En general, la gente recurre cada vez con más frecuencia a tomar suplementos dietéticos con el objetivo de prevenir y/o tratar algunas enfermedades, reducir el exceso de peso o mejorar su condición física; y, en la mayoría de las ocasiones, lo hace con la idea errónea de que esos productos les permitirán obtener beneficios de forma rápida y sin esfuerzo.
Los suplementos dietéticos se pueden definir como “aquellos productos que contienen un ingrediente alimenticio destinado a complementar la alimentación”. Según la Organización Mundial de Salud (OMS), los suplementos dietéticos y/o nutricionales con propiedades terapéuticas son productos cuyas concentraciones y recomendaciones en su formulación sobrepasan los requerimientos diarios establecidos por la propia organización y que se indican para una condición clínica específica. También tienen esta consideración aquellos productos que contiene extractos de plantas u otros productos botánicos, carbohidratos , aminoácidos proteínas, ácidos grasos y enzimas a los que se les atribuye o especifica alguna propiedad terapéutica.
En ocasiones, se trata de sustancias con efectos reconocidos, sustentados en investigaciones fiables, con el suficiente rigor científico y sin los sesgos producidos por el interés de las marcas comerciales; pero, tal y como veremos en este y el próximo artículo, existe un amplio espectro de preparados a los que se les atribuyen propiedades que van mucho más allá de los efectos biológicos reconocidos.
Cuando las sustancias se emplean con el objetivo de incrementar el rendimiento deportivo, estaremos hablando de ayudas ergogénicas.
En este primer artículo, vamos a empezar a abordar los productos a los que se les imputan efectos sobre el peso, cuyo panorama completo cerraremos en el próximo; y dejaremos para más adelante el análisis de las ayudas ergogénicas y los preparados con teóricos efectos sobre el sistema inmunitario.
El grave problema de la obesidad
La obesidad es un problema de salud reconocido por la OMS. Datos registrados por este organismo reflejan que desde 1975 las cifras de sujetos con problemas de sobrepeso y obesidad se han triplicado en todo el mundo. En Europa, se estima que alrededor del 60% de la población adulta y un tercio de la población infantil en edad escolar tienen este problema.
Su asociación con enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, etc., determina que sea responsable directa o indirectamente del 13% de los fallecimientos que se producen en el continente.
Como consecuencia de la creciente conciencia social acerca de la magnitud del problema, se está registrando un incremento notorio en las cifras de ventas de suplementos dietéticos destinados a reducir el peso y mejorar la composición corporal.
Las expectativas de negocio dan lugar a una gran proliferación de marcas y campañas de marketing dirigidas a la captación de clientes potenciales que, en muchas ocasiones, tendrán que decidirse por un producto sin contar con información suficientemente clara sobre sus efectos reales.
Algunos estudios realizados en Estados Unidos arrojan cifras según las cuales alrededor del 38 % de la población obesa utiliza este tipo de suplementación, lo que suponía un gasto estimado en 2.400 millones de dólares en el año 2010.
Los consumidores de estos preparados buscan una forma rápida de conseguir resultados alejándose de los patrones clásicos para la pérdida de peso que están basados en el incremento de la actividad física y la restricción calórica en la dieta.
Existe además un problema sobreañadido que tiene relación con la falta de control sobre la seguridad y eficacia de muchos de estos productos. Esto afecta muy especialmente a los que pueden adquirirse de forma libre a través de la red y que , en muchas ocasiones, incluyen en su composición activos tales como esteroides anabolizantes, derivados anfetamínicos, derivados hormonales y /o agonistas β2 ( sustancias prohibidas en el deporte) que pueden suponer un riesgo para la salud del sujeto y que, de forma habitual, requerirían de una receta médica para su prescripción.
La mayoría de los suplementos dirigidos a la reducción del peso corporal que podemos encontrar en el mercado pueden encuadrarse en cuatro grupos: productos que bloquean la absorción de macronutrientes, estimulantes que aumentan el metabolismo, productos que producen la partición de nutrientes y productos saciantes.
Analizaremos a continuación el primer grupo y abordaremos los otros tres en el próximo artículo.
Los bloqueadores de la absorción de macronutrientes
Estos suplementos actúan bloqueando básicamente la absorción de carbohidratos y/o grasas, con lo que se reduce la cantidad de energía que ingresa en el organismo.
Los más habituales son:
Phaseolus vulgaris. Se trata de un componente extraído de los frijoles blancos, legumbre cultivada en todo el mundo y que contiene un inhibidor de aamilasa, una enzima encargada de procesar los carbohidratos y el almidón.
La evidencia científica en favor de su eficacia es escasa por lo que serían necesarios más estudios para poder establecer recomendaciones en favor de su utilización.
Entre los efectos adversos que puede ocasionar, se han descrito cefaleas, flatulencia, deposiciones blandas y estreñimiento.
Chitosan. Es un polisacárido de tipo celulosa extraído de los exoesqueletos de los crustáceos marinos. Su mecanismo de acción teórico consiste en unirse a la grasa dietética, incrementando su eliminación.
Los estudios publicados muestran una eficacia limitada para reducir de forma ostensible la absorción de la grasa presente en la dieta.
Entre sus efectos secundarios se mencionan la flatulencia, distensión abdominal, estreñimiento, acidez gástrica y nauseas.
Además, las personas alérgicas al marisco no pueden utilizarlo, dado el riesgo de padecer una seria reacción anafiláctica.