El Bayern de Munich parece decidido a entrar en una espiral de problemas de reputación pública como consecuencia de su cuestionada estrategia de patrocinio.
Hace unas semanas, tuvo que anunciar la ruptura amistosa del contrato que le ligaba Qatar Airways desde hace cinco años. La decisión fue adoptada como consecuencia de la fuerte presión que venía ejerciendo un buen número de aficionados del club alemán desde el año 2021, contrarios a que este se relacionara con un país muy criticado por su política de derechos humanos.
Apenas días atrás, ha visto cómo Siemens, el grupo industrial más importante de Europa, advertía que no renovará el patrocinio que tiene suscrito con los bávaros desde el año 2017 y que vence el próximo 30 de junio.
Y, ahora, el club muniqués ha vuelto a encender la polémica por haber llegado a un acuerdo de patrocinio por cinco años con el Gobierno ruandés para promocionar la campaña turística Visit Rwanda.
Un acuerdo con varias caras
La campaña será visible en los paneles LED del estadio Allianz Arena, con capacidad para unos 75.000 espectadores, durante los partidos del equipo.
Además, el acuerdo con el Gobierno de Ruanda incluye no solo impulsar el turismo del país, sino también informar sobre las oportunidades de inversión que han abierto en él; y, ya en clave deportiva, crear una Academia de fútbol y realizar otras iniciativas para reforzar el desarrollo de este deporte en el país africano.
El problema para el Bayern es que, aunque los observadores internacionales reconocen que, bajo el mandado del actual presidente ruandés, Paul Kagame, el país ha hecho avances muy importantes en materia de desarrollo económico, seguridad ciudadana, lucha contra la corrupción y promoción de la mujer, sigue estando bajo sospecha en materia de libertades y derechos.
Y, sobre todo, no se olvida que Paul Kagame tuvo un papel destacado durante los gravísimos conflictos que se desarrollaron en el país en los años 90.
En particular, fue acusado de ordenar el atentado que acabó con la vida de los Presidentes de Ruanda y Burundi en 1994, lo que constituyó uno de los principales detonantes del denominado “genocidio de Ruanda”.
Bien es verdad que Kagame ha sido también una de las principales voces en denunciar la responsabilidad de Francia, Bélgica y hasta las Naciones Unidas en aquella tragedia.
Polémica servida
En cualquier caso, las opiniones parecen divididas entre quienes pueden juzgar que, para Ruanda, este acuerdo —y los que su Gobierno ya ha suscrito con el Paris Saint Germain y el Arsenal— forma parte de su estrategia para consolidarse como uno de los países más desarrollados y seguros de África; y los que consideran que, pese a todo, constituye una forma más de lavar la imagen internacional del régimen de Paul Kagame.
El Bayern puede esgrimir en su favor que los objetivos del acuerdo son concretos e intachables; que a otros grandes cubes europeos han firmado anteriormente patrocinios con Ruanda; y que, al final y al cabo, el club no es la primera institución alemana que colabora con el país.
En efecto, el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo ayuda a Ruanda en materia de medio ambiente, energía, paz interior y exterior, educación y empleo; el Gobierno regional de Renania-Palatinado colabora con el país desde hace décadas; el Instituto Goethe y la Fundación Friedrich Ebert poseen delegaciones en la capital, Kigali; empresas alemanas como Volkswagen y BioNTech han desarrollado actividades en él, etc.
En cualquier caso, el patrocinio —cuya cuantía no se ha hecho pública, aunque se supone que no será astronómica, vistos los antecedentes de PSG y Arsenal—no parece cumplir el criterio básico con el que se llevan a cabo habitualmente estas actuaciones, que no es otro que mejorar de manera incuestionable la reputación pública de ambas partes.
En este caso, los beneficios para una (el Gobierno de Ruanda) parecen claros. Sin embargo, los de la otra (el Bayern) no resultan tan indiscutibles.