La realidad tiende a distorsionarse. Un futbolista, tenista o piloto en España se asocia a éxito, fama y dinero, cuando un alto porcentaje de los que intentan alcanzar la cima se quedan en el camino. Eso sí, al menos en estas disciplinas llegar alto se traduce en los términos citados. En otros deportes secundarios ser el mejor ni siquiera garantiza eso. Que se lo digan a muchos olímpicos, que tienen que recurrir a programas de la televisión —’MasterChef’ o ‘Gran Hermano’, entre otros— para adquirir notoriedad mediática y seguridad económica.
Un esfuerzo poco recompensado
Horas de entrenamiento cada día para jugarse todo en cuestión de segundos cada cuatro años. Es la dura tarea que afrontan a lo largo de su trayectoria los deportistas olímpicos. La medalla se erige como la única recompensa tanto a nivel económico —94.000 euros el oro, 48.000 euros la plata y 30.000 el bronce en disciplinas individuales—, como de reconocimiento. Un cuarto puesto les deja en el ostracismo. Bueno, para ser sinceros, la fama de un campeón olímpico, en según qué casos, tampoco dura para siempre.
En España, por fortuna, existe el Programa ADO, llevado a cabo por la Asociación Deportes Olímpicos. Esta institución, sustentada por el apoyo principal del Comité Olímpico Español, el Consejo Superior de Deportes (CSD) y RTVE, otorga becas para evitar casos como el de la estadounidense Ronda Rousey, que tuvo que vivir en su vehículo meses después de embolsarse unos ínfimos 10.000 euros por un bronce en Pekín 2008.
Gracias a los patrocinios con diversas empresas, el citado organismo ha recibido desde su implantación 360 millones de euros que han servido, entre otras cosas, para otorgar más de 12.000 ayudas en los últimos siete ciclos olímpicos, según datos de su página oficial.
Saúl Craviotto, Blanca Manchón, Javier Fernández y Joanna Pastrana, boxeadora que pese a no tener los JJ. OO. en su historial, comparte similitudes con estas tres figuras. En total, cuatro nombres, cuatro campeones. Todos han mandado en Europa, en el mundo, e incluso a nivel olímpico en repetidas ocasiones. Y todos tienen un nexo en común: el público más popular sabe quiénes son por su participación en distintos realities. Estos deportistas han utilizado la televisión como escaparate financiero o mediático, por la dificultad de hallarlo a través de su profesión. Y no son los únicos, hay decenas de ejemplos más, aunque estos son algunos de los más representativos.
‘Traitors’, un escenario menor, pero acertado
Joana Pastrana y Blanca Manchón escogieron, probablemente, el reality menos dañino. ‘Traitors’, sin precedentes en España —aunque con un éxito desmedido en Estados Unidos, donde se han emitido dos temporadas—, es una de las joyas de HBO. Si aún no la has disfrutado merece la pena. Es un ‘pueblo duerme’ entre famosos de rostros no tan reconocibles para el gran público. Una batalla entre fieles y traidores con pruebas, intriga y emoción, ejecutada a la perfección, que demostró que en este país puede hacerse algo más allá de ‘Gran Hermano’ o ‘La Isla de las Tentaciones’.
Ambas deportistas tuvieron un papel relevante en el programa, lo cual disparó el interés por su figura. Pocos días después del estreno, en febrero de hace justo un año, Blanca Manchón, doble campeona del mundo en vela, registró el pico de búsquedas más alto de los últimos 4 años, según Google Trends. Con la lección aprendida, próximamente pondrá rumbo a Honduras para participar en ‘Supervivientes’.
Joana Pastrana, campeona del mundo en boxeo, ha participado en ‘Traitors’, ‘Time zone’ y ‘El Conquistador’.
Algo similar le ha pasado a Joanna Pastrana, que de hecho hace poco participó en un segundo reality de esta plataforma digital, comandado por la streamer Cristinini. De hecho, la boxeadora le ha cogido el gusto a esto de acaparar los focos, ya que también participó de alguna forma en la última velada de Ibai Llanos como instructora de Marina Rivers, la famosa influencer que supera los dos millones de seguidores en Instagram.
Craviotto, campeón hasta en ‘MasterChef’
Saúl Craviotto, el Guardia Civil con cinco medallas olímpicas y once metales en los Mundiales, jamás vivió un boom como el de MasterChef. En Pekín, Londres, Río de Janeiro y Tokio —ha estado en las cuatro citas— nunca logró congregar frente al televisor a los 3,4 millones de personas que siguieron la final de la segunda edición —la más vista de las ocho emitidas— de famosos de este reconocido programa de cocina.
De media, su temporada atrajo la atención de más de 2,7 millones de espectadores, con un share del 23,5%. Es la tercera más vista, la segunda en cuota de pantalla, de todas las que se han emitido hasta la fecha. Un negocio redondo para el deportista, cuya imagen de sacrificio y humildad fue respaldada finalmente también con el éxito: no solo ganó dinero sino que también potenció su marca personal.
Javier Fernández y la mala fama de ‘Gran Hermano’
Más sorpresivo fue lo de Javier Fernández, el patinador español que conquistó Europa (2013, 2014, 2015, 2016, 2017, 2018 y 2019) y el Mundo (2013 y 2014) y que se colgó el bronce en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018. El deportista, ya retirado, se apuntó al regreso de Gran Hermano, el reality más reconocido —y rechazado— de Mediaset, que había estado fuera de la parrilla tras el escándalo por el abuso sexual a una de sus concursantes durante su estancia en Guadalix de la Sierra.
Javier Fernández se vio envuelto en disputas y gritos que no iban demasiado con su discreto perfil. Finalmente terminó por abandonar. Más allá de los términos económicos, y pese a que esquivó cualquier tángana, asociar su imagen a este programa no ha tenido el efecto esperado, ya que el target de la audiencia dista mucho de asociarse a los valores de un patinador.
En cualquier caso, no fue casualidad que abogara por embarcarse en esa aventura, como tampoco son casos aislados los de Joana Pastrana, Blanca Manchón o Saúl Craviotto. La misma Ona Carbonell también concursó (y ganó) en ‘MasterChef Celebrity’. Los deportistas olímpicos, o exitosos a nivel mundial en disciplinas menos reconocidas, tienen un problema tras poner punto y final a su vida profesional. La participación en estos realities, como refrendan los datos, se erige como un salvavidas para su futuro.
