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Las casas de apuestas y los clubes ingleses: el riesgo de ser patrocinado

Las camisetas de los jugadores del Chelsea no lucirán la marca de Stake, un casino de apuestas online, la próxima temporada.

A pesar de que las conversaciones entre ambas partes estaban más que avanzadas y el suculento acuerdo económico (según algunos medios ingleses, unos 47 millones de euros) se daba por hecho, las críticas del Chelsea Supporters’ Trust y de otros grupos de aficionados del club “blue” a la posibilidad de que este se asociara con una casa de apuestas le han obligado a recular.

La carta que el Chelsea Supporters’ Trust ha enviado al club de Stamford Bridge con el fin de dejar clara su posición al respecto es particularmente explícita y dura. “El Chelsea Supporters’ Trust”, dicen en ella los seguidores del equipo, “no cree que sea en el mejor interés de nuestros miembros que el Chelsea Football Club se asocie con un casino online y una empresa de apuestas como patrocinador principal de la camiseta” del equipo.

Añaden que “más del 77% de nuestros miembros votantes están muy en desacuerdo o en desacuerdo con el uso de una empresa de casinos y apuestas en línea como patrocinador principal” del club; y el motivo aducido es especialmente contundente: “la industria de las apuestas se fundamenta en la adicción y destruye gente, destruye relaciones humanas y destruye vidas”.

Toma el dinero y corre

De momento, la posibilidad de que las marcas de apuestas patrocinen a clubes ingleses de fútbol se enfrenta “solo” a un obstáculo moral, pero dentro de no mucho se tropezará también con una norma regulatoria.

El pasado mes de abril, los 20 clubes de la Premier League (EPL) acordaron prohibir el patrocinio de empresas de juegos de azar en la parte delantera de sus camisetas. Sin embargo, esta decisión no entrará en vigor hasta el de inicio de la temporada 2026/2027.

Hay quienes consideran que este aplazamiento ha sido una ingenuidad, como mínimo, por parte de la Premier League. Al parecer, estaba diseñado para no perjudicar a los clubes —hasta siete— que ya tenían suscritos acuerdos de patrocinios con casas de apuestas o habían convenido hacerlo en breve. Sin embargo, esta caballerosidad ha sido utilizada de manera harto oportunista por algunos clubes que han decidido aprovechar el plazo y suscribir jugosos contratos con casas de juego cuya vigencia terminaría justo a tiempo de cumplir la norma.

Así lo han hecho el Burnley y el Fulham. El primero anunció hace pocos días que había firmado un acuerdo con W88 para incorporar la marca de este operador de juego online a la parte delantera de su camiseta. Y el segundo hará lo propio con la empresa de Sbotop.

También se ha sumado a la ola el Blackpool, un equipo de fútbol que, como juega en tercera división, tiene la cuestionable excusa de no estar obligado a seguir la nueva directiva de la Premier League. Por ello, estampará la marca de LeoVegas en el frontal de las elásticas de sus jugadores.

Y no hay que olvidar el caso del Aston Villa, que anunció recientemente que va a incorporar como su patrocinador principal a la empresa de apuestas en línea BK8. Sin embargo, cabe mencionarlo un poco aparte, porque un buen número de sus seguidores se ha levantado en armas contra el acuerdo; y, quién sabe, igual el club de Birmingham tiene que imitar dentro de poco los pasos del Chelsea…

Seguramente, mejor harían unos y otros en tomar como ejemplo al Sheffield United, que ha declarado públicamente que no aceptará ningún patrocinio de empresas relacionadas con el juego, independientemente del dinero que le ofrezcan.

¿Un fraude de ley?

El motivo de que se deba considerar como buen ejemplo al equipo de la ciudad de Yorkshire es que, en el fondo, las operaciones de Aston Vila, Fulham y Burnley son doblemente criticables.

Si los clubes de la Premier League consideran que no es aceptable la firma de contratos de patrocinio con casas de apuestas, no es poque crean que esto será un problema moral y económicamente rechazable sólo a partir de agosto de 2026, sino porque lo es ahora.

Por consiguiente, los clubes que utilizan el “plazo de cortesía” concedido por la Premier para suscribir acuerdos con esas empresas de prisa y corriendo, en plan “toma el dinero y corre”, no solo lo hacen con un sector que está ya socialmente muy cuestionado, sino que aprovechan de manera oportunista la posibilidad de hacer algo muy parecido, al menos desde el punto de vista ético, a lo que se conoce como “fraude de ley”.

Eso sí, en el pecado llevan (en parte) la penitencia, pues quedan “retratados” y sus seguidores están tomando la matrícula a los respectivos dirigentes.

En todo caso, el asunto da para más y tiempo habrá de volver sobre él con más detalle.

Por ejemplo, apunta a que, durante décadas, el riesgo reputacional de un patrocinio lo asumía fundamentalmente la empresa patrocinadora. En efecto, esta se hallaba siempre bajo la amenaza latente de que un posible mal comportamiento del patrocinado convirtiera una posible ganancia de reputación en un deterioro grave y real de su reputación.

Ahora, da la impresión de que se ha invertido el proceso y de que se está pasando del riesgo de patrocinar, al riesgo de ser patrocinado. Es decir, que sea la mala reputación del patrocinador —o su brusca pérdida de reputación— la que se traslade peligrosa y muy perjudicialmente al patrocinado.

Problemas legales del patrocinador de la Liga española

Como aviso a navegantes, traigamos a colación un caso que puede tocar muy de cerca al futbol español.

La empresa de videojuegos deportivos que dará nombre a la Primera División española a partir de la próxima temporada, EA Sports, se ha metido en un buen lío legal como consecuencia de su próximo videojuego de fútbol americano universitario.

Al parecer, existe en Estados Unidos una empresa (Brandr Group) que es responsable de negociar contratos de licencia de grupo para 54 equipos universitarios y sus respectivos deportistas.

Pues bien, esta empresa ha demandado a EA Sports, porque la acusa de tratar de negociar individualmente, y a bajo precio, los derechos de imagen de esos deportistas con el fin de que aparezcan en su nuevo juego, saltándose así a Brandr Group.

No es la primera vez que EA Sports tiene problemas legales relacionados con videojuegos de deportes universitarios. La empresa lleva más de una década sin lanzar un juego de fútbol universitario como consecuencia del denominado “caso O’Bannon”, una demanda que implicó asimismo a la National College Athletic Association (NCAA) y que llegó incluso a un tribunal federal.

Este dictaminó que era ilegal que la NCAA y EA Sports utilizaran en los videojuegos los “nombres, imágenes y semejanzas” (los conocidos NIL, por sus siglas en inglés) de los deportistas universitarios sin compensarles adecuadamente, como al parecer trataban de hacer.

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