El Real Madrid, poco a poco, se va aclimatando a su nueva casa. La renovada apariencia del Santiago Bernabéu pone al feudo blanco entre los mejores estadios del mundo por su enorme complejidad. Aun así, sus próximos rivales en Champions League no tienen nada que envidiar en cuanto a la calidad arquitectónica de su hogar. Dentro de una cantera al norte de Portugal, se erige el Estadio Municipal de Braga. El Estádio da Pedreira, tal y como le llaman sus aficionados, es una joya que va a contracorriente respecto a los grandes campos del fútbol moderno. Lejos de los avances tecnológicos, en Braga apostaron por abrazar la naturaleza que los rodeaba.
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🏔️ La cantera de Monte de Castro, alma del estadio
La genialidad del arquitecto Eduardo Souto da Moura sigue perdurando 20 años después de la apertura del Estádio da Pedreira. Con un solo vistazo sobra para entender qué hace especial al campo, pero nadie como un experto para ponerlo en contexto. Para ello, desde Legal Sport hemos contactado con Fernando Pulpillo, arquitecto graduado en la Universidad de Granada y profesor. «Es un estadio que me maravilla. Es el tipo de arquitectura que realmente me gusta y que creo que marca la diferencia con lo que habitualmente se hace. Desde el punto de vista del aficionado, visitar este estadio cada domingo debe ser un ritual. Debes tener la sensación de acudir a un sitio único, algo que nadie más tiene y que verdaderamente es representativo e identificativo con el club, con su ciudad, con su historia y con su gente. Souto da Moura consiguió hacer un estadio que, más que arquitectura, destila puro fútbol«, explica.
El Estádio da Pedreira sacrifica las gradas de los fondos y se queda con solamente con las de los laterales. Todo ello por integrarse dentro de la antigua cantera que le da nombre. El estadio deja de ser lo que debería para fusionarse con la naturaleza que lo envuelve. Por esto mismo, fue de los proyectos más caros de la Eurocopa de 2004. Tendría menos público, pero quitar toda esa piedra y darle su hueco al campo costaban lo suyo.
La adaptación al entorno, por más que se sale de la norma, no es ni mucho menos «inalcanzable» para la genialidad de Souto da Moura. «Basándose en una excavación y en un movimiento de tierras muy bien estudiado, con una estructura y cimentación acordes, Da Moura consiguió hacer real un estadio en el que el entorno y la edificación forman un todo; cuesta diferenciar donde empieza uno y acaba el otro. La solución constructiva es compleja, pero no tan rocambolesca e imposible como desde fuera pueda parecer», comenta el arquitecto.
🔝 El Estádio da Pedreira, rompedor pese a sus décadas de existencia
Esa integración del campo en la cantera le valió a Souto da Moura la obtención de un Premio Pritkzer en el año 2011. Un mérito que no hacía más que señalar la originalidad y exquisitez de la obra. Y es que, por mucho tiempo que haya pasado, el estadio se mantiene como único en su especie. «Estamos viendo cómo se construyen estadios muy modernos, pero que, realmente, son como ovnis que bien podrían estar donde están o en cualquier otra ciudad. Son estadios espectaculares, aunque no guardan ni de lejos la relación con el entorno que sí tiene el estadio del Sporting de Braga«, relata Fernando Pulpillo.
Esas icónicas gradas del Estádio da Pedreira, que parecen sacadas de un estadio inglés a la antigua usanza, riman a la perfección con esa vieja cantera y la ladera del Monte de Castro. Son, grosso modo, una continuación del paisaje. Una ampliación del estadio, por tanto, iría en contra de su naturaleza. Da igual si se realizase en las gradas laterales o si intentasen ganar asientos en los fondos, pues afectaría a la armonía con la que se diseñó originalmente. Dejarlo como esta es una «señal de respeto», según Pulpillo. Y modificarlo atentaría contra lo que creó Souto da Moura.
🔄 El nuevo Santiago Bernabéu, algo distinto
Este abrazo entre arquitectura y naturaleza, entre fútbol y ciudad, contrasta enormemente con la inversión que el rival del Braga visita su casa esta noche. La remodelación del feudo del Real Madrid está en las antípodas del citado campo portugués. Fernando Pulpillo lo tiene claro: «Te diría que el Nuevo Bernabéu es ingeniería y este estadio es arquitectura. El primero es un alarde técnico que le va a traer muchos beneficios al club. El segundo también lo es, pero además añade eso que solo la arquitectura te aporta: un trasfondo y una razón de ser en cuanto al diseño que excede lo meramente técnico y que abraza también a la historia, a su entorno y da un sentido a toda la actuación».
A pesar de las diferencias arquitectónicas, ambos estadios se han visto entrelazados por el fútbol de la Champions League. Dos estadios que reflejan dos realidades, dos dimensiones, que hablan de los clubes, de su historia, de su gente y de su afición.