El pasado mes de mayo saltó una de las noticias más esperadas para los nostálgicos: Carlos Sainz volverá a pilotar y competir con un Ford, esta vez en el Rally Dakar de 2025 que tendrá su inicio el próximo 3 de enero. El veterano piloto madrileño aceptó el desafío de la marca estadounidense e intentará luchar por su quinta victoria en el rally-raid más difícil del mundo.
Pero, como decimos, no será la primera vez que Carlos Sainz tenga en sus manos un volante de Ford. Esta será la cuarta ocasión que el cuatro veces campeón de la prueba del Dakar una sus caminos con la marca. Un camino del que se forjó una amistad de más de 40 años.
Carlos Sainz comenzó su idilio con los rallies y el automovilismo de la mano de Ford
La realidad es que, para Carlos Sainz, el proyecto de Ford no es tan solo convincente en el plano deportivo para este Dakar, sino también en el económico y sentimental.
La marca estadounidense fue la que le introdujo al mundo del automovilismo, y la primera con la que se proclamó campeón en una disciplina de las cuatro ruedas, durante el campeonato de España de rallies en 1987.
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Con un Ford Sierra RS, disputó sus primeras pruebas en el campeonato del mundo WRC como premio a su excelente rendimiento, y aunque los títulos llegaron bajo otras enseñas, también cosechó victorias en sus tres etapas previas con la multinacional con sede en Dearborn, Michigan.
Pero antes, ya en 1894, Carlos Sainz estuvo a los mandos de un Formula Ford de aquel año, un Festival que la marca celebra y reúne todos los años. También, ese mismo año, el de Madrid hizo algunas pruebas en la Formula 2000 Británica y tuvo un programa en circuitos a nivel nacional con un Escort XR3.
Pero estaba claro que los rallies eran su verdadera vocación, y fue precisamente de la mano de la marca estadounidense cuando Sainz consiguió ser campeón de España hasta dos veces. Si bien Carlos ya había despuntado en años anteriores (subcampeón en 1985 y 1986), sus títulos llegaron en 1987 y 1988 con el mítico Ford Sierra RS Cosworth.
Aquel era un coche muy potente, pero de tracción trasera, lo que limitaba su competitividad en superficies resbaladizas. Algo que no impidió que el madrileño se diera a conocer desde su llegada, triunfando en el primer tramo mundialista de su vida en el Rally de Portugal y, posteriormente ganándose el pasaporte a Toyota en Sanremo de 1988, donde dominó a los entonces intocables Lancia en su casa durante dos etapas.
Mundial de Rallies de 1996, la segunda etapa de Carlos Sainz y Ford
Más tarde, ya como bicampeón del mundo de rallies, los caminos de Carlos Sainz y Ford se volvieron a juntar en 1996. El madrileño salió de Subaru tras dos años polémicos y encontró acomodo en el Ford Escort RS Cosworth Grupo A.
Allí, Carlos Sainz tuvo que empezar desde cero y evolucionar un coche para lograr ser competitivo contra los Mitsubishi Lancer Evo III y los Subaru Impreza 555, lo que no era una tarea fácil ni al alcance de muchos, sobre todo teniendo en cuenta a dos de los pilotos a los que se enfrentaría, Tommi Makinen y su compañero en las dos últimas temporadas, Colin McRae.
Con el logró la victoria en Indonesia y finalizó tercero en el campeonato. También empezó a trabajar con M-Sport, que ya por aquel entonces desarrollaba el Escort WRC con el que Sainz conseguiría dos victorias en 1997 y otro tercer puesto en el campeonato.
2000-2002: la aventura con el Focus en el dominio de Peugeot
Posteriormente, y después de su paso por el siempre recordado equipo Toyota y el Cellica («¡trata de arrancarlo, Carlos!») que les impidieron a él y a Luis Moya ganar su tercer título de Rallies a 500 metros de la meta, los japoneses abandonaron el WRC a finales de 1999 y Sainz no estuvo lejos de recalar en Seat Sport, pero finalmente se decantó por volver a Ford.
Allí tendría que volver a compartir equipo con Colin McRae (lo hizo primero con Subaru) y se llevó una victoria (en Chipre) en su camino hacia otro tercer lugar en el campeonato, pero el dominio de Peugeot era evidente. Y, después de tres temporadas en las que sólo pudo cosechar dos triunfos, puso rumbo hacia Citroën en 2003.
Por aquel entonces, el madrileño tuvo en sus manos el Ford Focus WRC, el coche que condujo desde 2000. Aquel era un coche que resultaba muy competitivo en tierra, pero menos en asfalto. La llegada de Peugeot y sus medios ilimitados impidió vivir más alegrías.
2025, a por el quinto Dakar con Ford
Ahora, 40 años desde su primera viviencia con los estadounidesenses y 22 desde el Mundial de Rallies de 2002, Carlos Sainz llega a Ford por todo lo alto.
Tras llevar a lo más alto al proyecto de Audi, el español aspira a repetir corona, la quinta, con su nuevo equipo y ya se plantea el reto en el horizonte de batir su propio récord de victorias. Es el único que ha vencido con cuatro marcas diferentes (Volkswagen, Peugeot, Mini y Audi) y ahora tiene un mayúscula oportunidad por delante.
Aficionado al enigma, y acostumbrado a terminar sus participaciones en el Dakar dejando siempre abiertas las puertas de su futuro, Sainz confirma con su continuidad el potencial propio y también el del Ford Raptor T1+, el nuevo pretendiente que surcará los desiertos saudíes. Este es un coche con la forma de un brutal prototipo de silueta pick-up y claros rasgos de los modelos Raptor de la firma, así como con una gran potencia bajo el capó, uno de los competidores más formidables en el mundo de los rallies todoterreno.
De hecho, en términos de dimensiones, el Raptor T1+ tiene una altura libre al suelo de 400 mm, lo que le permite afrontar obstáculos como rocas, dunas y otras irregularidades del terreno sin perder tracción. Lo hace equipando un motor Coyote V8, capaz de entregar 268 kW, que representarían 360 CV de potencia. El compañero soñado por Carlos Sainz para conquistar su quinto trofeo Touareg.