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Argentina: prohibido quemar pesos durante los partidos

Un viejo dicho popular asegura que el rugby es un deporte de salvajes jugado por caballeros y que el fútbol es un deporte de caballeros jugado por salvajes.

Por desgracia, a tenor de los incidentes que se dan con más frecuencia de lo tolerable durante los encuentros de balompié, el aforismo bien puede ser extendido a un cierto número de espectadores de este deporte.

Algo que está sucediendo en los estadios argentinos durante los partidos que enfrentan a los equipos locales con los de otros países en las jornadas de la Copa Libertadores y de la Copa Sudamericana es buena prueba de ello.

La Agencia Argentina para la Prevención de la Violencia en el Deporte (APREDIVE) ha tenido que comunicar públicamente que quemar ostentosamente billetes de 1.000 pesos —la moneda nacional del país— durante esos partidos inflige la legislación vigente que prohíbe la «incitación a la riña» y las «provocaciones que alteren el orden público» en un acontecimiento deportivo.

Y no es que a esa Agencia se le haya ido el norte y le haya dado por imaginar delitos surrealistas. Es que está ocurriendo.

Una humillación

De manera creciente, en los paridos de la Libertadores y de la Sudamericana, se ha extendido la costumbre de que un cierto número de “hinchas” visitantes se mofen de los seguidores argentinos y de sus respectivos clubes quemando visiblemente billetes de 1.000 pesos, cuyas cenizas aún calientes lanzan al aire con gran jolgorio.

El objetivo evidente es humillar y echar sal en la herida a los ciudadanos de un país que sufre una crisis económica muy profunda, caracterizada, entre otros problemas no menores, por una inflación desbocada y por una pérdida dramática del valor su moneda.

Hágase el lector una idea: en España estamos preocupados (y con razón) porque la inflación de los últimos doce meses está en el 2,3%. Pues bien, la de Argentina es 500 veces peor. Supera el 115%.

En cuanto al peso argentino, vale lo mismo que un céntimo de real brasileño o de peso peruano, diez veces menos que el peso uruguayo y hay que juntar casi 400, al cambio oficial, para tener un euro.

Un kilo de pan vale más de 500 pesos, un litro de leche supera los 330, la docena de huevos cuesta más de 800 pesos… Y quemar un billete de 1.000 es lo mismo que tirar a la basura 2 o 3 dólares, según se siga el cambio clandestino o el oficial. O sea, una fruslería.

Hasta 30 días de cárcel

En este contexto, el gesto de quemar billetes de 1.000 pesos en las narices de un aficionado argentino no llega a la gravedad de la violencia física que se ve frecuentemente en los estadios de fútbol o a la de los cánticos racistas que sufren muchos jugadores, pero se halla seguramente muy pocos peldaños por debajo.

La burla, por lo demás evidente, tiene un grado más de humillación si se tiene en cuenta que, hasta hace poco, el billete de 1.000 pesos era el de mayor cuantía que circulaba por el país. Desde febrero, como consecuencia de la inflación y de la constante pérdida de valor del peso, el Gobierno ha tenido que empezar a emitir uno de 2.000.

Por todo ello, APREVIDE ha advertido a la CONMEBOL (Confederación Sudamericana de Fútbol, la organizadora de los dos torneos internacionales antes citados) que sancionará a las personas que “rompan, quemen o vulneren adrede billetes de moneda nacional argentina en el marco de un espectáculo deportivo”.

Los espectadores que sean sorprendidos haciéndolo podrán ser detenidos por la policía local y sufrir penas de hasta 30 días de prisión; además, sus clubes resultarán sancionados si se observa una reiteración. Poco parece…

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