Manchester City v Fulham FC - Premier League
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Deloitte refrenda el sorpasso financiero de la Premier a LaLiga

Deloitte, la mayor empresa de servicios de auditoría y consultoría del mundo, publica desde el año 2006 un informe denominado Deloitte Football Money League. En él, sus expertos analizan de manera pormenorizada los ingresos que consiguen los principales clubes de fútbol de Europa en cada temporada.

En el año 2010, al estudiar las cifras de la temporada 2008-2009, no tuvo dudas a la hora de elegir el título de su informe. Era “Spain matters”, es decir, “España es importante”.

La consultora subrayaba así que los dos clubes que habían alcanzado las mayores cifras ingresos en esa temporada eran el Real Madrid y Barcelona. De hecho, su liderazgo era tal, que la suma de esos importes representaba casi la quinta parte de la cantidad total obtenida por los 20 principales clubes del continente.

En la última edición del informe que la empresa acaba de publicar, esta ha tenido el gesto caritativo de no acordarse de aquel título; porque, si lo hubiera hecho, tendría que haber optado por algo así como “Spain does not matter”, es decir, “España no es importante”.

En caída libre

En efecto, los dos grandes clubes españoles antes mencionados están ahora en los puestos 2º y 7º del ranking, respectivamente; y suponen menos del 15% de la cifra total de ingresos del Top 20. Ni siquiera sumándole la del Atlético de Madrid, que ocupa el puesto 12º y que está en el ranking desde la temporada 2012-2103, se llega al peso que los equipos españoles habían obtenido en aquella ya lejana temporada en la que España “importaba”…

Bien pensado, Deloitte podría haber elegido para su último informe el título de “England really matters”. Hasta 11 equipos ingleses están presentes en el Top 20 y suponen en conjunto más de la mitad de los ingresos totales de esa veintena de equipos. Por el contrario, en el “ranking” de la temporada 2008-2009, Inglaterra solo aportaba 7 equipos que representaban poco más de la tercera parte de la cifra económica total.

El problema no reside en la estructura de los ingresos. En el caso de los clubes españoles, su reparto entre los tres grandes epígrafes que los componen —pago de entradas, derechos de TV e ingresos comerciales— era prácticamente el mismo que la media de los 20 principales equipos europeos en 2008-2009: un 26%, un 42% y un 32%, respectivamente. Y la situación se repitió con parecida similitud en la temporada pasada, si bien con una estructura diferente, puesto que los porcentajes, tanto para los clubes españoles como para el total, fueron de alrededor del 15%, 44% y 41%, respectivamente. Es decir, mucho menos peso de la venta de entradas y mucho más de los ingresos comerciales.

Así pues, el problema no es que haya diferencias —entre los clubes españoles y la media total— en el peso de cada epígrafe en la cifra total de los ingresos, porque no las hay. Sin embargo, sí las hay, y mucho, en cómo han evolucionado en términos absolutos los importes de esos tres epígrafes entre la temporada 2008-2009 y la 2021-2022.

En el conjunto de los clubes ingleses, han crecido un 55%, un 323% y un 405%, respectivamente; y la cifra total de ingresos se ha multiplicado por 3,5. Sin embargo, en el caso de los clubes españoles, los incrementos han sido mucho menores: un 28%, un 146% y un 183%; y la cifra total se ha multiplicado bastante menos: lo ha hecho por 2,3.

No es extraño que Deloitte comente en su informe que quizá no falta mucho para que veamos 20 clubes ingleses entre los 30 de Europa que consiguen mayores ingresos…

Una explicación que no explica todo

Los representantes de LaLiga insisten en que este fenómeno se debe exclusivamente a que buena parte de los clubes ingleses se benefician de un “dopaje financiero” que sus respectivos dueños/inversores realizan esquivando las normas del “fair play” financiero.

A tenor de lo último que se ha publicado sobre las irregularidades económicas que se achacan al Manchester City  y que el club habría cometido en los últimos nueve años, el argumento tiene algún peso…, pero este resulta parcial a insuficiente. Por ejemplo, no tiene en cuenta que se debería aplicar también a otros clubes que han sido recientemente acusados de irregularidades y que no son precisamente ingleses (Paris Saint-Germain y Juventus, por no seguir…); y resulta en exceso reduccionista, porque tiene que haber más razones para explicar un fenómeno tan profundo y complejo.

A título nuevamente de ejemplo, Deloitte no duda en afirmar en su informe que la reciente evolución de las cifras de ingresos de los principales clubes europeos no se debe solo a “la superioridad financiera de la Premier League”, sino a la capacidad de sus clubes “para superar mejor la ola del COVID”.

¿Menos recursos financieros o más ingresos operativos?

El problema de la argumentación de LaLiga es que da la razón a quienes sostienen que su gestión se basa en el criterio autodestructivo de “igualar por abajo”.

Está muy bien y hay que aplaudir la insistencia en que se cumplan las medidas de fair play financiero, a fin de que todos los clubes europeos compitan de manera transparente y en las mismas condiciones.

Sin embargo, hay quienes sostienen que el núcleo de la cuestión no es solo restringir el “dopaje financiero” (o hipotecar los ingresos por derechos televisivos vendiéndolos a un precio insuficiente y nada menos que durante 50 años, como parece haber hecho LaLiga). Y que, por el contrario, lo decisivo sería ver cómo los clubes españoles podrían incrementar sus ingresos de manera sostenible.

En definitiva, la argumentación de la LaLiga abre más interrogantes que los que cierra. Por ejemplo, está el hecho de que el “dopaje financiero” promovido por magnates árabes y rusos no es un fenómeno “de toda la vida”; sino un suceso que se ha registrado solo cuando, en algunos de los principales países futbolísticos de Europa, las primeras divisiones han pasado a manos de asociaciones profesionales semejantes a LaLiga y han dejado de estar gestionadas por sus respectivas federaciones nacionales.

No se quiere sostener con esto, a expensas de análisis de mayor finura, que la creación de esas asociaciones profesionales sea la causa del “dopaje financiero”. Sería injusto y temerario. Pero sí puede afirmarse que su creación, gestión y funcionamiento no parecen ser capaces de poner coto a tan grave problema.

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