En Singapur las carreras nunca son normales. O pasan mil cosas o no pasa nada. Esta vez tocó lo segundo, una carrera espesa, lenta, que solo Fernando Alonso consiguió agitar con su forma de pelear cada metro de pista.
En Singapur, el asturiano llevó al límite al AMR25, peleó con coches más rápidos y terminó séptimo después de una jornada llena de tensión, errores en boxes y momentos de pura inspiración.
Alonso, Piloto del Día, puso la diversión y el picante en Singapur
El fin de semana ya había empezado con una sorpresa. El sábado, Alonso logró meter el coche en la Q3 con una vuelta casi perfecta. Voló entre los muros de Marina Bay y consiguió una décima posición que sabía a mucho más. “Fue un milagro“, resumieron en el equipo.
El domingo tocaba defender y atacar. Desde el arranque, Alonso salió con todo. En la primera vuelta superó a Bearman y estuvo muy cerca de adelantar al Ferrari de Hamilton. Pocas veces un Aston Martin había estado tan cerca de un coche de Maranello en igualdad de condiciones.
Minutos después llegó una de las maniobras más comentadas, un adelantamiento limpio y contundente sobre Hadjar, que hizo levantar a muchos de sus asientos. Alonso dominó los primeros giros con inteligencia, controlando el ritmo y usando el DRS para mantener a raya a sus rivales.
Durante las primeras 15 vueltas, Alonso dejó que Hadjar se acercara, provocando que desgastara sus neumáticos antes de tiempo. Una vez cumplido el plan, cambió el ritmo y se escapó. Todo parecía controlado hasta que llegó el pit-stop.
“Si me sigues hablando en todas las vueltas, desconecto la radio”
Una parada lenta, de más de nueve segundos, arruinó parte de la estrategia. “Ahí perdió la carrera que estaba construyendo”, admitieron después en Aston Martin. La frustración se notó enseguida por radio. “Si me sigues hablando en todas las vueltas, desconecto la radio”, le espetó el español a su ingeniero de pista.
A partir de ese momento, la carrera cambió. Alonso pasó del control a la furia. Comenzó a rodar hasta dos segundos por vuelta más rápido que los líderes. Era su forma de responder: sin palabras, solo con ritmo.
En la segunda mitad, volvió a encontrarse con Hadjar. Lo adelantó de nuevo y dejó otro mensaje por radio, esta vez con ironía: “Ya tenemos al héroe del día”. Luego puso el foco en Hamilton, que sufría problemas de frenos. Alonso se lanzó a por él, pero el británico empezó a recortar curvas para mantener posición.
Alonso se quejó de la inconsistencia de la FIA con Hamilton
El español terminó la carrera octavo, a menos de medio segundo del Ferrari. Por radio se le escuchó gritar de rabia: “¡No puedo creerlo!” Poco después, la FIA sancionó a Hamilton y Alonso subió al séptimo puesto.
“A mí no se me permite pilotar cuando el coche no es seguro e intentaron descalificarme por no llevar espejos, y ahora, él no tienes frenos y todo va bien. Lo dudo”, dijo por radio.
Finalmente, el público lo eligió Piloto del Día, y no fue casualidad. Con un Aston Martin notablemente limitado, Alonso volvió a competir como si estuviera en la lucha por cosas más grandes. Y lo hizo todo: adelantó, arriesgó, protestó y peleó hasta el final.
Alonso también señaló su poca visibilidad en la retransmisión
De hecho, ya varias horas después de la carrera, en torno a las 6 de la madrugada hora de Singapur, Fernando quiso señalar en Twitter la poca visibilidad que tuvo más allá de las conversaciones con su equipo.
Y lo hizo con unos dardos bastante notables al equipo de la FOM, el que se encarga de realización de carrera. “Con la pole position asegurada para la transmisión de radio privada, ¡es hora de afinar la cobertura principal y traer toda la emoción de la pista a los aficionados! ¡Vamos!”, escribió en su perfil.
El domingo de Alonso en Singapur fue de cumplir los deberes, pero también de sacar el orgullo. No estuvo en la foto de los ganadores, pero demostró que, a los 44 años, sigue siendo uno de los grandes protagonistas en la Fórmula 1.
