Durante los últimos días, ha estallado la última polémica que sacude los cimientos del Santiago Bernabéu. Lejos del tira y afloja judicial por las reformas del mismo estadio, tiene más que ver con el arbitraje. La novedad de todos los años con los equipos grandes, vaya. Tras el Real Madrid 3-2 Alavés, el conjunto blanco alzo la voz para reclamar la ingente cantidad de tarjetas amarillas que están recibiendo pese a ser de los equipos que menos faltas comete. La mayoría de sus amonestaciones llegan por protestar al colegiado, ni más ni menos. ¿A qué se debe esta sangría de tarjetas en el Bernabéu?
Así se preparan los árbitros: el entrenamiento para un arbitraje impecable
⚔️ La norma de los capitanes y el árbitro, clave en la refriega
Para esta campaña, se ha introducido una nueva regla. Así como en el rugby, solamente los capitanes pueden hablar con el árbitro. En caso de incumplirse, el colegiado puede amonestar al futbolista en cuestión. La finalidad es clara: que no se formen corrillos de jugadores alrededor del trencilla para ejercer presión y que tome decisiones a su favor. A este factor se le ha sumado la consigna de que tengan menos paciencia con los futbolistas cuando les recriminan sus decisiones, lo que ha provocado una tormenta perfecta. El primer club afectado, como podéis imaginar, ha sido el Real Madrid. De 15 amarillas recibidas, nueve han sido por protestar. Dicho de otra manera, este tipo de amonestaciones representan un 60% del total. Casi nada.
El número, tal y como se puede observar, es suficiente como abrir medios deportivos. Es un dato bastante notable. Y, como siempre, se ha recibido con distinto grado de aceptación entre madridistas y antimadridistas. Mientras que a los primeros les parece un atropello, a los segundos les parece que, por fin, ha llegado algo de cordura al CTA. Evidentemente, el Real Madrid no está contento. Ya se han deslizado varias informaciones de lo poco que le gusta la nueva norma a Ancelotti, o de comparaciones entre la forma de reclamar entre futbolistas de un lado y otro. No ha dejado de ser munición para la guerra de trincheras que siempre está presente en el fútbol español.

El Real Madrid ha recibido una cantidad ingente de amarillas por las protestas de sus jugadores al colegiado.
💭 ¿Lleva razón el Real Madrid?
La pregunta del millón: ¿quién lleva razón? ¿Acaso son injustas las amarillas que recibieron los jugadores del Real Madrid? Pues, si vamos a la literalidad de la nueva norma, aciertan los colegiados. Se han alineado con el reglamento a la perfección en este caso. Otra cosa es que el cambio sea demasiado radical de un año al siguiente, que ahí es donde entra el debate. Se ha pasado de una permisividad que rozaba lo cómico a una rigidez extrema, y ha pillado a contrapie a los blancos. Y, claro, ellos han sido los primeros en pagar los platos rotos, pero no serán los últimos. Porque no, la nueva norma se va a quedar hasta final de temporada, por lo menos. Puede cambiar el criterio a su alrededor, eso sí, pero está claro que se van a ver más amarillas por protestar.
Las nuevas reglas para la temporada 2024/2025: manos, sexto cambio, pausa de la calma….
Hay muchas personalidades que ya han mostrado su desencanto con la última regla en llegar al fútbol. Álvaro Benito, ex-jugador del Real Madrid y analista, discutió en la Cadena SER con el ex-colegiado Iturralde González sobre esta. Hizo referencia a que cargaba contra la naturaleza del juego, y a que los que ponen las normas se preocupan de nimiedades cuando hay asuntos más importantes que resolver. “Llevamos tres años haciendo el ridículo con las manos y para eso no hay solución”, dijo el comentarista. Y, realmente, su punto tiene razón. En medio de un partido, los jugadores van a mil revoluciones y es normal que se puedan quejar de alguna solución. Otro asunto es como lo verbalicen, pero es que ya se amonestaba en el pasado por esto. ¿Acaso se ha intentado regular de más algo que ya funcionaba?
La cosa está en que las normas son las que son, y todos los equipos compiten bajo el mismo marco. Por ello, más le vale al Real Madrid comenzar a ajustar al respecto por la cantidad de amarillas que reciben. Es un ritmo que no es sostenible, y que debe cambiar antes de que se enquiste más y el daño sea irreversible. No les queda otra, aun teniendo su punto de razón por la enorme proporción de amonestaciones que reciben por protestar. Al menos, al dejar unos números tan llamativos, ya hay un caldo de cultivo que ha incitado al debate. Este es el primer paso para generar un cambio, y que con este se mueva el reglamento.