Laurence Paul Cunningham rompió los moldes en una época donde la globalización todavía no había prosperado en el fútbol. El londinense fue el primer jugador británico que vistió la camiseta del Real Madrid y el único madridista que ha sido capaz de salir aplaudido del Camp Nou. Aunque también pasó por el Rayo Vallecano, donde el cariño hacia el extremo sigue vigente. Su vida se escribió en Reino Unido, España, Bélgica y Francia y su historia se cuenta entre campos de fútbol y reivindicaciones, ya que fue un símbolo de la lucha contra la desigualdad racial. Sin embargo, la tragedia se cruzó en su camino y murió a los 33 años tras un accidente de tráfico.
💪 Cunningham y sus gustos más allá del fútbol
Cunningham nació el 8 de marzo de 1956 en Londres. Hijo de inmigrantes jamaicanos, comenzó a jugar al fútbol en el Highgate North Hill a los 12 años, y también pasó por el Arsenal, donde fue rechazado. Un ojeador del Leyton Orient puso sus ojos en él. Llegó con 16 años y debutó como profesional en este modesto equipo del este de Londres. Nadie le regaló nada y fue una persona que se hizo a sí misma. En su época de adolescente, Cunningham destacaba por su timidez, aunque dejó su marca personal en la manera de vestir, en su gusto por la música y por dejarse ver en algunos de los bares más famosos de la capital londinense.
Se convirtió en uno de los bailarines estrella en el club Crackers, un local inicialmente gay, aunque acabó frecuentado también por heterosexuales, y que se convirtió en una referencia de la escena jazz-funk. En esa época formó parte de los soulboys, una comunidad juvenil formada por jóvenes, la mayoría de clase obrera y sobre todo negra, que mezclaban sus gustos por la moda underground y su amor por la música soul y funk estadounidense.
En los estadios de fútbol ingleses de la década de los 70, era habitual ver escenas racistas, lanzamiento de plátanos y la sociedad tildaba a los negros como vagos e indisciplinados. Pese a esto, Cunningham, que tuvo algunos líos de impuntualidad e indisciplina, demostró su talento. El extremo fue traspasado al West Bromwich Albion en 1977. En aquel momento, los baggies contaban con uno de los mejores equipos de su historia. Formó un trío para la historia junto a Cyrille Regis y Brendon Batson haciendo callar a más de una grada racista de Inglaterra. Cunningham jugó 114 apariciones con el Albion, anotando 30 goles, y está considerado por sus fans como uno de los mejores 16 futbolistas de la historia del club.
Sus actuaciones le llevaron a ser convocado por Inglaterra en 1979, convirtiéndose en el segundo jugador negro en jugar para los Three Lions, tras Viv Anderson, en 1978. Aunque no había redes sociales ni la información corría tan rápido, el inglés era considerado uno de los mejores jugadores del mundo en su posición. Algo que le llevó a fichar por el Real Madrid.
💵 El Madrid apostó por su talento y el Camp Nou le aplaudió
El Madrid vio la capacidad de Cunningham y le fichó para la temporada 1979/1980, convirtiéndose en la incorporación más cara de la historia blanca en aquel momento. Según distintas fuentes, el pago del conjunto madridista fluctúa entre los 110 y los 195 millones de pesetas de la época. La negociación se fraguó con un papel en el que los representantes de los dos clubes iban poniendo cifras para llegar al acuerdo perfecto. Pero era otra época y con el franquismo todavía muy reciente, aunque ya empezaba a despertar la democracia en España, la llegada de Cunningham no fue del todo bien recibida. Fue apodado ‘La Perla Negra’, aunque Santiago Bernabéu le llamaba ‘el negrito’.
Entre la afición, sí le cogieron cariño. Su estilo diferente y habilidad con el balón le acompañaban bajo una aureola de futbolista exótico. En el Madrid no tuvo muchos momentos de gloria, pese a disputar la final de la Copa de Europa de 1981, en la que los blancos cayeron ante el Liverpool (1-0). El otro gran momento lo vivió en el Camp Nou contra el Barcelona. Fue un 10 de febrero de 1980. El Madrid se impuso en feudo barcelonista por 0-2 con una impresionante actuación del inglés. El público lo despidió entre aplausos y reconoció su gran actuación.
😕 Un final marcado por la tragedia
Jugando en el Real Madrid sufrió una grave lesión en un dedo del pie y en la rodilla. A partir de ese momento, su carrera fue en declive. Rompió su relación sentimental y comenzó un errático peregrinaje por distintos clubes. Pasó por el Manchester United como petición expresa y recaló también prestado en el Sporting de Gijón. Ya abandonó el Madrid en 1984 para recalar en el Olympique de Marsella y, posteriormente, en el Leicester. Pero el inglés estaba acostumbrado a la vida de España, con la que se identificaba plenamente. Además, comenzó a salir con una española.
Esas idas y vueltas, las lesiones, su vida extradeportiva y la falta de regularidad marcaron su trayectoria. En 1986 recaló en el Rayo Vallecano. Con 30 años ya no era un delantero tan veloz, pero fue importante como organizador de juego. Fogueado en decepciones, nunca se quejó y siempre puso su mejor cara en Vallecas. Su final estuvo ligado al Charleroi belga, donde nuevamente se lesionó, aunque consiguió acabar la temporada 1987/1988 en el Wimbledon, donde logró vencer en 1988 la final de la FA Cup contra todo pronóstico ante el Liverpool.
Tras aquel éxito regresó al Rayo Vallecano, esta vez en Segunda división, para formar dupla atacante con Hugo Maradona, hermano de Diego Armando Maradona. Consiguió ascender con los madrileños a la máxima categoría, pero el 15 de julio de 1989, en medio de las negociaciones para intentar renovar su contrato, sufrió un accidente. El jugador falleció a los 33 años al perder el control de su vehículo a la altura del kilómetro 6,5 de la carretera de La Coruña. Cunningham salió expulsado del coche al chocar contra un poste, quedando su cuerpo tendido sobre el asfalto. Un final trágico para un jugador que estuvo considerado por un tiempo como uno de los mejores del planeta.