Giovani Lo Celso, Paul Pogba, Marco Reus, Timo Werner, Philippe Coutinho, Mauro Arambarri, Diogo Jota, , Georginio Wijnaldum, N’Golo Kanté, Ben Chilwell… La lista de los jugadores ilustres que se van a perder el Mundial de Catar 2022 a causa de lesiones sufridas en las últimas semanas podría ser la base para confeccionar una auténtica Selección del Mundo particularmente competitiva. Y eso que en la lista no puede incluirse formalmente a Sadio Mané, también lesionado, pero que ha sido convocado por su país con la esperanza de que juegue algún partido… o, al menos, ayude a generar espíritu de equipo.
Sin embargo, esa larga lista, con ser preocupante, supone solo el prolegómeno de lo que sucederá inevitablemente a partir del 20 de noviembre.
Si nos fiamos de las estadísticas, y aunque bien sabemos que siempre es arriesgado proyectar los datos del pasado hacia el futuro, podemos aventurar que, en el mejor de los casos, los partidos del Mundial producirán no menos de 75 lesiones; que cerca de 50 de ellas conllevarán la pérdida de algún día de competición o entrenamiento; que más de una decena de jugadores estarán en el dique seco entre 8 y 28 días tras sufrir una lesión, y que casi cinco lo estarán aún más.
Esto es lo que se desprende —haciendo extrapolaciones un tanto simples, es verdad—, si utilizamos los datos de un detallado estudio que realizaron dos médicos de la FIFA, Astrid Junge y Jiri Dvorak, sobre las lesiones registradas en los Mundiales de Francia (1998), Corea/Japón (2002), Alemania (2006), Sudáfrica (2010) y Brasil (2014).
Entre 1,7 y 2,7 lesiones por partido
De acuerdo con su investigación, las lesiones oscilaron entre un mínimo de 104 en Brasil y un máximo de 171 en Corea/Japón, dando lugar a una media de entre 1,7 y 2,7 lesiones por partido, respectivamente. De ellas, entre 1 y 1,7 por partido, también respectivamente, fueron lesiones que produjeron a los jugadores afectados algún día de inactividad forzosa.
La buena noticia es que desde el Mundial de Corea/Japón de 2002, el número de lesiones —y, por tanto, el de lesiones por partido, ya que el número total de encuentros ha sido siempre el mismo a lo largo de las últimas ediciones, incluida la de Catar— ha descendido de manera prácticamente constante a razón de un 15% anual. Por ello, si asumimos con extraordinario optimismo que esa tendencia se mantendrá, llegamos a las cifras o pronósticos que antes se han expuesto.
Otra tendencia que invita al optimismo sobre la base de los datos del informe citado es que, si bien las lesiones producidas sin que haya contacto físico entre los jugadores permanecen más o menos constantes a lo largo del tiempo, tanto las que sí son consecuencia de contactos físicos —fortuitos o no — como las que lo son específicamente como consecuencia de una falta han ido decreciendo a lo largo del tiempo.
Concretamente, en el Mundial de Brasil se produjeron 65 lesiones por contacto físico, frente a 122 en Corea/Japón; y las que lo fueron como consecuencia de una falta descendieron desde las 59 de Corea/Japón, a una veintena en Sudáfrica o Brasil. Esto equivale a decir que, en estos dos últimos Mundiales, apenas 1 de cada 5 lesiones fue producida por una falta, por sorprendente que pueda parecer.
Traumatismos craneales: pocos, pero muy peligrosos
Si atendemos exclusivamente a los datos del Mundial de Brasil, las lesiones afectaron sobre todo a las extremidades inferiores (un 65% del total), seguidas por las que se registraron en la cabeza o el cuello (18%), las extremidades superiores (10%) y el tronco (7%).
En cuanto a la tipología, de las 104 lesiones reportadas en ese Mundial, 39 fueron contusiones, 25 roturas de fibras o lesiones musculares, 10 heridas, 8 dislocaciones, 6 fracturas, etc. Por lo que se refiere a los traumatismos craneales, una de las lesiones que lógicamente más preocupan por su potencial gravedad, se produjeron “solo” 5, pero esta cifra es la mayor de la serie; de hecho, en tres de los Mundiales analizados por el estudio solo se registró una lesión por traumatismo craneal.
En definitiva, el panorama que parecen dibujar estos datos es que, por un lado, será lógicamente inevitable que en Catar se produzca un número bastante significativo de lesiones, algunas de ellas de cierta gravedad; pero, por otro, que podría también abrigarse la esperanza de que las cifras finales mantuvieran, sobre poco más o menos, la tendencia a la mejora que se refleja en el estudio.
Un Mundial atípico
Sin embargo, es preciso reconocer que hay otros factores que, por desgracia, aconsejan moderar el optimismo. No se puede olvidar que estamos hablando de lesiones típicas… de cara a un Mundial que es muy atípico por las fechas en las que se va a jugar.
En efecto, en los Mundiales que hasta ahora se habían desarrollado sistemáticamente en verano, los jugadores que sufrían lesiones en los últimos partidos de sus respectivas competiciones nacionales o continentales tenían un cierto margen de tiempo para recuperarse antes de ir a la cita. De hecho, con el debido respeto a Dani Alves, Dimitri Payet, Alex Oxlade-Chamberlain o Sergio Romero, la lista de los que se perdieron el Mundial de Rusia 2018 ni es tan larga ni es tan “ilustre” como la que ahora se ha producido.
Por añadidura, aquellos jugadores que felizmente no estaban lesionados antes de los Mundiales veraniegos, gozaban de un cierto periodo de tiempo para “ponerse las pilas” y afrontar así en mejores condiciones físicas la dura serie de entre 3 y 7 partidos casi seguidos que tendrían que superar en la cita mundialista.
De la misma forma, una vez acabado esos Mundiales, tanto los que resultaban lesionados como los que tenían la suerte de no lesionarse disponían también de un cierto tiempo para recuperarse antes de iniciar la nueva edición de sus respectivas competiciones nacionales o continentales.
Nada de eso va a ocurrir con ocasión de la cita de Catar, pues su celebración interrumpe de manera más bien brusca el desarrollo de esas competiciones y estas se reanudarán muy poco después de que finalice el Mundial.
Tiempo habrá entonces para hacer un balance que permita determinar si lo insólito de la fecha ha influido o no de manera relevante en las lesiones que se registren durante los partidos y en el estado físico en el que se hallen los jugadores tras el campeonato.