Carlo Ancelotti ha iniciado acciones legales contra el Everton, el club inglés que le contrató como entrenador en 2019 y al que dejó en 2021 para iniciar su segunda y muy exitosa etapa en el Real Madrid.
El entrenador italiano interpuso el pasado viernes una demanda que afecta a contratos y acuerdos comerciales contra el club de la ciudad de Liverpool y que se verá lógicamente en un tribunal mercantil. Ni los representantes legales de Ancelotti ni el Everton han querido hacer comentarios sobre el contenido concreto o el alcance de la reclamación.
Al margen de cuál sea finalmente el impacto económico o jurídico de la acción legal puesta en marcha por ‘Carletto’, desde el punto de vista simbólico se añade a la lista de malas noticias que afronta el club inglés en los últimos tiempos.
Problemas deportivos y problemas financieros
Sin duda, para un equipo más que centenario, ganador de una Recopa de Europa y de nueve Premier Leagues, entre otros trofeos, ha tenido que resultar más bien humillante haberse salvado este año del descenso por los pelos.
Lo consiguió tras ganar al Crystal Palace en la última jornada de una desastrosa temporada en la que hasta cuatro entrenadores de postín han pasado por su banquillo (Rafa Benítez, Ferguson, Lampard y Dyche) sin lograr que el equipo levantara cabeza.
No acaba ahí la cosa. El propietario del 94% del club, el empresario Farhad Moshiri, está empeñado en que el equipo cambie de domicilio, abandonando el mítico estadio de Goodison Park por unas nuevas instalaciones en Bramley-Moore Dock. Sin embargo, ha de superar para ello un problema bastante simple: el club no tiene suficiente dinero.
Los últimos rumores sobre la situación financiera del Everton apuntan a que tendría que deshacerse este verano de algunos de los jugadores más valiosos o que tienen salarios más altos para conseguir los recursos que necesita con urgencia.
Esta “solución” conduciría a un segundo problema: salvo que se cometan graves errores de contratación —que, por otro lado, muchas veces se cometen—, es frecuente que los jugadores con salarios más altos o que más valen en el mercado sean también los de mayor calidad.
De ser así en el caso del Everton, esas ventas comprometerían notablemente la posibilidad de que el equipo mantuviera la categoría al final de la próxima temporada, lo que le situaría frente al riesgo de un descenso a una segunda división que proporciona ingresos por derechos televisivos mucho menores que la Premier; es decir, la famosa pescadilla que se muerde la cola.
¿Cesión del control del club?
Tan mal está la cosa, que se dice que el Everton ha tenido que apresurarse a suscribir un “·préstamo puente”, mientras continúa buscando apoyo financiero, en el que ha utilizado como garantía… su futuro estadio, que nacería así un tanto hipotecado.
Otra “solución” podría ser que Moshiri —un empresario de nacionalidad británica y origen iraní, presidente del conglomerado ruso USM y antiguo accionista del Arsenal— cediera en todo o en parte el control del club… gratis et amore.
Una condición que no será probablemente muy del gusto del empresario, toda vez que ya se ha gastado en el club no menos de 750 millones de libras (más de 870 millones de euros) sin conseguir otra cosa que alejarlo de la élite del fútbol inglés.