En los momentos previos a que el velocista estadounidense Noah Lyles fuera declarado oficialmente campeón olímpico de los 100 metros y se elevase entre los mortales como el humano más rápido del planeta, la tensión y la confusión se condensaron en el Stade de France durante 28 agónicos segundos. Nadie sabía que había ocurrido. Estábamos ante una de las carreras de 100 metros más igualadas de siempre. Noah Lyles, el jamaicano Kishane Thompson y millones de espectadores de televisión no sabían quién había ganado. De hecho, en primera instancia, NBC Sports anunció la victoria para Thompson; incluso el propio Lyles dudó de su triunfo y llegó a decirle a su rival “creo que has ganado, amigo».
Pero detrás había mucho más. Porque mientras tanto, mientras la escena camuflaba la tensión, en la sombra tras los focos que enfocaban a los velocistas que acaparan todas las atenciones cada cuatro años, el equipo de cronometradores oficiales de los Juegos Olímpicos revisaba las imágenes desde tres ángulos diferentes para asegurar que los resultados fueran exactos. No podía ser de otra manera.
La intrahistoria del día que Noah Lyles hizo historia
Noah Lyles respaldó sus predicciones y se convirtió en el hombre más rápido del mundo al ganar la final masculina de 100 metros el domingo por la noche en París. Sin embargo, mientras el mundo miraba el Jumbotron en lo alto del Stade de France, junto al jamaicano Kishane Thompson, Lyles admitió que pensó que había sido superado por el velocísimo Thompson. “Cuando cruzamos la línea, Noah se me acercó y me dijo: ‘Oye, creo que tú has ganado’”, relató Thompson tras la carrera.
Las dudas existieron incluso entre los propios corredores. Pero, después de lo que pareció una eternidad esperando el resultado, el nombre de Lyles apareció en la pantalla y decretó la victoria del norteamericano. La diferencia fue de apenas 0,005 segundos entre los dos: 9,784 para Lyles contra 9,789 para Thompson. Dependiendo de tu vista en el estadio o de la atención del telespectador en cuestión, se podría argumentar que Thompson o incluso el medallista de bronce Fred Kerley (9,81) fueron virtualmente los vencedores. ¿Acaso no está el zapato derecho de Kerley adelantado a todo lo demás?
⏲️ Omega entra en escena
Según las estadísticas proporcionadas por la casa relojera suiza Omega, cronometrador oficial de los Juegos Olímpicos, Lyles tuvo un tiempo de reacción de 0,178 segundos en la salida; el más lento de todos los participante. Pero fue la reacción de Lyles en la carrera lo que le dio la victoria, pues alcanzó una velocidad máxima de 43,60 km/h justo después de la marca de 65 metros. Fue la velocidad máxima más alta de la carrera entre todos los competidores, según confirmaron los representantes de Omega.
Y cuando otros en la pista comenzaron a disminuir la velocidad hacia el final, Lyles logró mantener su ritmo durante los últimos 34,85 metros. Su tiempo de 9,79 es, por supuesto, una nueva marca personal. Pero no fue solo la velocidad lo que le dio la victoria a Lyles. También influyó el espacio. ¿Cómo cruzó la línea de meta? Y más importante si cabe… ¿cómo se debe cruzar?
Para los cronometradores y jueces de disciplinas como el atletismo, la respuesta es bastante simple: el frente del pecho determina quién gana en un final de foto. No la cabeza ni la parte inferior del cuerpo. Si miras la foto, puedes ver claramente que Lyles, tercero desde abajo, tiene su torso por delante del de todos los demás. El resultado proviene de cuatro cámaras que apuntan a la línea de meta. “Cada cámara saca 40.000 fotos por segundo de la línea de meta”, explica Zobrist, CEO de Omega, a Runners World, “permitiéndonos tener una comprensión clara de lo que está sucediendo en la línea de meta. Estas fotos se unen una al lado de la otra y podemos producir una imagen de final de foto”.
Esa máquina es el «Scan ‘O’ Vision ULTIMATE» de Omega, un nuevo modelo de cámaras capaces de capturar 40.000 imágenes por segundo—cuatro veces más rápido que los dispositivos utilizados en Tokio hace tres años—, que proporcionaron la evidencia visual de que Lyles había superado a Thompson. La cámara principal y la primera cámara de respaldo están posicionadas cerca de la sala de cronometraje en el estadio en la parte superior, enfocadas en la línea de meta. La segunda cámara de respaldo está ligeramente más baja para tener un ángulo diferente, y la cámara del campo de juego desde el otro lado proporciona un cuarto ángulo alternativo justo al lado de la línea de meta.
Zobrist indica que obtener el tiempo oficial para cualquier atleta en una carrera habitual necesita alrededor de 3 segundos. Para una carrera con foto-finish como la del domingo, Zobrist estima que los cronometradores y jueces oficiales invirtieron 10 segundos para determinar las dos primeras posiciones, unos 5 segundos para Lyles y Thompson.
Zobrist ha estado trabajando en los Juegos Olímpicos desde 2006, por lo que ha pasado por todo tipo de situaciones. A pesar de nuestra necesidad de gratificación instantánea como espectadores, a veces hay que asegurarse de que la decisión sea siempre correcta. “La velocidad es irrelevante. Lo más importante es obtener el resultado exacto”, dice Zobrist. Aunque a Lyles, Thompson y al público les haya parecido una eternidad, esta decisión fue rápida y exacta, impoluta.
Menos de 12 horas después, otro final de foto tuvo lugar en el relevo mixto de triatlón, donde Laura Lindemann de Alemania llevó a su equipo a una victoria épica en Pont Alexandre III, cuando superó a los equipos de EE. UU. y Gran Bretaña. El final de foto fue más necesario para determinar la plata y el bronce. No muchos otros deportes tienen finales tan emocionantes, aunque Zobrist piensa que el ciclismo en pista es a menudo más difícil que cualquier otro. “Debido a la velocidad del deporte, no hay manera de ver con el ojo desnudo quién cruzó primero”, dice Zobrist.