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🧑‍🎓 Área jurídica

Cronología de la piratería en el fútbol: un problema de fácil acceso en pleno auge

La globalización adquirió una nueva dimensión con el surgimiento, la expansión y el asentamiento de Internet como herramienta de libre acceso. Ahora, es habitual y asequible tener acceso a la red desde casi cualquier rincón del planeta. Sin duda, la red ha sido una parte fundamental en la revolución tecnológica que ha transformado el planeta a lo largo de los últimos años. Pero Internet es un infinito inabarcable —y, en cierta parte, incontrolable— en el que todo cabe. Hecha la ley, hecha la trampa. La descarga o la visualización ilegal de contenido con licencia y derechos de propiedad intelectual siempre fue una de las grandes cuestiones, motivo de disputa entre los poseedores y los usuarios. Más de una década desde que estas prácticas empezaran a popularizarse y cientos de métodos diferentes después, el acto picaresco de burlar la tarifa de pago para disfrutar de un contenido sigue a la orden del día. Eso es la piratería. Y el deporte no se libra de ese mal endémico.

A lo largo del siglo XXI, los sistemas para consumir deporte de forma ilegal se han extendido, modernizado y sofisticado. Desde las webs de streaming de contenido, hasta las famosas listas IPTV o cardsharing. En respuesta a esta amenaza, en el plano futbolístico, la Liga se ha propuesto doblar sus esfuerzos para combatir la piratería. Desde implementar tecnologías para proteger el contenido, hasta coordinarse con las autoridades y los operadores de Internet en España para identificar y sancionar a los infractores que obtienen un beneficio económico con la difusión ilícita de los partidos. Una cruzada que está levantado mucho ruido y abriendo unos debates que van mucho más allá de la propia ilegalidad del acto en cuestión.

🤔 ¿Cuántos usuarios consumen fútbol pirata en España?

Para dar con este dato consultamos el Observatorio 2022 de la Piratería y Hábitos de Consumo de Contenidos Digitales que publica el ministerio de Cultura y Deporte. Aunque los datos son del año 2022, las cifras nos ponen en contexto de lo que supone la piratería en el estado español. El número de contenidos ilegales que los usuarios se descargaron en ese año fue de 5.268 millones, solo un 2,5 % menos que en 2021. En cuanto a porcentajes, la industria más afectada fue la de los libros, con un 35% de intrusiones, mientras que en el fútbol este valor es del 20%.

Es decir, que 2 de cada 10 personas utilizan sistemas ilegales para ver fútbol en España. Esto significa un 1% menos que en 2021. Los accesos ilegítimos se cuantificaron en 85 millones de descargas (-3 %), por un valor de 246 millones de euros (el perjuicio para el sector fue de 170 millones de euros). Sin embargo, la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) ofrece otras estadísticas más generales y remarca que las retransmisiones deportivas ilegales aumentaron un 30% del 2021 al 2022 y que Francia y España representan más de un tercio del total de este tipo de consumo ilícito (34%).

¿Y cuánto pagan los operadores por dar el fútbol? En España, 4.950 millones de euros. Esa es la cantidad que acordaron Movistar+ y DAZN con LaLiga para emitir sus encuentros las cinco próximas temporadas (hasta la 2026/2027). Por los derechos del fútbol europeo, Movistar+ pagó 960 millones por las próximas tres temporadas. En el panorama internacional, la Premier League vendió en diciembre sus derechos televisivos por 7.800 millones para el periodo entre las temporadas 2025/2026 y 2028/2029.

❌ ¿Cómo se consume el fútbol pirata en España?

Acceder de forma ilegal a contenidos de pago es un hábito común y propio de Internet y de las generaciones criadas y habituadas a su uso. La copia de disquetes o programas y la posibilidad de duplicar la información de un CD a otro siempre ha existido con la tecnología apropiada. Después, llegó la posibilidad de bajar contenido a través de la red y de saltarse la barrera de las licencias con los famosos cracks. En la televisión, con la instalación de las parabólicas y del contenido de pago, apareció el CCCAM (Client Card Conditional Module). Este sistema utiliza decodificadores y claves obtenidas por Internet para esquivar la prohibición de ver ciertos canales privados.

