Masats - fotografía
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Ramón Masats y la leyenda de una estirada para la eternidad

A pocos días de cumplir los 93 años, Ramón Masats dejó este mundo. Después de tanto tiempo compartiendo su visión del mismo, el maestro de la fotografía ya no podrá retratar más la realidad que nos rodea. Pese a ello, la fuerza de sus instantáneas no se ha desvanecido. Tanto es así que, por mucho que pasen los años, el portero del Seminario Conciliar de Madrid se ha estirado hasta la eternidad. Aunque la duda de si paró o no el esférico era cosa del pasado, no tardó en volver al presente para homenajear a Masats.

Masats.

🧤 La (no) parada más famosa del mundo

Casi 50 años después de que se publicase la foto, El Mundo consiguió reunir a sus dos protagonistas y revelar su identidad. Lino Hernando era el portero y Mariano Enamorado fue el autor del chut. Como no podía ser de otra manera, en el artículo se resuelve la gran duda que tenía la obra más conocida de Masats. Aquella estirada imposible no evitó el gol. «La sombra de la foto delata que el balón ya había pasado», confesó Hernando. Pese al sinsabor provocado por el tanto, el joven seminarista se había citado con la historia. No paró el esférico, pero la estética de aquel instante de un seminario había pasado a la historia. Con los curas y el fútbol, había condensado a la España del franquismo en una fotografía.

 

Dicen las malas lenguas que Masats le pidió a los chicos que repitiesen la acción varias veces hasta encontrar la toma perfecta. 18, 20, 25 veces. No se puede decir que fuese mala idea, visto lo visto. Lo que era una simple foto en un seminario madrileño se transformó en todo un icono y en uno de los símbolos más trascendentes de la historia de la fotografía en España. El MoMA de Nueva York la incluyó en su archivo como una de sus pocas fotos españolas, y fue referenciada por Pedro Almodóvar en ‘La Mala Educación‘. Su éxito fue tal que hasta el propio Masats le cogió algo de manía. Al menos, en sus últimos años admitió haberse reconciliado con su instantánea más célebre.

Masats

Ramón Masats posa delante de ‘Seminario’.

📷 Masats y el final de una generación dorada para la fotografía en España

Seminario‘, con esos futbolistas vestidos con sotanas, supo capturar la belleza de algo tan mundano como una pachanga en el recreo. Consiguió esa imagen icónica por la que se pelean miles de fotógrafos deportivos cada vez que emprenden su marcha hacia el estadio. Esa capacidad de hacer extraordinario lo cotidiano fue una de las señas de identidad de Masats. Desde que se hizo con su primera cámara a base de robarle dinero a su padre, ese ojo clínico para encontrar la imagen perfecta estuvo ahí. Llegó a Madrid en 1957, y nadie supo describir mejor la ciudad. Rodeado del talento que formaba el Grupo AFAL, no tardó en ganarse el reconocimiento que le acompañó hasta el final.

Entre sus grandes premios está el Premio Nacional de Fotografía de 2004, muestra de lo que fue. Y, tras las muestras de cariño de estos días, pocas dudas hay de que lo sigue siendo. La muerte solo ha hecho que su arte alcance otro nivel. Así como Lino Hernando, la eternidad ha alcanzado ese legado construido a base de fotografías. Mediante esa estirada fallida, aquel toro desbocado y otros tantos instantes, Ramón Masats supo enseñarnos lo que no sabíamos describir. Su trabajo, por mucho tiempo que pase, siempre será historia de España.

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