⚽ Primera división

Más vale Badé en mano que Nianzou volando

Después de una 2022/2023 desastrosa, Monchi y el Sevilla decidieron dar un giro de tuerca a su política de fichajes para tratar de revertir una situación peligrosa. Hasta el punto que, el descenso, fue un riesgo real en el Ramón Sánchez Pizjuán. Bryan Gil, Lucas Ocampos, Pape Gueye o Loïc Badé le sentaron bien al equipo, independientemente de si las charlas prepartido las daba Sampaoli o Mendilibar. Justo al revés que las apuestas veraniegas, que o no siguen, o lo hacen de forma testimonial. Badé y Nianzou, noche y día, son el mejor reflejo.

😍 Badé: llegar y besar el santo

La llegada del central del Nottingham Forest ha supuesto un acierto total para la entidad nervionense. Un Jules Koundé de marca blanca, de físico más limitado para corregir a campo abierto por velocidad y elasticidad, pero del mismo corte de sangre fría. Loïc Badé es, ante todo, uno de esos zagueros templados y concentrados, que quieren evitar salir en la foto a toda costa. De los que no entran tanto por los ojos. Más buenos que bonitos, incluso, pese a parecer aseado en sus entradas y con la pelota.


El Sevilla ha dejado la portería a cero en 5 de los 11 partidos que ha jugado Loïc Badé. Antes de su llegada, solo en uno.


¿Su principal virtud? La fiabilidad y posicionamiento, justo lo que ansiaban esta temporada en Sevilla más que la Semana Santa. Mucho mejor si defiende de cara que cuando tiene que improvisar en situaciones de desventaja táctica o numérica. Es un central ordenado. Con el balón en su poder, parafraseando a un Mendilibar que minimiza riesgos en salida de balón, Badé tiene margen de crecimiento en esa faceta.

😓 Marcão y Nianzou han sido dos tiros al aire

El perfil de Marcão es antagónico a Loïc Badé, lo cual no quita que sean los centrales puros con más poso competitivo a día de hoy. Más allá de que Nemanja Gudelj, mediocentro reconvertido, ha cortado muchas hemorragias atrás, además de meter un par de goles dignos del mismísimo Juninho Pernambucano. La duda ahora está en si el brasileño y el francés llegarán a un acuerdo, porque el ex del Galatasaray es expeditivo y agresivo hasta para fregar los cacharros.

Para lo bueno y para lo malo, Marcão defiende al límite y arriesga con balón. Lo vive y lo disfruta así, sabedor de que le jugará malas pasadas cuando se equivoque y multiplicará el techo de su equipo cuando acierte. En el juego aéreo, tanto en área contraria como en la propia, sí es especialmente dominante. Debería ser un activo importante para Mendilibar, conociendo su modelo preponderante. Siempre y cuando le respeten las lesiones, claro, que son su mayor lastre desde que probó el salmorejo.

Marcao, Gudelj y Nianzou Sevilla. Loïc Badé

Por su parte, Tanguy Nianzou transmite poquísima seguridad desde que llegó al Sevilla. Un central rápido, dotado de técnica defensiva y aseado con pelota; pero al que se le ven las costuras por todos los lados en cuanto a posicionamiento, concentración o en duelos. Otro que se parece a Loïc Badé en la nacionalidad y poco más. Los 16 millones de euros que desembolsó el Sevilla en las arcas del Bayern han salido especialmente caros dado su rendimiento.

😌 Monchi acertó volviendo a las bases

Por algún motivo extraño, al Sevilla le funcionan los franceses casi tan bien como jugar los jueves con un balón blanco y naranja. Cierto que Badé no vino directamente desde la Ligue 1, pero sí se curtió en ella. En el Lens y el Stade Rennais, después de pasar por las inferiores del Le Havre, Paris FC, Boulogne-Billancourt y Antony Sport. Su llegada y la de Pape Gueye, el todocampista senegalés procedente del Olympique Marseille, han revitalizado al club.

No es una novedad que Ramón Rodríguez Verdejo, alias ‘Monchi’, conoce el fútbol francés mejor que Andrés Onrubia. Sin embargo, el último verano, motivado tal vez por la crisis del Sevilla, decidió prescindir de su hoja de ruta preferida para firmar jugadores sin apenas experiencia, como Nianzou; o demasiado contrastados, como Alex Telles, Kasper Dolberg, Adnan Januzaj o Isco Alarcón. Aquello salió especialmente mal, tal y como se podía prever. El tiempo pasa y los jugadores se marchitan. «Stop inventing«, le dijeron muchos sevillistas a su director deportivo. Que «más vale pájaro en mano que ciento volando».

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