Alexia Putellas
Espacio salud

La lesión del ligamento cruzado anterior (2): Diagnóstico, cirugía y prevención

En un primer artículo sobre este tema abordamos las características del ligamento cruzado anterior (LCA) y los principales factores de riesgo que pueden hacer que un deportista sea más proclive a sufrir una lesión en él. En este vamos a centrarnos en el diagnóstico, cirugía y prevención de esta lesión.

Diagnóstico

El deportista suele decir que ha sentido un click o un pop en el momento de lesión, acompañado, en la mayoría de las ocasiones, de dolor e impotencia funcional.

Si se trata, em efecto, de una lesión en el LCA, el examen inmediato pondrá de manifiesto la inflamación de la articulación, debida a la presencia de un derrame articular con contenido hemático asociado a pruebas de inestabilidad positivas (Lachman`s y Pivot Shift ) con pérdida de la extensión de la rodilla

Los estudios de imagen con una resonancia magnética ayudarán a clasificar la lesión del LCA como un desgarro parcial o un desgarro completo.

El tratamiento inmediato después de la lesión es el reposo con descarga, el hielo, la compresión de la rodilla y la analgesia, con el fin de evitar cualquier daño adicional a las estructuras de la rodilla.

Cirugía

El momento idóneo para llevar a cabo la reparación quirúrgica dependerá del edema, del derrame articular y de la existencia o no de lesiones asociadas.

La mayoría de los estudios coinciden en que la opción quirúrgica se ha de adoptar una vez que la rodilla lesionada ha alcanzado el rango completo de movimiento (RCM) y de control neuromuscular, junto con la resolución del dolor y la inflamación. Se ha visto, además, que un restablecimiento de la fuerza del cuádriceps por encima del 80% se asocia con resultados postquirúrgicos más favorables.

Para la reconstrucción, podrán utilizarse autoinjertos, aloinjertos e injertos sintéticos, dependiendo de la preferencia del cirujano, de la actividad y preferencia del paciente y de la disponibilidad de aquellos.

El injerto ideal es el que puede reproducir las características y biomecánica del ligamento original con un mínimo riesgo de reacción. Los autoinjertos más utilizados son los de los músculos semitendinoso y recto interno, los Hueso-Tendón–Hueso (HTH con tendón rotuliano) y el tendón cuadricipital.

Entre los aloinjertos, se suelen utilizar tendón de tibial posterior, Aquiles, tibial anterior, peroneo lateral largo y HTH.

En pacientes menores de 19 años es preferible utilizar autoinjerto, dado que, cuando se utiliza aloinjerto, se producen hasta cuatro veces más fallas de injerto.

Tras la cirugía , el componente fundamental es la recuperación funcional mediante un programa de rehabilitación completo, elaborado específicamente para el paciente de acuerdo con su motivación, tipo de actividad y existencia o no de lesiones concomitantes.

La finalidad es recuperar los arcos de movilidad normales de la rodilla, la fuerza de los grupos musculares involucrados en su estabilidad y una marcha normal.

Su duración suele variar entre tres y seis meses, y llegar incluso a un año, como ocurre con el protocolo de la NBA, con el fin de conseguir la reincorporación del jugador a la actividad con garantías.

En estas circunstancias, el deportista debe ser capaz de realizar un salto vertical máximo sin dolor ni inestabilidad, tener arcos de movilidad articular completos, una fuerza muscular superior al 90% en comparación con el miembro contralateral y realizar las actividades específicas de su deporte sin dolor ni inestabilidad.

Prevención

Se han propuesto muchos programas dirigidos a la prevención de la lesión del LCA.

Todos ellos coinciden en la transcendencia del trabajo de propiocepción y entrenamiento neuromuscular, el entrenamiento polimétrico, el mantenimiento de un adecuado equilibrio funcional entre isquiotibiales y cuádriceps, un adecuado control lumbopélvico y el beneficio del trabajo excéntrico y en cadena cinética cerrada.

Un ejemplo es el Programa 11+ de calentamiento de la FIFA, que consiste en una rutina de calentamiento de 20 minutos de duración que debería realizarse al menos 2 veces a la semana antes de cada sesión de entrenamiento, y que ha demostrado en diferentes estudios que reduce de forma significativa el riesgo de sufrir una lesión del LCA.

Es importante que los deportistas comprendan las implicaciones que una lesión del LCA puede tener en su vida útil para poder tomar decisiones informadas sobre su salud y bienestar.

Comprender los efectos a largo plazo de una lesión del LCA les ayudará a desarrollar estrategias para reducir el riesgo de un desgarro del mediante la adopción de medidas preventivas, como ejercicios de calentamiento adecuados antes de la actividad física y regímenes de entrenamiento apropiados, o mitigar sus efectos si lo sufren.

Ir al contenido