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Conmoción cerebral: el riesgo de lesión más preocupante del mundial

Apenas habían transcurrido 7 minutos en el encuentro Inglaterra-Irán del segundo día de competición de Catar 2022, cuando el portero iraní, Beyranvand, chocó su cabeza de manera violenta con uno de sus defensas, al tratar de despejar un centro al área que le llegaba desde su derecha, y cayó desplomado al suelo.

Pocos minutos después, felizmente consciente, aunque visiblemente mareado, fue retirado en camilla y sustituido por su compañero Hosseini, en aplicación del nuevo protocolo establecido hace dos años por la FIFA para el tratamiento de casos como este.

Este protocolo exige la retirada del campo del jugador conmocionado, si bien su sustitución no cuenta a efectos de los cinco cambios que puede realizar cada equipo durante un partido. Por ello, la selección de Carlos Queiroz hizo finalmente seis en su encuentro ante Inglaterra.

Primera aplicación del nuevo protocolo de la FIFA

La conmoción cerebral es una de lesiones que más preocupan a la FIFA. De ahí el cambio de normativa que ha implantado para hacerle frente y que, en lo que se refiere a permitir esa sexta sustitución, se mantendrá hasta su evaluación en 2023.

Es verdad que no ha sido una lesión que se haya producido muchas veces durante los últimos Mundiales (cinco en Rusia 2018, cuatro en Corea/Japón 2002 y una en cada uno de los Mundiales de Francia 1998, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010). Sin embargo, lo cierto es que la incidencia de traumatismos craneales en las competiciones internacionales de fútbol de máximo nivel es nada menos que de un caso cada tres partidos; y su elevada gravedad potencial justifica plenamente esta preocupación.

Ya en el Mundial de Rusia 2018, se aplicó la norma de que, en el caso de que un jugador sufriera un traumatismo craneal y se sospechara la existencia de una conmoción, el árbitro podía interrumpir 3 minutos. En ese tiempo, el médico del equipo afectado tenía que evaluar la situación del jugador, y autorizar o no la continuidad de su participación en el encuentro.

Con el fin de facilitar la labor del médico encargado de tomar esta decisión, la FIFA estableció un protocolo específico en el que se indican, de forma clara, las medidas que se han de seguir. En especial, ante la mínima sospecha de que haya producido una conmoción, el jugador debe ser retirado del partido (o de la sesión de entrenamiento, si es el caso), someterse a un reconocimiento médico exhaustivo y recibir tratamiento específico.

Un rápido deterioro de la función neurológica

La conmoción cerebral es un problema preocupante no solo en el fútbol, sino en cualquier deporte (muy especialmente, por ejemplo, en el boxeo o en el fútbol americano).

Puede ser causada por un traumatismo directo en la cabeza, cara o cuello; o, de forma indirecta, por un golpe en otra zona del cuerpo que genere una fuerza impulsiva que se transmite a la cabeza.

Suele producir un rápido deterioro de la función neurológica que se resuelve normalmente de manera espontánea. Sin embrago, en algunos casos, la clínica puede verse incrementada en los minutos u horas siguientes.

La sintomatología aguda suele ser de carácter funcional, por lo que en muchas ocasiones no aparecen daños estructurales en las pruebas de imagen a las que se somete al deportista.

El médico que a pie de campo tiene que determinar si existe o no una conmoción, se vale de una serie de herramientas estandarizadas que le permiten evaluar aspectos de la función cognitiva tales como la conciencia, la orientación, la estabilidad de la postura, etc.

Un protocolo en ocho etapas

El protocolo establecido por la FIFA al respecto establece una pauta de ocho etapas para la evaluación, diagnóstico y tratamiento del jugador que ha sufrido un traumatismo craneal. Estas etapas son las siguientes:

1ª etapa: observación y detección.

2ª etapa: reconocimiento preliminar a pie de campo.

3ª etapa: reconocimiento fuera del terreno de juego.

4ª etapa : reconocimiento en una zona apartada (por ejemplo, vestuarios, botiquín, clínica…) .

De la 5ª a la 7ª etapa: reconocimientos y observación pospartido.

8ª etapa: regreso paulatino a la actividad deportiva.

Las principales señales que pueden alertar a un médico de la posibilidad de que se haya registrado un traumatismo craneal son que el jugador afectado permanezca tumbado e inmóvil durante más de 2 segundos —que es el tiempo límite para retirar al jugador del terreno y efectuar una primera evaluación—; falta de coordinación o dificultad para ponerse de pie o deambular; aparición de convulsiones postraumáticas; contracciones involuntarias y sostenidas en una o más extremidades; mirada perdida; o, finalmente, cuando el jugador cae al terreno de juego tras el traumatismo sin protegerse.

Dadas las características del deporte de alta competición, y en concreto del fútbol, el médico puede utilizar posteriormente diversos medios técnicos, como la repetición en vídeo de la jugada, para evaluar con más precisión el mecanismo por el cual se ha producido la conmoción.

Por último, el jugador debe someterse a un segundo examen cuando una o varias partes del reconocimiento preliminar sean anómalas o se considere que es necesario más tiempo para realizar una exploración; o, incluso, cuando el médico, aun habiendo obtenido resultados normales en las primeras pruebas, sospeche que el jugador sufre un deterioro funcional neurológico.

Un retorno progresivo a la actividad

El jugador afectado por una conmoción ha de mantener una fase inicial de reposo físico y cognitivo de 48 horas.

Posteriormente, si la sintomatología remite, puede incorporarse a un programa de retorno progresivo a la actividad que está dividido en seis etapas. Estas deben incluir al menos una sesión de entrenamiento y durar un mínimo de 24 horas. En cada una de ellas, se va incrementando la carga física, la resistencia, la complejidad, el contacto, etc.

No obstante, si aparecen síntomas en alguna de esas etapas, el jugador tiene que descansar hasta que desparezcan y retomar el programa en la última etapa completada sin síntomas.

Es importante tener en cuenta que las consecuencias a largo plazo de los traumatismos craneales pueden llegar a ser devastadoras. Por ello, los expertos subrayan que es de suma importancia concienciar a todos los profesionales del deporte de la trascendencia del problema, así como poner todos los medios necesarios para su prevención, reconocimiento y asistencia correcta con el fin de evitar posibles secuelas.

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