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La demencia, el riesgo de los futbolistas por rematar de cabeza

Los jugadores de fútbol tienen un alto riesgo de sufrir demencia debido a los golpes en la cabeza por el impacto del balón. Los remates de cabeza tienen un grave impacto para la salud de los futbolistas, según los datos expuestos en el último estudio de The Lancet Public Health.

🥅 El riesgo se reduce bajo palos

Para comprobar la evidencia científica, en la investigación se siguió una muestra de más de 6.000 futbolistas masculinos de la primera división de Suecia. ¿La conclusión? Tienen más riesgo de desarrollar una enfermedad neurodegenerativa que la población que se dedica al fútbol. En números, la investigación refleja que los futbolistas profesionales tienen 1,5 veces más riesgo (8,9%) que la población general (6,2%).

Dicho riesgo solo aplicaba a los jugadores de campo, no a los porteros. Según Marc Suárez, responsable del Grupo de Biomarcadores en Fluidos y Neurología Traslacional del Barcelona Beta Brain Research Center en la Fundación Pasqual Maragall, «esto podría indicar que son los cabezazos repetidos son los responsables del mayor riesgo de alzhéimer y enfermedades neurodegenerativas«.

❌ Estados Unidos reacciona, Europa no tanto

Con el objetivo de reducir los riesgos, desde países como Estados Unidos han tomado cartas en el asunto. Desde 2016 hay legislación al respecto que prohíbe a los menores de 10 años cabecear en los entrenamientos. Para aquellos entre 11 y 13 años está permitido, pero limitado.

Por el contrario, en Europa, solo hay un país que ha reaccionado: los máximos organismos futbolísticos de Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte se unieron en 2020 para prohibir a los niños de 5 a 11 años rematar con la cabeza en los entrenamientos. También se anunciaron restricciones para los menores de 18 años.

La decisión se tomó a raíz de un estudio de la Universidad de Glasgow entre exjugadores escoceses, publicado en The New England Journal of Medicine. Se compararon las causas de muerte de 7.676 exjugadores de fútbol con las de otras 23.000 personas pertenecientes a la población general y los resultados reflejaron que los exjugadores tenían 3,5 veces más posibilidad de morir de una enfermedad neurodegenerativa.

Desde las instituciones insisten en la «reflexión sobre la necesidad de minimizar los cabezazos y los golpes repetidos con la cabeza en el deporte, especialmente en la infancia y la adolescencia, pues el cerebro está todavía en desarrollo».

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