¿Cómo se puede parar a Mathieu Van der Poel? Esta debe ser la gran pregunta que ronda por la cabeza de todos los ciclistas en este 2024. Tras su superioridad en el Tour de Flandes, la París-Roubaix tuvo un guion que terminó igual, pero con un mayor protagonismo de su equipo. Lo cierto es que, a fin de cuentas, Van der Poel se volvió a confirmar como uno de los grandes clasicómanos de la historia. Ya son seis las victorias que ha logrado en los monumentos, y es la segunda vez que gana una París-Roubaix. Para esta vez, en el podio le acompañaron Philipsen y Pedersen.
🚵 El trabajo coral de Alpecin-Fénix, clave para Van der Poel
Si en Flandes se impuso la superioridad individual de Van der Poel, en la París-Roubaix destacó la gestión de carrera de su equipo. Cierto es que todo lo hace más fácil semejante talento, pero lo de hoy es una de esas victorias en las que todos los miembros del grupo se ganan su sueldo. Todos empujaron para que brillase Van der Poel, que alcanzó el primer lugar en un ataque a 59 kilómetros de la meta.
Antes de que Van der Poel ejecutase ese ataque hacia el liderato, Alpecin-Fénix había manejado la carrera a su antojo. Dentro de un ritmo infernal que rozó los 50 kilómetros por hora, cocinaron su victoria a fuego lento —paradójicamente—. Fue tal y como quisieron para que su ciclista más ilustre volviese a colarse entre los más grandes de la historia. Al menos, no hay dudas de que su nombre está en la lista de los mejores clasicómanos de siempre. Y esto, antes de que comience la etapa de las grandes vueltas en este 2024, solo puede ser un aviso a navegantes. Van der Poel va a por todas, y su equipo va a estar detrás para conseguirlo.
