Fabio Quagliarella (L), Valerio Verre, Filip Djuricic. Sampdoria.
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El principio del fin de la Sampdoria en la Serie A

Tanto va el cántaro a la fuente, que al final se acaba rompiendo. Eso es lo que le ha sucedido a una Sampdoria totalmente resquebrajada, en la última posición de la Serie A, tras varios años de coqueteo con el descenso. Un mítico del fútbol italiano y europeo que, pese a contar con una amalgama importante de ilustres en su plantilla, no parece ni que vaya a ponerle emoción a su despedida del escalón más alto del Calcio.

🤌 Fue puntero a finales de siglo

Hablar de la Sampdoria es hacerlo de un club histórico en Italia. Concretamente, el décimo que más temporadas (65) ha pisado la máxima categoría. En su palmarés lucen cuatro títulos de Coppa Italia, una Supercoppa y una Serie A, en 1991, que le llevó a jugar la siguiente temporada la fase final de la Champions. Allí pintó su obra cumbre y alcanzó la final, pero se encontró con el Barça de Ronald Koeman, Michael Laudrup, Pep Guardiola, Hristo Stoichkov, Julio Salinas, Bakero, Eusebio o Zubizarreta, entre otros futbolistas dirigidos por Johan Cruyff. En aquella Samp, dos mitos del fútbol italiano conformaban el frente de ataque: Roberto Mancini y Gianluca Vialli.


De confirmarse el descenso del club genovés, sería el segundo en lo que va de siglo, tras el de 2011, con ascenso inmediato en la siguiente temporada.


⌛ Una plantilla de calidad, pero anticuada

El plantel cuenta con un núcleo importante de jugadores que, bien por veteranía, o por devaluarse a lo largo de su carrera, han acabado en un equipo de entidad en crisis, cuando estaban llamados a comer en mesas de mayor alcurnia. El nombre más llamativo en clave italiana es el de Fabio Quagliarella, que a sus 40 años de edad y 24 de carrera profesional, aún lucha por seguir batiendo récords de longevidad. Por ahora es el noveno jugador con más presencias en la Serie A y, hasta hace no mucho, marcaba la diferencia sobre el verde. Incluso, le arrebató el Capocannoniere a Cristiano Ronaldo en la 2018/2019, tras una emocionante lucha por ser el máximo goleador.

Jesé Rodríguez Sampdoria

El heredero, con paralelismos como haber vestido anteriormente la camiseta del Napoli, es Manolo Gabbiadini. Otro delantero que sostuvo al equipo recientemente, pese a no ser tan goleador. Ese es uno de los principales hándicaps de la Sampdoria, que tiene muy poca pegada: promedia menos de un gol cada dos partidos. Tal vez, eso explique el intento a la desesperada por firmar a un atacante como Jesé Rodríguez, que el curso pasado marcó en Las Palmas la misma cantidad de goles (11) que lleva su nuevo equipo esta temporada. Entendiendo que lo hizo en casi el doble de partidos y en una división inferior. Aunque, aun así, resulta llamativo.

Jeison Murillo, Harry Winks, Michael Cuisance, Sam Lammers, Sabiri o Filip Đuričić completan una plantilla con talento suficiente como para no estar en descenso, por muy volátiles que sean.

💫 Dos míticos en el banquillo de la Sampdoria

Comenzaron el curso guiados por Marco Giampaolo, técnico que ha dirigido a una decena de equipos, siempre dentro del Calcio, y que, incluso, estuvo cerca de meter a la Sampdoria en Europa en 2017, 2018 y 2019. En su primer ciclo, Giampaolo convirtió a los del Luigi Ferraris en revelación, pero en el segundo fue destituido para traer a Dejan Stanković. En este caso, sin demasiada experiencia en los banquillos, pero sí con bagaje en la Serie A como futbolista. Entre su estancia en la Lazio y en el Inter, el centrocampista serbio se pasó 15 años a las órdenes de Mourinho, Ranieri, Rafa Benítez, Sven-Göran Eriksson o el propio Roberto Mancini. Tuvo buenos maestros y, en el Estrella Roja de Belgrado, antes de su estreno como estratega en Italia, arrasó.

El fútbol, a veces, no entiende de historia y todo hace indicar que La Samp va a pagar cara su falta de reinvención en la dirección deportiva: desde jugadores que no son ni la sombra de lo que apuntaban, hasta entrenadores a los que la oportunidad les llega tarde o pronto. Salvo milagro, abandonará las portadas con su descenso a Serie B, aunque nadie le podrá quitar el privilegio de tener una de las camisetas con más personalidad en el mundo del fútbol.

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