Valencia - liga - 2023
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El Valencia se enfrenta a “la maldición de los cinco años”

El próximo domingo, a eso de las 23:00, sabremos cuál es el equipo que acompañará al Espanyol y al Elche en el descenso a la Segunda División. Como bien saben los aficionados —y, sobre todo, los seguidores de los respectivos clubes que se citan a continuación— son nada menos que seis los implicados: Cádiz, Getafe, Valencia, Almería, Celta y Valladolid.

Para cualquiera de ellos, supondría una tragedia deportiva y económica —en este orden, aunque ambas estén estrechamente relacionadas— y resultaría muy complicado aventurar a cuál le perjudicaría más; entre otras cosas, porque puede ocurrir que lo más grave no sea jugar en la segunda categoría del fútbol español… sino lo que pueda pasar en adelante.

En todo caso, si tratamos de valorar los diferentes riesgos a los que se enfrentan esos seis clubes, hay un punto de vista —entre los muy variados que se pueden aplicar— que apunta a uno con mayor claridad: el Valencia CF.

El motivo es que el club levantino se enfrenta a lo que podríamos llamar, sin excesiva originalidad, la “maldición de los cinco años”.

Tras la quinta, va la vencida

Esta “ley no escrita” se deriva de un minucioso análisis realizado por Stefan Szymanski, un economista especializado en deportes, acerca de las bancarrotas o colapsos económicos que han sufrido en los últimos años los clubes de Inglaterra, Francia y Alemania. En casi todos los casos, el club afectado había sufrido un fuerte deterioro de sus resultados deportivos en los cinco años previos a la catástrofe financiera.

Tal es, para desgracia de los ches, la situación del Valencia. En la temporada 2018-19, ocupó la cuarta posición al final del campeonato. Desde entonces, ha sido noveno dos veces, 13º una vez y actualmente es 15º.

Cierto es que el Getafe —que fue quinto en 2018-19 y octavo en la siguiente temporada— se ha situado en los puestos 14º y 15º en las tres últimas, incluida su posición provisional en la actual, pero su caída es algo menos acusada o evidente que la del Valencia. Algo parecido le pasa al Celta, que ha sido octavo una vez, undécimo otra, y tres veces 17º en los últimos cinco años. En cuanto a Valladolid, Cádiz y Almería, baste con señalar que, aparte de no haber estado ninguno de ellos por encima del puesto 12º en los últimos cinco años, ya han militado en la segunda división en alguna temporada durante ese periodo, por lo que no parece que la “maldición”, si existe, pueda afectarles.

No. Está claro: la “maldición” apunta al Valencia.

La catastrófica (para el Valencia) gestión de Peter Lim

El riesgo es aún más grave y plausible para el club levantino porque llueve sobre mojado. El deterioro que lleva sufriendo en lo deportivo desde hace años es paralelo al deterioro económico que le ha causado su accionista principal, Peter Lim, si es que no su obvia consecuencia. En eso sí que se diferencia radicalmente de los otros cinco equipos implicados en el descenso.

Del balance de la gestión que ha realizado desde octubre de 2014 el multimillonario singapurense se han escrito ríos de tinta, buena parte de ellos dedicados a las muy comprensibles y sonoras protestas de los seguidores del club.

Baste con recordar, por ejemplo, que las ventas al club de jugadores que eran propiedad de Lim antes de hacerse con el Valencia, y que se ejecutaron en algún caso a precios muy superiores a su valor de mercado, según datos de terceros, prácticamente le financiaron en su totalidad la entrada en él, con lo cual no tuvo que gastarse nada de su bolsillo.

Desde que se hiciera con el club, este ha registrado unas 250 altas y bajas de jugadores, en algunos casos de rápida ida y vuelta, a precios que llamaban la atención por lo alto cuando eran compras (Gomes, Almeida, Rodrigo, Cancelo…) y por lo bajo cuando eran ventas (Carlos Torres, Guedes, Ferrán…). Unas sorprendentes operaciones que difícilmente pueden imaginarse ajenas al hecho de que uno de los personajes más cercanos a Lim sea el intermediario Jorge Mendes. En suma, más de 1.000 millones de euros en compras y ventas de jugadores que han generado jugosas comisiones sin hacer jamás un equipo competitivo, sino todo lo contrario.

Bajo su dirección, la deuda total del club ha terminado por superar los 500 millones de euros, el ratio de endeudamiento casi se ha duplicado, el patrimonio neto se ha reducido en casi una tercera parte, situándose en poco más de 40 millones de euros, y las pérdidas acumuladas —y que se han producido en siete de los ocho años de su gestión— se pueden estimar en unos 180 millones de euros, de los cuales más de 45 millones corresponden a la última temporada.

Por añadidura, está el eterno culebrón de la terminación del nuevo estadio. Dejando al margen el encontronazo con el Ayuntamiento que lo tiene más bien en el aire, las cifras casan mal y se suman al tétrico panorama que se acaba de describir.

El préstamo de CVC a los clubes de LaLiga o el abrazo del oso

Lim dice que va a destinar a las obras 80 millones de euros de los 120 millones que va a recibir el Valencia gracias al acuerdo de LaLiga con el fondo CVC (no es gentileza de la casa: está obligado a dedicar ese importe al desarrollo de infraestructuras, según el acuerdo). Pero el coste de las obras asciende precisamente a 120 millones y no se sabe de dónde saldrían los 40 millones que faltan.

¿Más aún? A Lim le interesa aguantar en el club hasta recibir los 120 millones del contrato con CVC que se acaban de mencionar, porque llegarán a muy corto plazo, pero quizá ni un minuto más (salvo que considere viable seguir haciendo caja con los fichajes de jugadores o con las obras del estadio, lo que se antoja complicado, aunque no imposible).

El motivo es que, como le ocurre al resto de los clubes de LaLiga que han aceptado el acuerdo (todos, menos Madrid, Barcelona, Athletic e Ibiza, este recién descendido a Primera RFEF en todo caso), estos recibirán el dinero de CVC a corto plazo, pero al coste de renunciar a entre un 8% y un 11% de sus ingresos televisivos durante 50 años y de endeudarse con CVC y LaLiga asimismo por 50 años.

Un despacho de economistas ha calculado que, en el caso del Valencia —que puede extrapolarse, en función de las respectivas cantidades, al resto de los clubes que han dicho “sí” al acuerdo—, la entidad recibirá un préstamo de 120 millones de euros a corto plazo, pero no solo tendrá que devolverlos en 50 años, sino que, además, renunciará al cobro de 306 millones de euros en favor de CVC en concepto de ingresos televisivos y, además, deberá pagar 52 millones a LaLiga en ese mismo periodo de tiempo. Un abrazo del oso que puede terminar siendo un negocio redondo para todo el mundo…, salvo para los clubes firmantes. Incluso para Lim, que seguramente no se quedará 50 años en el Valencia para comprobarlo…

El Valencia es probablemente el equipo que mejor lo tiene para eludir el descenso. Pero, de no hacerlo, vería reducidos sus ingresos a bastante menos de la mitad, tendría que deshacerse de los jugadores más caros —y seguramente mejores—, fichar jugadores baratos —y seguramente peores—… y deteriorar aún más la competitividad de la plantilla, comprometiendo así su futura vuelta a la primera división.

Sin embargo, incluso si elude el descenso, sumará inevitablemente el año de deterioro deportivo que aún le falta para estar plenamente bajo la amenaza de la “maldición de los cinco años”…

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