¿Alguna vez has pensado que pequeños cambios pueden llevar a grandes transformaciones? Muchas veces, la mente humana empieza con giros drásticos cuando quiere cambiar algo en su vida. Y en realidad, pequeños cambios nos pueden llevar al mismo destino de una forma más efectiva. Pues bien, la historia de la British Cycling es el ejemplo perfecto de cómo los detalles marcan toda la diferencia. En un lejano 2003, el ciclismo británico no era más que una sombra en el panorama deportivo mundial. Apenas habían ganado una medalla de oro en los Juegos Olímpicos desde 1908 y nunca, en 110 años, habían conquistado el codiciado Tour de Francia.
La reputación era tan mala que un fabricante europeo de bicicletas se negaba a venderles sus productos, temiendo que su prestigio se desplomara si se asociaba con los británicos. Todo cambió con el fichaje de Dave Brailsford como director de la Federación Británica de ciclismo. Con un concepto revolucionario, cambió el rendimiento de los británicos, que consiguieron entre 2007 y 2017 un total de 178 campeonatos mundiales y 66 medallas de oro olímpicas y paralímpicas.
😯 El arte del 1% para crear grandes cambios
Brailsford se centró en la estrategia de ‘ganancias marginales’. ¿El concepto? Mejorar en un 1% cada aspecto del ciclismo, con la creencia de que estos pequeños ajustes se sumarían para generar una transformación significativa. Rediseñaron los asientos de las bicicletas para mayor comodidad y aplicaron alcohol a las ruedas para mejor tracción. Los ciclistas empezaron a usar shorts con sistemas eléctricos de autocalentamiento y sensores de biorretroalimentación para monitorear el entrenamiento. Incluso probaron varias telas en túneles de viento para crear los trajes más aerodinámicos posibles.
Esto relacionado con la bicicleta. Pero ahí no se detuvo la transformación. También actuaron sobre los ciclistas. Experimentaron con diferentes preparaciones para masajear a los corredores y obtener una recuperación muscular óptima, controlaron la alimentación, contrataron a un médico para enseñar a los ciclistas la mejor manera de lavarse las manos y evitar resfriados, y seleccionaron cuidadosamente las almohadas y colchones para asegurar el mejor descanso. Incluso pintaron de blanco el interior del camión que transportaba las bicicletas para detectar cualquier partícula de polvo.
😎 De la nada, a tocar el cielo del ciclismo
El impacto de estas mejoras fue casi inmediato. En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, el equipo británico arrasó llevándose el 60% de las medallas disponibles en ciclismo. Cuatro años después, en Londres 2012, rompieron nueve récords olímpicos y siete mundiales. Y en 2012, Bradley Wiggins se convirtió en el primer británico en ganar el Tour de Francia, la considerada mejor prueba de ciclismo del mundo y que se le resistía al territorio inglés. Esa victoria abrió la puerta para que, posteriormente, Chris Froome ganara en 2013, 2015, 2016 y 2017.
5 Tours de Francia, 178 campeonatos mundiales y 66 medallas de oro olímpicas y paralímpicas entre 2007 y 2017. Sin duda, la década dorada para la historia del ciclismo británico y una de las dinastías más potentes de la vida de este deporte. El relato de la British Cycling nos enseña que pequeños cambios sostenidos en el tiempo pueden llevar a grandes transformaciones. Y lo mejor es que esta estrategia no se limita al deporte; es aplicable a todos los aspectos de la vida.
Tanto es así que sirve de ejemplo en el libro Hábitos Atómicos de James Clear. Se cuenta esta historia al detalle para ejemplificar que no hace falta dar un salto de un metro para poder tener cambios diferenciales. Con un trabajo constante de factores mínimos, la transformación puede ser poderosa. Clear, que también tiene una historia de superación tras sufrir un accidente jugando al beisbol, expone que cada detalle cuenta, aunque sea minúsculo, y que todo el mundo está a un 1% de lograr algo extraordinario.