Real Madrid Betis Kroos
⚽ Real Madrid

La leyenda de Toni Kroos y una nueva viudedad en el madridismo

Kroos se despidió para siempre del Bernabéu. Y fue una fiesta. Porque todo salió a pedir de boca, tal como Kroos lo había imaginado; tal como el madridismo lo sintió. Sobria, elegante, emotiva, al nivel de la leyenda que se marchaba. En lo más alto, con sus adiPure blancas y azules (hoy, puntualmente, doradas) cargadas de fútbol y su grandeza empapando a todos a su alrededor. Con una final de Champions en el horizonte y la amenaza de un proyecto dominador a corto plazo, Toni se va. No hay mejor momento que el presente, tal como enseñó día a día durante diez años. Una década en el Madrid en la que ha marcado el ritmo del juego y de la vida. Kroos contemporizó cada pase, cada segundo. El triunfo del detalle, de la precisión. Un jugador único, atemporal, diferente: grandioso.

Kroos

Kroos da el primer paso a la eternidad

El partido no existió. Ni siquiera el peso que pudiera tener de cara a la próxima final de la Champions, como preparación o como último banco de pruebas. Ni el nivel de Courtois, que pudo quedarse a flor de piel con el feeling de un error por valor gol y dejó el sitio a Kepa con dos paradones a sus espaldas; ni el nivel medio de la estructura titular, los Vinícius, Bellingham, Rodrygo, Valverde. Tampoco la culminación de una liga histórica, de imbatibilidad plena en casa, y unos números y superioridad devastadores. El día era de Kroos, y todos los allí presentes lo tuvieron claro desde el pasillo (guard of honour) hasta la foto de familia final. Uno de los jugadores más grandes de siempre se iba, en lo más alto, tan alto como ascendió en el manteo, que incluso el techo de Bernabéu parecía cercano. Ni a un rival, ni a un país exótico. Kroos se marcha para no volver. Sin saber qué pasará el próximo 1 de junio ni en la Eurocopa, ya siente que ha hecho lo que tenía que hacer en el fútbol. Y solo quería agradecer a su gente por acompañarle en el camino y dejarles devolverle las gracias por haberlo hecho posible.

Kroos

La jornada apuntaba a solemne: Kroos no volvería vestirse de blanco ante su público, junto a su equipo, aquel que, de su mano y sus pies, se volvió legendario. Pero la gente festejaba. Celebraba. Reía antes de las lágrimas. El jugador se iría, pero su legado permanecería para siempre. Y eso es más de lo que cualquiera haya podido disfrutar. Antes del momento, Kroos se desenvolvió con la misma seriedad habitual. No hay una acción vacía ni un día de bajón. Siempre al 100%. O al 98%, como sus porcentajes de éxito en los casi 40.000 envíos que ha intentado desde que llegó por primera vez a La Castellana. En el pase, en el juego y en sus emociones. Todos los allí presentes sabían lo que había y se deleitaban cada vez que el eterno alemán desplazaba el balón o se deslizaba a los córners. Tal como Kroos les había acostumbrado, no existía otra opción que celebrar cada segundo.

En vista de que el partido, por más que Rodrygo y Ayoze lo intentaron por todos los medios, apenas tenía miga, solo quedaba el drama que estaba por venir. Kroos se iba, pero antes compartió unos minutos con su binomio Modric, para dotar de mayor intensidad el momento. Todos aplaudían y lloraban, se regodeaban por lo vivido y se emocionaban anticipando los recuerdos. El madridismo fue feliz con Kroos y él quería que lo supiesen antes de que fuese demasiado tarde.

Hasta siempre, leyenda.

Ir al contenido