La operación “se vende” que la familia Glazer, propietaria del Manchester United, ha puesto en marcha hace bien poco parece haber entrado en los últimos días en una especie de carrera al “sprint” a la que se han apuntado contendientes tan dispares como Apple o David Beckham.
La poderosa multinacional digital dejó caer la semana pasada su interés por comprar “un club” de fútbol y, de manera inmediata, las acciones los Red Devils se dispararon alrededor de un 50% en la Bolsa de Nueva York en apenas un par de días, lo que indica que el mercado interpretó con extraordinaria celeridad cuál era ese “un club” al que se refería Apple. Posteriormente, la acción ha descendido, pero el lunes 28 estaba cerrando en cerca de 21 dólares frente a los menos de 15 dólares a los que cotizaba cuando Apple esparció el rumor.
A su vez, se dice que Rio Ferdinand, notorio ex jugador del United y actual comentarista deportivo, ha cometido una indiscreción en el canal Vibe with Five de Youtube al afirmar que Beckham estaría preparando su entrada en la puja por el club de sus amores (de los amores de los dos, obviamente). Sin embargo, no lo haría “solo ante el peligro”, sino al frente de un grupo de sólidos inversores. En todo caso, la indiscreción de Ferdinand sería, como mucho, muy leve si es que no supuesta, porque el rumor ya se venía gestando desde hace días.
Por añadidura, hay más corredores en liza. Por ejemplo, se da por descontado a Jim Ratcliffe, presidente y director ejecutivo de Ineos, la gran multinacional británica del sector químico. Es una de las mayores empresas del mundo y su muy mayoritario socio es el propio Ratcliffe, a quien se considera uno de los hombres más ricos del Reino Unido. En todo caso, lo de Ratcliffe no sería fruto de una pasión por el Manchester United en concreto, sino por el fútbol en general: ya intentó hacerse recientemente con el Chelsea cuando su anterior propietario, el magnate ruso Roman Abramovich, se vio obligado a venderlo como consecuencia de las sanciones internacionales impuestas a Rusia por su invasión de Ucrania.
Y, para que no falte nadie, también se dice que Amazon o Facebook estarían planteándose entrar en lo que empieza a parecer una auténtica subasta por el United.
¿Un problema de sensibilidad?
Llegados a este punto, probablemente sea conveniente evitar que los árboles terminen por ocultar el bosque; en otras palabras, ir más allá del ruido inmediato que generan estas noticias y preguntarse acerca de los porqués de quienes quieren vender y de quienes quieren comprar.
El tema da para más de una reflexión, pero pueden adelantarse algunas. Por ejemplo, una corriente de opinión apunta a que los Glazer estarían interesados en vender por la continua serie de muy desagradables conflictos que tienen que afrontar con los seguidores del club, que no soportan su presencia en él y cuyo último capítulo serían las fuertes declaraciones hechas contra ellos por Cristiano Ronaldo en la famosa, reciente y explosiva entrevista que concedió a Piers Morgan.
Puede ser, desde luego. Sin embargo, si ese es el motivo, no se entiende muy bien por qué los Glazer han esperado 17 largos años para incomodarse por esa oposición. Su entrada en el Manchester fue saludada de manera extraordinariamente hostil por el núcleo duro de los aficionados del club desde el primer momento. Una hostilidad que condujo a episodios tales como que estos mantuvieran “viva” durante años la campaña “Love United Hate Glazer” (“Queremos al United; odiamos a los Glazer”) que lanzaron en 2010, crearan un club “alternativo” con la denominación de F. C. United of Manchester o apoyaran la posibilidad de que un grupo de inversores de su confianza —los “Red Knights” (“Caballeros Rojos”)— se hicieran con el club. En efecto, si esta hostilidad es el motivo, los Glazer han tardado mucho en hartarse de ella…
“Es la economía, estúpido”
Sin embargo, puede haber una interpretación alternativa que remite a la famosa frase en la que se basó en su momento la campaña electoral de Bill Clinton: “Es la economía, estúpido”. Los Glazer no se hicieron con el club tirando de chequera, como haría un multimillonario caprichoso (o un jeque) que quisiera poseer un club por mera imagen personal y tuviera finalmente la piel fina frente a determinadas críticas. Lo adquirieron siguiendo un cuidadoso plan económico, después de no menos de una veintena de compras sucesivas de paquetes accionariales minoritarios a lo largo de dos años; consolidaron la compra mediante complejas operaciones de financiación y refinanciación, en las que fueron provechosamente juez y parte, que convirtieron al Manchester en un club endeudado —muy endeudado— por primera vez en su larga historia; y se repartieron cuantiosos dividendos anuales durante un buen número de ejercicios.
Hoy se encuentran con club que vale mucho, pero que empieza a depreciarse como consecuencia de sus repetidos fracasos deportivos. Por ejemplo, perdió más de 115 millones de libras en 2021-22 y Adidas podría estar preparando una fuerte reducción de su patrocinio por la ausencia del equipo en la Champions League. Además, el club debería abordar cuanto antes una muy multimillonaria inversión para evitar que Old Trafford, “The Dream Theater”, su famoso estadio —porque es de su propiedad— se deteriore más de lo que ya empieza a estarlo.
A los Glazer, la compra les salió por 1.500 millones de dólares; la capitalización del club en la Bolsa de Nueva York es en estos momentos de cerca de 3.500 millones; Forbes lo valora en 4.000 millones, y dicen que ellos piden más de 7.000 millones… sin renunciar a operaciones de cuantía algo menor que les mantengan como accionistas de la entidad. Por algo será…
Un viejo principio económico dice que, cuando uno posee un activo por pasión, lo vende por despecho o lo aguanta hasta el mismo momento en el que está al borde de la ruina. Sin embargo, cuando lo posee como estricto negocio, lo vende cuando ha llegado ya a la cima de su valor y puede empezar a perderlo. Así pues, es posible que, al final, lo de la familia Glazer sea simplemente… eso, la economía.