Esta opción ha caído en desuso y es más sofisticada que otros métodos, aunque comprar las claves puede resultar en muchas ocasiones un juego de niños. Portales como Amazon o AliExpress, e incluso en foros, ofrecen por un módico precio, que en muchos casos no supera los 5 euros, la posibilidad de acceder a estos códigos para ver el contenido de pago. Ahora, con la fibra de alta calidad en casi todos los domicilios, ya no hace falta una parabólica. Con un simple decodificador, de unos 100-150 euros aproximadamente, y acceso a la red, se puede ver el contenido de pago.

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Uno de los modelos de decodificador digital.

Aunque la tendencia ahora es acceder a este contenido privado a través de las listas IPTV o listas m3u. Este sistema utiliza la infraestructura de Internet para entregar los contenidos de pago a dispositivos como televisiones, ordenadores, tablets o móviles; una manera de ver televisión por Internet con un servicio parecido al que ofrecen las OTT de pago. Todo se realiza a través de aplicaciones que reúnen cientos de canales de todo el mundo. Con la plataforma indicada, y previo pago de 20-50 euros por seis meses o un año entero, el usuario accede a unas claves y listas para poder ver los canales con una calidad aceptable y prácticamente sin cortes en las emisiones, aunque todavía se producen algunos cortes o congelaciones de imagen.

Con el surgimiento de las IPTV también ha ganado popularidad el sistema de cardsharing, una técnica que posibilita el acceso compartido a canales de televisión de pago de manera ilegal. Este método aprovecha una tarjeta de suscripción digital legítima como fuente de acceso. Básicamente, implica compartir los datos de esta tarjeta entre múltiples usuarios a través de Internet, permitiéndoles acceder a contenido protegido sin necesidad de tener una suscripción individual. Como resultado, estos usuarios pueden disfrutar de los canales de televisión de pago utilizando sus propios dispositivos receptores, sin requerir una tarjeta de suscripción individual. Un único usuario de un servicio satélite de pago equipado con un decodificador puede distribuir su señal a otros usuarios con un aparato, pero sin que se pague una mensualidad por el servicio.

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Imagen de una lista IPTV con canales españoles.

Y por último, existen cientos de dominios y subdominios de Internet que ofrecen acceso a partidos y eventos. Rojadirecta, web fundada en 2005, es una de las más famosas. Desde LaLiga y los operadores que ofrecen el fútbol en España persiguen, sancionan y bloquean este tipo de webs, aunque constantemente florecen más y más opciones en respuesta. Según los últimos datos del Ministerio de Cultura y Deporte, uno de cada dos consumidores (55%) ha tratado de acceder a un portal de contenidos ilegales cerrado o que ha dejado de existir. Además, WhatsApp, Instagram, TikTok y Telegram se están consolidando como puertas de acceso a portales ilegales y a reproductores con contenido ilegal.

🫤 Incertidumbre con el movimiento de la liga para cortar la piratería

«Tan ladrón es el que emite la señal pirata como el que la ve o la compra a precios irrisorios», dijo en redes sociales Javier Tebas, presidente de LaLiga, refrendando los pasos que está siguiendo la competición española para tratar de cortar de raíz el suministro ilegal del fútbol. El Juzgado de lo Mercantil número 8 de Barcelona ha admitido la diligencia preliminar solicitada por LaLiga para requerir a las teleoperadoras que faciliten los datos personales de quienes comparten ilícitamente sus contenidos. Sin embargo, desde el organismo que controla el fútbol profesional español se entiende que también podrán reclamar los datos del usuario final a los suministradores de Internet para sancionar a los consumidores ilegítimos.

