Phelps
🤾​ Polideportivo

Michael Phelps, el tiburón que arrasaba en las piscinas

Hubo un tiempo en el que nadie era más rápido que él debajo del agua. Michael Phelps montó un imperio acuático brazada tras brazada. Como si se tratase de un depredador, no paraba hasta tener a la presa en su territorio para capturarla. Así sumó 23 oros en los Juegos Olímpicos y 28 medallas en total. Además, dejó varios récords, infinidad de imágenes y una dualidad rompedora: humano en la tierra, extraterrestre en el agua.

Se retiró con los máximos honores tras los Juegos Olímpicos de 2016. Su vida se explica entre subidas y bajadas; entre caídas y ascensos. Y aunque nadie ha conseguido ganar tanto como el de Baltimore, algunos han podido mejorar sus marcas en la piscina. El último en hacerlo ha sido el francés Léon Marchand, que ha batido la última plusmarca mundial que quedaba vigente del estadounidense en los 400 estilos. Algo que ratifica que los deportistas cada vez aumentan más su rendimiento, aunque Phelps sigue siendo el mejor de todos los tiempos en el agua.

😎 De Sídney a Pekín, un camino de 12 años lleno de éxitos

Sídney 2000 registró su primer chapuzón olímpico. Tenía 15 años y acudió a la prueba de 200 mariposa, donde quedó en quinto lugar. Esta prueba y los 200 estilos fueron un bastión para el ‘Tiburón de Baltimore‘. Sacó un pleno de oros desde Atenas 2004 hasta Río de Janeiro 2016, salvo por una plata en mariposa en Londres, donde llegó mal entrenado y quedó por detrás de Chad le Clos. Son dos de las pruebas más exigentes en el mundo de la natación. La de estilos por su complejidad al combinar varios procedimientos de nado y la de mariposa por su dureza.

Su cuerpo fino y largo (193 centímetros), su envergadura desmesurada (203 centímetros), sus manos y pies grandes y sus estilizadas piernas le hacían tener una genética perfecta para nadar. Bob Bowman descubrió a un joven con talento y lo llevó a la cima del mundo. “Con 11 años, Michael era tan rápido que lo pusimos a nadar con niños mayores que él”, recuerda Bowman. Trabajaron juntos durante 20 años. Ahora, el preparador dirige a Léon Marchand, que a sus 21 años ha batido el último récord que tenía Phelps y que se postula como un gran sucesor del americano.

Pero como prodigio que era, el de Baltimore dominó en casi todas las pruebas en una piscina olímpica. Sumó 28 medallas, 23 de oro y solo 2 de bronce. Su momento más álgido llegó en 2008 en Pekín, cuando consiguió ganar las ocho pruebas que disputó: 200 libre, 100 y 200 mariposa, 200 y 400 estilos y los relevos 4×100 y 4×200 libre y 4×100 estilos. Algo que todavía nadie ha podido conseguir.

En China sumó tres récords mundiales (400 estilos – 4:03.84, 200 libre – 1:42.96 minutos y 200 estilos – 1:54.23 minutos. Un año después, en los mundiales de Roma, batió el récord en los 200 mariposa – 1:51.51 minutos. Pasados 15 años ya no queda ningún registro en pie. Sin embargo, sus medallas pesan demasiado como para obviar que es el mejor nadador de todos los tiempos.

🍳 Phelps y una dieta llena de calorías

Para ser el campeón que fue, Michael Phelps se sometió a duros entrenamientos. Nadaba unos 13 kilómetros por día, seis o siete días a la semana (eso son unos 80 km cada semana). No perdonaba los festivos e incluso algunos domingos. Sus jornadas se dividían en mañana y tarde, combinando la piscina y también el trabajo de fuerza en el gimnasio.

Michael Phelps

Michael Phelps posa con las 28 medallas ganadas en los Juegos Olímpicos.

Tanto esfuerzo necesitaba una gran ingesta de alimentos. El estadounidense ingería entre 8.000 y 12.000 calorías diarias divididas en tres grandes comidas. Hay que recordar que la ingesta diaria recomendada es entre 2.000 y 2.500. Lo que significa que Phelps tomaba el cuádruple o quíntuple de lo recomendado para un hombre adulto medio. Su dieta abundaba en la ingesta de huevos, sándwiches, pasta y pizza. Sin embargo, se mantuvo fibroso y entre los 85 y 90 kilos.

😰 Sus problemas con la bebida y la depresión

Todo no fue un camino de rosas para el gran nadador. El ‘Tiburón de Baltimore’ ha sido uno de los deportistas abanderados en la lucha sobre la importancia de la salud mental en el deporte. En 2004, con 19 años y tras el éxito de Atenas, llegó su primer escándalo público al ser detenido conduciendo bajo los efectos del alcohol. Phelps se declaró culpable y fue sentenciado a 18 meses de libertad condicional. Nadie sospechó que detrás del joven triunfador se hallaba una tensa relación con su padre, Fred Phelps, y un pasado marcado por el abuso de sus compañeros de clase durante la escuela.

La psicología: entrenar la mente como clave para llegar al éxito

En 2009, la leyenda del agua fue cazado fumando marihuana en una pipa de agua. La Federación Estadounidense de Natación (USA Swimming), suspendió a Phelps durante tres meses y varias marcas se desmarcaron del atleta. En 2012, tras los Juegos de Londres, decidió dejar la natación. Sus adicciones y problemas matrimoniales le pasaron factura. Sin embargo, regresó a la competición en 2014, aunque ese año fue arrestado por exceso de velocidad y en las pruebas de alcohol también dio positivo.

Fue castigado por la federación internacional (World Aquatics) con seis meses de suspensión y se le prohibió participar en los Mundiales de 2015. Phelps estuvo ingresado un mes y medio en una clínica recibiendo terapia y volvió a la acción para cerrar el círculo y sumar seis medallas más en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Poco después se sinceró con sus problemas con la depresión y las drogas, que le han ido acompañando en su carrera deportiva.

 

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Hoy Phelps es padre de tres hijos, empresario y comentarista en algunos eventos de natación. También se le ve jugando al golf, su nueva pasión. Públicamente, las imágenes del atleta con el agua son únicamente disfrutando con su familia. Eso sí, a sus 38 años sigue en un gran estado físico y sus vitrinas continúan luciendo el oro que le acompañó cuando era una auténtica bala en una piscina.

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