Militao cabezazos
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¿Cabecear balones perjudica seriamente la salud?

Según un estudio realizado por académicos del Instituto del Deporte de la Universidad Metropolitana de Manchester, publicado en la revista Frontiers in Human Neuroscience, una sesión de cabezazos de balones de fútbol, incluso muy breve, altera inmediatamente la función cerebral y la forma en la que el cerebro se comunica con los músculos que lo rodean.

Esta llamativa conclusión se deriva de la comparación entre un grupo de 30 participantes, que cabecearon sucesivamente 20 balones de fútbol de manera real, y otro asimismo de 30, cuyos miembros lo hicieron a través de un dispositivo de realidad virtual.

Tras las sesiones de cabeceo, los primeros no lograron mejorar su rendimiento con la práctica a la hora de realizar una tarea cognitiva, mientras que los segundos sí lo hicieron.

Los participantes que cabecearon balones reales también mostraron un patrón de actividad cerebral diferente a los del segundo grupo durante una tarea consistente en agarrar objetos con la mano. Esta diferencia podría indicar que su cerebro tuvo que trabajar más para controlar sus movimientos que el de los participantes que cabecearon balones virtuales.

La Asociación de Fútbol de Inglaterra propone medidas

El estudio del impacto sobre la salud de los cabezazos repetidos —en particular, la mayor posibilidad de sufrir por ello conmociones cerebrales— se está analizando con mayor intensidad en los últimos años después de que el denominado Informe FIELD apuntara en 2019 a que los futbolistas tenían tres veces y media más probabilidades de morir de enfermedades neurodegenerativas que ciudadanos no futbolistas de edad semejante.

Datos posteriores registrados en 2021 mostraron que, mientras que ese riesgo no era diferente en un portero comparado con la población general, el de un jugador de campo podría ser cuatro veces mayor; y el de un defensa, en concreto, hasta cinco veces mayor.

The Football Association, la asociación de fútbol que agrupa a todos los clubes profesionales de Inglaterra, está haciendo actualmente pruebas mediante la prohibición de cabezazos deliberados en el fútbol sub-12 y desaconseja que se hagan en los entrenamientos; asimismo, propone límites a los cabezazos en el caso de grupos de mayor edad en el fútbol juvenil, así como en los entrenamientos del fútbol base y en el fútbol de élite para adultos.

Conclusiones claras, pero no definitivas

El Dr. Johnny Parr, profesor de psicología del deporte en el Instituto del Deporte de la Universidad Metropolitana de Manchester, está convencido que los resultados del estudio «demuestran que cabecear un balón induce claramente algunos cambios inmediatos en la función cerebral y en la forma en que se comunican el cerebro y los músculos”.

Sin embargo, muestra prudencia a la hora de extraer conclusiones tajantes a partir de esos resultados, porque no está claro de manera concreta en qué consiste esa alteración de la actividad.

«Por ejemplo”, advierte, “podría ser que cabecear requiriera que los participantes trabajaran más o invirtieran un mayor esfuerzo cognitivo para compensar algún déficit en la capacidad del cerebro para procesar información. O podría ser que la actividad alterada reflejara la necesidad de gestionar los síntomas de conmoción cerebral que experimentan las personas como resultado del cabeceo».

Y, por último, admite que «también es posible que algunos de nuestros hallazgos se expliquen por cambios fisiológicos adicionales que no hemos medido, y esto es algo que tenemos que investigar más a fondo».

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