Sea como fuere, este movimiento ya está dejando sus primeras consecuencias. Desde Legal Sport, intentamos ponernos en contacto con dos suministradores de listas IPTV. El primero tardó en responder y cuando lo hizo, se mostró nervioso e intentó averiguar quién nos ha facilitado su contacto, a la vez que afirmó no tener «muchos conocimientos sobre el tema». Finalmente, y tras insistir que queremos hablar sobre esta práctica, nos informa que ya no ofrece ese servicio «debido a la reciente sentencia» y añade que el veredicto está «generando preocupación en la comunidad». Para acabar, nos pone en la pista que «muchos» de sus «amigos que se dedicaban a lo mismo también han optado por dejarlo». Acción-reacción.

Lo que hace unas semanas era una práctica que se podía realizar en menos de media hora y a un módico precio siguiendo los pasos del suministrador de las contraseñas IPTV, ahora, con la resolución del juzgado de lo Mercantil de Barcelona, se ha vuelto un tema peliagudo y arriesgado. Sin embargo, un segundo distribuidor  nos contesta de forma totalmente opuesta. Accedemos a él a través de una oferta que nos llega por WhatsApp: 50 euros por una suscripción anual para ver todo el deporte y cine. La oferta es aplicable para dos dispositivos, con lo cual el gasto se reduce a 25 euros. «Lo pruebas unos días y luego hablamos», dijo. Cuando le preguntamos si tiene algún contrato o seguridad jurídica, remarca que «hay personas muy profesionales» que «llevamos toda la vida en esto y muchos clientes que renuevan todos los años».

Pronto nos da una pista clave en todo este embrollo: «Las IPTV no están reguladas en España. No es legal, pero tampoco ilegal. Es alegal. Seguro que va para largo», explica. En Europa, solo en Italia está regulado. En España, el hecho que se empiece a perseguir seriamente esta práctica es algo relativamente novedoso. En el país transalpino, las infracciones por distribuir contenido pirata pueden alcanzar los 5.000 euros. Con esta cantidad, es normal que muchos se quieran cubrir las espaldas, aunque hay otros que ven en la ausencia de una ley oficial el resquicio ideal para beneficiarse económicamente. La batalla contra la piratería parece no tener fin.

💵 ¿Cuánto cuesta ver el fútbol en España?

Aquí viene la otra cara de la moneda de la problemática. El fútbol es considerado uno de los eventos de ocio más consumido por los españoles. Sin embargo, su precio no es apto para todos los bolsillos. Ya han quedado atrás las temporadas en las que se emitían varios partidos en abierto por semana. Hoy, los canales de pago acaparan la retransmisión de los partidos. En este punto, ver los diez encuentros por jornada de LaLiga durante toda la temporada supera los 100 euros mensuales. Para ver el fútbol a través de Movistar+ hay que contratar su servicio de Internet y los paquetes básicos de televisión. Luego hay que incluir el fútbol. El precio global asciende hasta los 103,90 euros al mes. Si se quiere ver todo el fútbol (liga española + Europa), el montante asciende hasta los 116,90 euros (1.402,8 euros al año). Si solo se contrata DAZN, la oferta es de 29,99 euros al mes, pero solo ofrece cinco partidos por fecha del torneo español.

En Inglaterra, el costo mensual alcanza la cifra de 84,90 euros al mes (1.018,80 euros al año). En Alemania, el precio se va hasta los 49,99 euros al mes, con un compromiso de un año (599,88 euros al año). Tras el primer año, el precio aumenta a 80,49 euros al mes (965,88 euros al año). Si nos vamos a Italia, el gato es de unos 62,49 euros mensuales (749,88 euros al año). Mientras que en Francia saldría por 44,98 euros (539,76 por año). Esto significa que España tiene los precios más caros comparando la oferta con las principales ligas europeas. Los altos costos para obtener los derechos de retransmisión obliga a los operadores a tener que rentabilizar la inversión con cuotas elevadas.

Es evidente que todo aquello que esté vinculado con la piratería está fuera de los márgenes de la ley y atenta contra la propiedad intelectual y el modelo de negocio del deporte. Y también es cierto que, las tarifas y las ofertas no hacen más que incrementar los precios año a año hasta convertir un elemento de ocio popular, como el deporte, en un negocio elitista e inaccesible para los aficionados que, a la postre, son quienes ponen en marcha la industria.

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