y 2013. Sin embargo, su caso es una excepción dentro de una larga lista de talentos descartados o que no cumplieron las expectativas.
Nombres como Jaime Alguersuari, Scott Speed, Brendon Hartley, Jean-Éric Vergne o Daniil Kvyat pasaron por el equipo filial de Red Bull, pero ninguno pudo consolidarse en la categoría. La filosofía de la marca, basada en la alta exigencia y en cambios rápidos si los resultados no son inmediatos, ha provocado que muchos talentos queden relegados sin la oportunidad de evolucionar. Esto ha generado dudas sobre si realmente el programa está diseñado para formar campeones o simplemente busca apuestas rápidas sin un desarrollo a largo plazo.
El caso de Verstappen: el éxito que no es suyo
A menudo se menciona a Max Verstappen como otro éxito de la academia de Red Bull, pero la realidad es distinta. A diferencia de pilotos como Vettel o Ricciardo, Verstappen nunca fue parte del programa de jóvenes pilotos de la marca. En 2014, cuando competía en la Fórmula 3, tanto Red Bull como Mercedes mostraron interés en ficharlo. Fue Helmut Marko quien logró convencer al joven neerlandés para unirse directamente a Toro Rosso en 2015, sin pasar por el proceso habitual del programa.
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Su rápida promoción y posterior ascenso a Red Bull en 2016 no fue resultado de un desarrollo dentro de la academia, sino de su talento innato y la necesidad del equipo de encontrar un piloto de reemplazo inmediato. Hoy, Verstappen es el actual campeón del mundo y el referente del equipo, pero su historia no es un testimonio de éxito del programa de Red Bull, sino de una apuesta individual bien ejecutada.
Los casos recientes: la misma tendencia
A día de hoy, Red Bull sigue apostando por su programa de jóvenes talentos, pero los resultados continúan siendo inciertos. Pilotos como Yuki Tsunoda, Liam Lawson o Ayumu Iwasa han sido promovidos o vinculados al equipo, pero todavía no han demostrado ser apuestas ganadoras. En el caso de Lawson, tras solo dos carreras en la temporada 2025, su rendimiento ha sido objeto de críticas, lo que ha llevado al equipo a considerar su reemplazo inminente.
Si bien la academia de Red Bull ha sido una plataforma para que muchos pilotos lleguen a la Fórmula 1, el éxito real ha sido limitado. A excepción de Vettel, ningún otro piloto formado por el programa ha logrado un título mundial, y el gran referente actual, Verstappen, ni siquiera proviene de su cantera. Esto plantea una pregunta fundamental: ¿Red Bull realmente forma campeones o simplemente busca talentos listos para usar y descartar según su conveniencia? La historia parece inclinarse más por la segunda opción.