Paula Badosa ha resucitado. Hace un año, en este mismo medio, comenté que regresaba al punto de partida. Ubicada fuera del top 100, tocaba remar. Le tenía mucha fe, quizá por esa conexión que ha sabido transmitir con los aficionados desde su prematura participación en el Mutua Madrid Open. Conforme pasaron los meses perdí parte de la esperanza, más por su físico que por su tenis. Ha llegado a coquetear incluso con la retirada, antes de volver a situarse entre las 10 mejores del circuito. Un ejemplo de superación. Una historia de esas que relatar a los que empiezan a practicar este deporte. Y, a la vez, ¿una muestra de los muchos sueños frustrados?
Porque, ¿qué daría Paula Badosa por ganar un Grand Slam? Ella misma respondió tras ser preguntada en la Cadena Cope: «Todo. Mi equipo lo sabe, por eso también lo viven tanto conmigo. Tengo el sueño tan interiorizado… Lo daría absolutamente todo lo que tengo mañana mismo simplemente por cumplir ese sueño y levantar esa copa». Estas declaraciones parecen propias de alguien que ha estado al borde, en muchas ocasiones, de levantar el trofeo. Sin embargo, la española, hasta el presente Abierto de Australia, jamás había alcanzado las semifinales de un major.
No, no vengo a criticar sus expectativas ni sus ilusiones. De eso se vive. Y sinceramente creo que su objetivo es alcanzable, real. Y ojalá llegue a cumplirse. Simplemente quiero poner en valor la carrera y el sacrificio de decenas de tenistas que se matan a diario en la pista y en el gimnasio con ese mismo objetivo, sabiendo, en muchos casos, que es casi imposible. Con Alcaraz y Sinner lo vimos claro, e incluso fácil, pero, ¿qué hay de Taylor Fritz, Alexander Zverev y compañía? Nosotros les sacamos de la ecuación, pero ellos siguen trabajando con esa esperanza, porque, como ha demostrado Madison Keys, el triunfo puede llegar cuando menos lo esperas.
Aquellos que yacen a la sombra merecen respeto. Suena a tópico, pero es una frase casi siempre ignorada. Tachar a alguien de mediocre cuando solo una decena de oponentes es mejor que él en todo el mundo es, cuanto menos, ridículo. En España conocemos bien esta historia, con figuras como David Ferrer que han sido menospreciadas cuando en otra época hubiesen levantado más de un Grand Slam. Y aunque no fuera así, ¿no ha sido meritoria su carrera? ¿No es un hecho destacable que Feliciano López haya participado durante casi dos décadas de forma ininterrumpida en un major o haya pertenecido de forma constante al top 100? Claro, en nuestro país nos malacostumbró Rafael Nadal.
Por suerte, el tiempo lo aclara todo. Tras el adiós de Arantxa y Conchita descubrimos que el éxito no dura para siempre, y dimos más valor a lo alcanzado por Garbiñe Muguruza, aunque se le haya pedido siempre un poco más.
«El camino de Paula Badosa me ha merecido la pena»
Paula Badosa ha quemado todas las etapas, a su ritmo, hasta reencontrarse. Despuntó joven, la compararon con Sharapova, cayó en una profunda depresión, se rehízo hasta ser la número 2 del mundo, y volvió a saborear la derrota, acusando además lesiones, hasta resucitar en mitad de 2024 y confirmar su status de estrella en este 2025. Ha peleado incansablemente a sus 27 años, con el único objetivo de ganar un Grand Slam. ¿Lo conseguirá? Quizá no, quizá solo sea un sueño frustrado, como el de muchos otros compañeros. O igual sí. Pero no debemos cambiar la perspectiva por ello.
Ella ha puesto el esfuerzo, la ilusión. Y no podemos recriminarle nada. Al revés. Debemos valorar la cantidad de tenistas, famosos o no, que pelean cada día por llevar este deporte a otro nivel. Paula Badosa, transforme su sueño en realidad o no, es una de ellas. Lo importante es el camino. Y a mí el suyo, como espectador y admirador, me ha merecido la pena.