Es una obviedad que el mercado de fichajes está en medio de una burbuja. Solo durante la pandemia del COVID-19 ha bajado el ritmo de millones invertidos, dando lugar a una situación dramática para la gran mayoría de clubes. No pueden fichar por esos precios, y, en el caso de España, apenas pueden inscribir a sus nuevos jugadores. Esta tendencia del mercado está dejando en fuera de juego a las ya mencionadas instituciones, viendo como llevan demasiado tiempo a la deriva. Por ello, toca poner soluciones. Y estas, como no, apuntan a la regulación de los clubes estado. Casi una década después del control qatarí del PSG, Javier Tebas ha decidido denunciarles.
LaLiga ha interpuesto una denuncia contra el club parisino, alegando que “los mecanismos de financiación del PSG generan una grave distorsión en el mercado interior de la Unión Europea”. Esta es la segunda que Javier Tebas denuncia, pues hace un año repitieron el mismo procedimiento sin éxito. Aquella vez fue por el supuesto incumplimiento de las reglas del Fair Play Financiero, ese que parece afectar solamente al fútbol español. “Obtienen recursos en condiciones fuera de mercado que distorsionan distintos mercados íntimamente relacionados, permitiendo que con dichas subvenciones extranjeras el PSG pueda contratar a los mejores futbolistas y entrenadores muy por encima de sus posibilidades en un escenario normal de mercado y obtener ingresos por patrocinios deportivos por cifras que no se corresponden con valores a precio de mercado. Circunstancia que le permite mejorar, por otra parte, su rendimiento deportivo, aparte de afectar a la capacidad de contratación de los clubes rivales”, rezaba el comunicado de la organización que dirige Javier Tebas.
LaLiga de Tebas pagó un informe para perjudicar judicialmente al Real Madrid
En todo caso, esta denuncia de LaLiga parece un episodio añadido a la estrategia de “y tú, más” en la que se hallan empeñadas, en general, las asociaciones profesionales del fútbol europeo.
De manera repetida, unas echan en cara a otras sus elevadas pérdidas económicas o su ineficiente (por decirlo suavemente) regulación de las operaciones financieras. Unas sospechosas operaciones en las que no faltan auto-patrocinios, complejos contratos, déficits presupuestarios premeditados, acuerdos financieros de plazos desproporcionados… y hasta las famosas “palancas”.
En casi todas las críticas suelen tener razón…, pero pasan de puntillas sobre el hecho de que, quién más quién menos, todas están dispuestas a ver vigas y pajas en el ojo ajeno, pero no reconocer las que hay en el propio.
