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La lesión del ligamento cruzado anterior (1): características y factores de riesgo

La rotura del ligamento cruzado anterior (LCA) es una lesión común muy relacionada con el deporte que puede tener un impacto devastador en la vida útil de los deportistas, afectando gravemente a su rendimiento y comprometiendo la capacidad de reintegrase a la actividad al mismo nivel que tenían antes de la lesión.

Las investigaciones han demostrado que existe un mayor riesgo de sufrir nuevas lesiones en la misma rodilla o en la rodilla contralateral que ya la han sufrido. Además, los deportistas con lesiones de LCA sufren a menudo problemas psicológicos, tales como depresión y ansiedad.

En este primer artículo sobre el tema, abordaremos las características del LCA y los principales factores de riesgo que pueden hacer que un deportista sea más proclive a sufrir una lesión en él. En un artículo posterior, nos centraremos en el diagnóstico, cirugía y prevención de esta lesión.

Características

Las lesiones del LCA son causadas por un cambio repentino de dirección, fuerza excesiva o estiramiento excesivo de la articulación de la rodilla.

El LCA es una banda de tejido conectivo que mide aproximadamente 38 mm, formada por múltiples fibras de colágeno.

Se origina en la superficie de antero superior de la tibia (espina tibial anterior) y se inserta en el cóndilo femoral externo, en la zona posterior de su cara interna. Está formado por dos fascículos enrollados sobre sí mismos (anteromedial y posterolateral) y es responsable, junto con otras estructuras de la rodilla, de la estabilidad de la articulación.

La anatomía del LCA tiene gran importancia en el proceso de rehabilitación y reconstrucción. Una reconstrucción apropiada y una recuperación integral permitirán que el LCA reconstruido imite su anatomía original, lo que conducirá a una mejor funcionalidad.

El LCA se lesiona con mayor frecuencia por mecanismo de no contacto (un 61% de las veces) que por mecanismo de contacto (39%). Biomecánicamente, la lesión se relaciona con la alineación dinámica de la rodilla. El mecanismo «rodilla adentro y puntera afuera: rodilla en valgo y posición de abducción del pie» representa casi el 50% de los casos, mientras que la hiperextensión es responsable de tan solo un 6%.

Las lesiones de contacto (14%) suelen estar asociadas con un estrés en valgo (rodilla hacia adentro) con lesión de los meniscos y del ligamento colateral medial, y la lesión del menisco está asociada hasta en 2/3 de las lesiones del LCA. La contusión ósea del cóndilo femoral lateral y la meseta tibial está presente en el 92% de estos casos.

Los deportes más comunes relacionados con la lesión del LCA incluyen fútbol, esquí, baloncesto, balonmano y rugby.

Principales factores de riesgo

Se distinguen dos tipos de factores de riesgo, según se pueda influir sobre los mismos: no modificables y modificables.

Entre los no modificables se encuentran los siguientes.

Factores anatómicos

El aumento del ángulo formado por las líneas de fuerza resultantes del eje del cuádriceps y el eje del tendón rotuliano (ángulo Q).

La existencia de una escotadura intercondilea estrecha que se asocia con frecuencia a un LCA más pequeño y más débil y que, además, puede causar un mayor alargamiento del LCA en casos de alta tensión .

De igual forma, el exceso de pronación en la articulación subtalar se asocia con un mayor riesgo de lesiones del LCA sin contacto.

Género

La población deportiva femenina se ha caracterizado, durante mucho tiempo, por un mayor riesgo de ruptura del LCA. En el fútbol, el riesgo de lesiones del LCA en las mujeres es 2,6 veces mayor que en varones y 3,5 veces mayor en el baloncesto.

La incidencia máxima se da entre los 15-20 años de edad para las deportistas femeninas.

Las diferencias en la frecuencia de las lesiones del LCA relacionadas con el género aparecen con el crecimiento acelerado en la adolescencia (es decir, alrededor de 12 a 14 años para las niñas y de 14 a 16 años para los niños) y luego disminuye a principios de la edad adulta.

No existe una explicación concreta que justifique este mayor riesgo de lesión del LCA entre las mujeres. Algunos estudios se han centrado en las diferencias anatómicas, el control neuromuscular y las posibles influencias de las hormonas sexuales. En este sentido, encontramos autores que han hallado una asociación de la fase lutea del ciclo menstrual con un incremento de la laxitud del LCA, lo que indica que este efecto podría estar relacionado con un efecto combinado de estrógeno y progesterona.

Lesiones previas del LCA

Constituyen uno de los factores de riesgo más importantes para una futura lesión de LCA. Una reconstrucción previa de LCA es un factor de riesgo para una nueva lesión o lesión de LCA en la extremidad contralateral.

Esta mayor susceptibilidad es más evidente durante los primeros 12 meses posteriores a la cirugía y el riesgo es 11 veces mayor que el mostrado por los sujetos que nunca han sufrido una lesión de LCA. El riesgo de nueva lesión cae al 4,4%, a partir del décimotercer mes tras la cirugía.

Por último, los factores de riesgo modificables incluyen condiciones ambientales y climáticas, las características del campo, las características del calzado deportivo, etc. modificables» que se describirán en una sección común.

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